Hay una bomba puesta por las circunstancias, y que aun no estalla, pero que en cualquier momento estallará. Esa es la Bomba de los Sueldos celestiales que siguen detentando algunos compatriotas, y que por lo visto no están dispuestos a prescindir de ellos.
Quizás sea la lucha más difícil, esta que tenemos que librar con nosotros mismos para cambiar de verdad verdad, y ser otros, totalmente distintos de lo que fuimos. Esa lucha por cambiar la orientación de nuestras motivaciones se torna terrible. Llegar al convencimiento de que no debe ser la plata, el billullo como dicen, el motor que nos impulse a vivir en función del colectivo, es sin duda la gran batalla que tenemos que ganar para tener verdaderamente una Patria grande y Bonita.
Se supone que nuestros diputados y altos funcionarios de Estado que pudiesen estar gozando de los Sueldos Celestiales, son parte de la vanguardia de este proceso, y la vanguardia es la vanguardia, es decir lo mejor de nuestra dirigencia. ¿Será que la vanguardia no se ha dado cuenta qué es la vanguardia, y que por esa razón es la que debe llevar el mayor peso de los sacrificios para construir nuestro destino Socialista?
El usufructo de un Sueldo Celestial, descalifica política, espiritual y patrióticamente a su beneficiario, es un acto innoble de un miembro que usurpó un puesto en la vanguardia Socialista bolivariana, robinsoniana, zamorana y científica de nuestra Revolución; y por lo tanto, un gozador así de sueldos celestiales, de semejante catadura, no merece estar a la vanguardia de este parto de Patria.
Chávez pone a prueba aquí, como nunca en su dilatada y azarosa estela de victorias, sus cualidades de Comandante. Hay un amor muy grande entre el Pueblo y Chávez, pero parece que el Pueblo si sabe quién es la Vanguardia.
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