1. Todos los que nos decimos seguidores de Marx, así como los creyentes de Dios, solamente interpretamos los pensamientos; seríamos unos mentirosos o farsantes si dijéramos que tenemos la verdad. De lo que escribió Marx hay mínimo mil interpretaciones y de Dios y sus millones de discípulos y seguidores, mil veces más. Cada quien interpreta lo que ve de acuerdo a su propia ideología, como acomoda su pensamiento. En el siglo XXI debemos pensar por cuenta propia para buscar comprender los problemas que día a día se multiplican, sobre todo el significado de la desigualdad social, la contaminación ambiental y el calentamiento.
2. Marx, junto a Engels (su teórico compañero que lo ayudó), centraron sus vidas a la investigación, a crear ideas, a escribir libros y en la prensa. Fueron intelectuales de bibliotecas, conversaciones, polémicas y café. Lo máximo de Marx fue su voluminoso libro, El Capital; su participación en la Primera Internacional y su llamamiento: El manifiesto comunista. Escribió una docena más de libros de filosofía, política, además de folletos no tan conocidos. De 1843 a 1883 Marx vivió y escribió para la Europa capitalista avanzada, no para todos los países del mundo; fuimos nosotros los que creímos, sobre todo cuando jóvenes, que era la verdad total.
3. Marx fue en esos 40 años el teórico más sabio en el conocimiento de “la lucha de clases” contra la explotación, en que el capitalismo tendría que derrumbarse por la fuerza del proletariado (los obreros) y en que se haría una gran revolución por la igualdad en el mundo. Todo ello, propagado en la II Internacional, agrandó el pensamiento de Marx. Tanto Lenin –el líder de la revolución rusa de 1917, los revolucionarios Rosa Luxemburgo y Trotsky, el mismo Mao Tsetung, líder de la revolución China de 1949 y Fidel Castro, líder de la revolución cubana de 1959, hicieron sus revoluciones en nombre del marxismo y su interpretación particular.
4. Así como ellos hay cientos de miles que interpretamos el marxismo de acuerdo al país y al sector donde nos desarrollamos. Seguimos el marxismo esencialmente por su teoría de la lucha de clases, la confrontación entre explotados y explotadores en el capitalismo que tiene que terminar en el triunfo de los trabajadores e instalar la igualdad social. Pero el problema esencial fue desde la discusión de la Socialdemocracia en 1889: los socialdemócratas defendieron el pacifismo electoral, “los avances lentos”, y los revolucionarios las luchas huelguísticas, las grandes manifestaciones, hasta derrocar el gobierno capitalista.
5. La Primera Internacional (1864-76) de Marx, Bakunin y los anarquistas, así como delegados de una decena de países, no fue pacifista; la Segunda Internacional (1889-1920) propagó el pacifismo y el colaboracionismo con la burguesía. Las revoluciones que triunfaron en nombre del marxismo fueron destruidas por el imperio de EEUU y sus aliados que salieron de las guerras mundiales muy fuertes y agresivos. La economía y las armas del capitalismo destruyeron todos los proyectos de izquierda y socializantes. Destruyeron a la URSS, a los países del Este, a China, a Cuba, a Chile, a Venezuela, Bolivia, ahora buscan hacerlo con Nicaragua y los que sigan oponiéndose al imperio. (21/XI/21)
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