La pandemia de coronavirus ha resultado desastrosa para todas las naciones del orbe y en especial para las menos desarrolladas a las que ahora se les presenta otra grave amenaza economica: el robo de cerebro y de recursos humanos por parte de los países desarrollados.
Un artículo del diario The New York Times del 24 de noviembre de 2021 (de seis consecutivos dedicados a la emigración) destaca que la Covid mantuvo a muchas personas encerradas en casa y actualmente varios países desarrollados, que enfrentan el envejecimiento de sus fuerzas laborales y la escasez de trabajadores, se apresuran a reclutar, capacitar e integrar a los extranjeros.
"Es una guerra por los talentos jóvenes", asegura Parag Khanna, autor del libro Move, quien ha asesorado a los gobiernos en materia de política de inmigración. "Hay una escalera mucho más clara y una codificación de los niveles de residencia a medida que los países se toman en serio la necesidad de tener una demografía equilibrada y satisfacer la escasez de mano de obra".
Hasta hace poco tiempo, con maniobras propagandísticas solapadas, el saqueo de talentos y profesionales graduados en América Latina y el Caribe ya se estaba convirtiendo en una epidemia mortal para el desarrollo de esas naciones.
Antes de la pandemia, un informe del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), indicaba que en los últimos tiempos, Latinoamérica había sido la región del mundo con mayor incremento de la emigración hacia los países más desarrollados.
Las cifras resultan económicamente lesivas para las naciones que con pocos recursos y enormes esfuerzos forman a sus profesionales mientras otras, pese a tener mayor potencial, los sustraen sin costo alguno.
Entre los años de 1990 a 2010, el SELA denunció que 4,1 millones de médicos, ingenieros, cibernéticos, matemáticos, arquitectos y otros profesionales latinoamericanos emigraron hacia Estados Unidos y un millón lo hicieron hacia la Unión Europea.
Pero ahora las cortinas que se utilizaban para ocultar esos robos se han caído y las acciones se realizan abiertamente.
El artículo del New York Times señala: "A medida que la economía global se reinicia e intenta poner la pandemia a un lado, ha comenzado una batalla mundial por los jóvenes y los capacitados. Con visas rápidas y promesas de residencia permanente, muchas de las naciones ricas que impulsan la economía mundial están enviando un mensaje a los inmigrantes calificados de todo el mundo: les ofrecemos empleo".
Cita que en Alemania, las autoridades admitieron que necesitan 400 000 nuevos inmigrantes al año para cubrir diferentes puestos de trabajo y ofrecen visas aceleradas a las personas y seis meses para visitar y encontrar fuentes de empleo.
Canadá, que por quinto año consecutivo tuvo un descenso de nacimientos, planea dar residencia a 1,2 millones de nuevos inmigrantes y Nueva Zelanda anunció que concederá estancia permanente a cientos de titulares de visas temporales. Bélgica, Finlandia y Grecia, concedieron derechos de trabajo a los extranjeros que habían llegado con visas de estudiante u otras categorías.
Agrega que en Australia, donde las minas, los hospitales y los bares están escasos de mano de obra tras casi dos años con la frontera cerrada, el gobierno pretende duplicar el número de inmigrantes, mientras que Gran Bretaña, que ha sufrido una fuga de trabajadores tras el Brexit y la pandemia, admitirá la llegada de fuerza laboral de diferentes naciones.
Estados Unidos, el mayor receptor de inmigrantes, asegura la admisión de personal especializado mediante diversos programas establecidos durante décadas como las Green card (tarjetas verdes) y artimañas como los llamados bombos, Parole, entre otras, sin excluir los millones de trabajadores temporales que laboran en la agricultura, los servicios y la construcción.
La realidad es que con la fuga de cerebros la nación de origen pierde la inversión en educación superior de esos profesionales, así como el capital social del que formaba parte el individuo lo cual reducen las posibilidades económicas y el desarrollo del país.
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señala que entre 2015 y 2017 un total de 866 000 mexicanos emigraron, entre ellos, "científicos, técnicos y personal altamente calificado".
A México le siguen Colombia (364 000); Cuba (345 000); Jamaica (271 000); Brasil (266 000); Perú (251 000); Argentina (222 000); Venezuela (199 000); República Dominicana (168 000); Ecuador (160 000); Haití (157 000) y El Salvador (125 000).
La República de Cuba ha sido un caso político especial para Estados Unidos, a la que durante más de 60 años le ha impuesto un asfixiante cerco económico-financiero, y para tratar de destruir a su revolución, ofrece amplias facilidades de emigración a cualquier ciudadano de la Isla, única nación del orbe en recibir esas "bondades".
Tras la falta de profesionales calificados por diferentes factores, que padecen actualmente los países desarrollados, éstos se han lanzado como buitres sobre las naciones en desarrollo para extraerles a sus profesionales. Otra vez los ricos se ensañan contra los más pobres por lo que cada vez se hace más necesario la conformación de un mundo más justo y necesario para bien de la Humanidad.