De las curiosidades, como milagros, alrededor de Chávez, que no podemos olvidar

El presidente Chávez, llamó audazmente a los venezolanos a la construcción del socialismo y sin duda, la gran mayoría de los chavistas creyeron eso no sólo posible sino hasta expedito y como "cayendo y corriendo"; más cuando se definió que la renta petrolera era una excelente y poderosa palanca para impulsar aquel cambio tan exigente. Pareció que aquello del "Socialismo del Siglo XXI" que, renunciaba a la lucha guerrillera y "los heroicos vanguardismos" un tanto parecidos a eso que el abogado Ricardo Koesling llamó "guarimbas", al ser asumidas por la oposición, en el "Movimiento Bolivariano", tenía pertinencia, sin pensar en más nada sino cambiar la forma de lucha.

Venezuela ha sido un país donde el capitalismo tiene sus particularidades, que lo hace ostensiblemente diferente a Brasil, Argentina y la mayoría de otros del continente; quien ha aportado divisas, de manera determinante, es el Estado, a través de la renta petrolera y, ese mismo ente, ha sido quien ha servido para que los grupos económicos improductivos, fundamentalmente importadores, se enriquezcan cada vez más sin producir nada. Las clases dominantes, en buena medida, no han salido del sector del trabajo, empresarial privado, sino han sido creaciones, como Frankenstein, del Estado petrolero. No es extraño que empresa Polar, que exporta hasta capitales, siempre pretendiese, que el Estado venezolano le suministrase dólares provenientes de la renta petrolera para poder producir en Venezuela y hasta para colocarlos en sus negocios en el exterior. Hasta no hace mucho, se decía que, del total de divisas que ingresaban, aun habiendo caído bruscamente los precios del petróleo, el 95 % provenía del ingreso petrolero y en el otro menguado 5%, buena parte también se debía al Estado por otros rubros.

Quizás, partir del peso de la renta petrolera como palanca para fundamentar la idea del socialismo, suponiendo como poco significativo el valor y fuerza de los valores y componentes capitalistas, se dilucidará más tarde, le dimos mayor valor a la capacidad cambiaria del dinero, aquel proveniente de la renta petrolera, que a la creatividad popular, puesto el pueblo, en el momento apropiado, dadas esas "condiciones objetivas y subjetivas" que suelen mencionar quienes hacen de alquimistas y disposición de desatarla, sin facilismos ni acomodos; sin tratarle como un eunuco, sino aprovechando en mucho de aquello que Aquiles Nazoa llamó sus "fuerzas creadoras". Y cuando hablo pueblo, hablo de los humanos que forman parte de eso que llamamos fuerzas productivas. Y para que no haya dudas, me refiero a las clases todas. No se pensó, en el empresariado, porque se le sabía, como hasta los adecos les solían llamar, parásitos. Pero tampoco hubo una voluntad y claridad para que, con ellos, pese sus debilidades, estilos y chulerías, se pudiese emprender un nuevo rumbo.

Subestimamos de nuevo la capacidad de supervivencia de las fuerzas del capitalismo y creímos, otra vez, lo que revela nuestra ingenuidad, que transformar una sociedad, que debe hacerse estructural y superestructuralmente, es cosa de voluntad, pocos días y unos cuantos rodillas en tierra dispuestos a votar a cambio de la distribución de la renta. Claro, ahora le pusimos un ingrediente que concebimos como competente para comprar todo lo necesario, hasta las ganas de trabajar, la renta petrolera de 140 dólares el barril.

La experiencia de los cubanos no nos sirvió de mucho y al parecer poco caso le hicimos a lo que seguramente nos advirtieron, pese a que Raúl admitió que, si bien es verdad el bloqueo, como la guerra económica en nuestro caso, tuvo un enorme peso contra ellos, no explica ni justifica todo. No obstante, en el curso del proceso, como es habitual y por supuesto propio del conflicto que eso deriva, el chavismo comenzó a fragmentarse; o para decirlo de manera que podría parecer más ortodoxa y quizás por lo mismo, pero aceptable, los no aptos para afrontar aquella lucha comenzaron a irse o "saltar la talanquera". Que no es volverse "trasnochado", izquierdista inconforme, con razón o sin ella por las políticas gubernamentales, sino acordarse con la derecha.

La política en Venezuela siempre ha servido para muchos personajes, sin importar su origen clasista, como palanca para ascender socialmente y hacer grandes negocios. El chavismo no escapó a ello. Por eso, en Chávez, figuras como Luis Miquilena, repudiadas ancestralmente por la gente de la IV República, creyeron encontrar, a la manera tradicional, la forma de insertarse en el aparato del Estado, con rango preferencial para hacer las prácticas habituales de los agentes de la politiquería, negocios para ellos y sus círculos cercanos. Convencidos que sus oscuros deseos no podrían cristalizarse porque el nuevo presidente no les resultó presa fácil, unos cuantos, sobre todo en medio y con inmediatez al golpe del 2002 comenzaron a irse. Entre ellos, el padre o abuelo de la revolución de entonces, la del "Oráculo del Guerrero", Luis Miquilena. Por cierto, siempre me pregunté, ¿cómo se planifica una revolución, con ese señor en el mando? Pensar que Chávez solía presentarlo como un padre.

Luis Miquilena fue originalmente militante del PCV, dirigente o líder entre los autobuseros de Caracas, quien habiéndose ido de aquel partido pasó a formar parte de URD o Unión Republicana Democrática, organización liderada por Jóvito Villalba. Aquella militancia o liderazgo, en un nuevo rol o imagen, le enfrentó a los adecos mayormente, de donde resultó una continuación del odio mutuo que ya venía de cuando el personaje de marras tenía militancia comunista y se liaba a cabillazos con las huestes adecas; un odio bien compartido, que casi justificó de lado y lado, los enfrentamientos en todos los órdenes de la política. Pero unos y otros, con sus honrosas excepciones, que no viene al caso mencionar, compartían el mismo mezquino deseo de utilizar a sus dirigidos para alcanzar sus propósitos o satisfacer sus ambiciones. Por algo, casi todos ellos, de un lado u otro, terminaron siendo empresarios e inversionistas en muy buenos negocios. No es extraño, como una vez dijo Pompeyo Márquez, unos y otros, en aquel vaivén de la IV República, cinco años para Copei y otros cinco para AD, terminasen de socios para no quedar por fuera ni un momento.

Miguel Enrique Otero, gerenciando El Nacional, en nombre de la familia, pues como es sabido, es hijo del notable escritor venezolano Miguel Otero Silva, a quien su padre Miguel Otero Vizcarrondo, le favoreció fundando la editorial para que tuviese como desatar sus inquietudes que eran entonces muy revolucionarias, tanto que era miembro del PCV, optó por apoyar la Candidatura de Chávez. Uno creyó que tenía algo que ver con aquello de sus ancestros, pues su madre, María Teresa Castillo, también tuvo vínculos con la intelectualidad izquierdista de su tiempo, pero esos amores poco duraron. Se dijo que Miguel Enrique, alejado de la derecha por la historia de su padre y del diario que manejaba, aprovechó la coyuntura que significó la candidatura de Chávez para pasar sus guardadas facturas. Entre estas una relacionada con un proyecto turístico para el que requería una gruesa inversión y nada más natural, en el pensamiento del "empresariado" venezolano, que usar las arcas del Estado. Pero Chávez, pasados los momentos de euforia por aquel triunfo, sobre todo de un joven provinciano sin vínculos con las clases altas, puesto sobre aviso, más por sus propias antenas que por su entorno, "no pisó el peine". Entonces Miguel Enrique pudo preguntarse con verdadera sensatez ¿qué hago yo aquí?

Por una interrogante anterior, aquella relacionada con Miquilena, al comenzar todo, después de electo Chávez presidente, hice una lista del orden en que abandonarían la "hazaña"; a Jorge Olavarría puse de primero y segundo al viejo dirigente sindical. Creo haber acertado. Miquilena no fue nunca en el chavismo un líder, sobre todo por su avanzada edad, acabar de salir del congelador, por aquel fuego enorme del de Sabaneta, se le convirtió en un "gran jefe", burócrata, cabildero y cogollérico a quienes muchos rindieron pleitesía, mientras hizo esfuerzos para mantenerse fingidamente leal a una causa hermosa, para sacarle provecho propio y para sus amigos íntimos, entre los cuales abundaron empresarios de maletín, banqueros y tramposos de toda laya. Recuerdo como muchos, hasta de quienes formaban filas en grupos, iban a Caracas desde el interior o de algún rincón de esa ciudad donde se aposentaba "el viejo caudillo", a presentarle reclamos hasta por cosas que acontecían por el concepto que éste mismo tenía del partido y de las cosas.

Cuando Miquilena se fue del lado de Chávez, en aquellos agitados días de abril, acusándole de los crímenes que la derecha y sus francotiradores producían en la ciudad para alentar un levantamiento militar, se llevó consigo una corte de adulantes, muchos de ellos diputados, que formaban parte de su grupo, uno de los tantos que había en el MVR. Es decir, el grupo que para entonces pudiera haberse calificado de la derecha como estrictamente, se fue y dejó todos los espacios a los de otros signos. Aquí en Anzoátegui se dio el curioso caso, no sé si se repitió en otro sitio, que miembros de la "Liga Socialista", quienes hacían militancia dentro del MVR, de estrechos vínculos con Maduro, lo que sabía por las comunicaciones que tenía con ellos, por inconformidades con la escogencia de David De Lima como candidato a la gobernación, decisión que atribuyeron estrictamente a Miquilena, se fueron a hacer oposición. Estuvieron en desacuerdo con aquella decisión porque teniendo mayoría en la Dirección Regional del partido, aspiraban que el futuro gobernador fuese uno de ellos. Pero posteriormente, volvieron a hacer causa común con Miquilena en la oposición.

Se dio un caso muy particular, gente de la Liga Socialista, enfrentada al Comandante Dávila, puesto por Chávez al frente del MVR en Anzoátegui y al mismo tiempo canciller, antes del golpe, le hacían a lo interior fuertemente oposición a este; en pleno desarrollo del golpe del 2002, de regreso al país, pues estaba fuera en unas gestiones de su cargo, dio unas declaraciones torpes o propios de alguien comprometido con el mismo, quedó excluido al regresar Chávez al poder. Y aquellos, sus enemigos de la Liga Socialista, hicieron entonces con él y Miquilena, frente común contra Chávez.

Pero la mayoría de ellos, no hallando en la oposición de "qué palo ahorcarse", volvieron al gobierno con sus mismos galones o a ocupar sus mismos cargos dirigentes. Por eso, el caso del tal Gerardo Márquez, exmilitar, escogido ahora, sin ser electo en las primarias, como candidato a gobernador, creo que, del Estado Cojedes, pese haber hecho campaña para tumbar a Chávez, no es un asunto novedoso, pero sí de las tantas curiosidades alrededor de él acontecidas.

Hubo saltos increíbles, cuyos autores no sé qué harán para explicárselos a sus descendientes, como los de aquellos que se fueron porque Chávez no aligeraba el proceso, lo que implicaba ahondar su enfrentamiento con ciertos, si no todos, grupos empresariales, pero optaron por incorporarse a las filas de quienes querían desaparecer. Ahondar el proceso para ellos era hacer lo que en otros sitios habían hecho y culminado en absolutos fracasos. Es decir, como Chávez no se deshacía de aquellos empresarios y políticos venales, quienes eso pedían, con ellos se fueron. ¿Cómo entender eso? Un amigo nuestro, proveniente del MIR, incorporado a las filas del chavismo desde los tiempos del MVR, estuvo entre los primeros en irse comenzando Chávez a gobernar por considerar que las políticas del "Comandante" no se avenían con su visión revolucionaria; haber mantenido el IVA y a la señora Izaguirre al frente de las finanzas, lo definió como un pacto del comandante con el neoliberalismo; pero en lugar de irse a las alturas, a las montañas, como antes lo hizo, aunque no fuese el Olimpo, tomó para la derecha; asunto que nunca entendí. Afortunadamente siguió siendo el hombre humilde y abnegado de siempre, sólo que pudo haber sufrido una crisis de identidad. Uno de los pocos argumentos que recuerdo de Pablo Medina contra Chávez, fue su reclamo persistente que el presidente debía desconocer y negarse a pagar la deuda externa. Lo que implicaba una acción agresiva, extremista y riesgosa por la reacción que aquello iba a producir. Solicitaba nada más y nada menos que un reto al FMI y al mundo de las finanzas y banca mundial, uno de los sectores más fuertes del capitalismo. Era como poner una bomba en medio de las oficinas del gran poder imperial. Pero, aquel atrevido proponente, por no haber sido escuchado ese su discurso para justificar su separación, terminó enrolándose en las filas de quienes antes fueron sus enemigos y en buena medida responsables de la deuda contra la cual se manifestaba y los acreedores mismos. Es decir, fue a enrolarse en las filas dela gente contra quienes pedía medidas a Chávez. Se fue a servir al FMI, el gran acreedor. El mismo Aristóbulo en medio de una de esas crisis y estando en el PPT, se fue del lado de Chávez y hasta le acusó de "haberse fumado una lumpia".

Es decir, el proceso Bolivariano fue decantándose, definiendo su perfil y adherentes; el propio presidente, pudo observar o estudiar a muchos que cerca de él estuvieron y estaban y hacer su personal clasificación y calificación. Llegó un momento que tenía su cuadro o "anillos", como gustaba decir a los primeros chavistas, definidos. Los grupos mismos se fueron perfilando o mejor amalgamando y hasta definiendo sus coincidencias para el diseño de las políticas y las decisiones fundamentales.

Y de las curiosidades de lo tanto acontecido alrededor de Chávez, para terminar esta crónica, vale mencionar el caso de Herman Escarrá. No fue este un simple discrepante de Chávez, de un tipo que en algún momento pudo tener diferencias con él y su proyecto, sino el jurista que le dio a la derecha golpista, a las guarimbas "fundamentos legales" para su accionar. Tanto que obligó al TSJ a hacer una interpretación del 350 constitucional, artículo del cual Escarrá se agarró para motivar a los golpistas y guarimberos, pues según él, ese artículo volvió toda aquella ilegalidad y violencia pertinentes. Y un buen día, por un hecho sobrevenido, como gustaba decir a Chávez, un hecho doloroso, Escarrá se percató que había sido un idiota y no le convenía seguir en lo que venía haciendo



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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