Capitalismo e imperialismo en la escuela. Roles del docente y del político

Días atrás, plantee la necesidad que en la escuela, a partir de determinado nivel, que no tiene que ser como ahora, en la universidad, debían estudiarse las categorías y formaciones o modelos sobre los cuales la gente debate desordenada y hasta emocionalmente en la calle, tanto que a unos y otras se le asignan cualidades o deficiencias que no les son inherentes, porque la controversia generalmente atiende al estado emocional, la deficiente información, predisposición e interés ideológico y clasista que pudiera prevalecer entre quienes en aquellas controversias participan o se ven envueltos.

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Por ese planteamiento recibí manifestaciones en contrario porque al decir que, el imperialismo, en esencia no está ligado a región, lengua, país algunos, sino se trata de un etapa del desarrollo capitalista que necesitamos conocer a fondo y que la mayoría la conozca, fue interpretado de manera política y hasta ideologizante, como que eso desviaba la atención entre la gente nuestra sobre la contradicción fundamental, la de ahora, que está centrada en EEUU. Por considerar tal planteamiento, desde la perspectiva del maestro, educador que debe formar para la vida toda y no para un momento de ella y una particular circunstancia, en buena medida inadecuado, me sentí obligado a volver sobre el asunto. Porque además desnaturaliza lo que solicitamos y resta el valor educativo y pedagógico que eso envuelve.

Lo primero es superar la ortodoxa, anquilosada y reaccionaria concepción, según la cual llevar esos temas a la escuela es hacer política, siendo ellos asuntos inherentes a la historia de la economía y en consecuencia a las ciencias sociales. Estudiar asuntos como esos nada tiene que ver con politizar e ideologizar, como no lo es estudiar el pasado de la historia humana como se hace en las clases de Historia Universal ni ciencia alguna. Es más bien la manera de preparar a los jóvenes para interpretar y juzgar el presente y disponerles para cumplir adecuadamente los roles que les habrá de deparar el futuro.

Hice aquel planteamiento desde la perspectiva no de un político que ideologiza, intenta dejar establecida su verdad y hasta plantarla en la cabeza de quienes le presten atención para que la asuman como un mandato, sino la de un maestro, un docente o educador, cuya función consiste en colocar a su alumno en actitud de aprendizaje y en la pertinente para elaborar sus respuestas.

El docente que llega al aula con su verdad e intenta imponerla a sus alumnos mediante un discurso y hasta un vulgar dictado y luego al evaluar espera que ellos se la devuelvan tal como la elaboró, pronunció o dictó, puede ser cualquier cosa, pero nunca un educador.

Es más, como político, quizás por eso, en ese rol he sido un absoluto fracaso; el maestro que pone por encima de todo eso que suelen llamar su apostolado, también está obligado a entender que, con quienes participa, suelen ser independientes y diversos, tanto como la realidad lo determina. Eso le da la ventaja para que el colectivo, al discutir, pueda aprehender la verdad y no prevalezca la opinión de nadie en particular.

Pero hay algo más tan trascendente como lo anterior; la verdad no tiene por qué asustar ni generar dudas en la gente de buena fe; también porque la bondad y sinceridad y disposición para lo justo son propiedades de los adolescentes y jóvenes. Quienes creen en la generosidad y pertinencia del capitalismo y hasta el imperialismo no tienen motivos para temer que el estudio de ambos fenómenos o modelos termine en un posicionamiento del alumno contra ellos. El temor que el maestro o docente manipule, aliene, imponiendo su verdad a través de una estrategia pedagógica inadecuada es valedero para un lado y para otro, como lo ha venido siendo hasta ahora la escuela y el modelo, por predominio de los valores del modelo el Estado capitalista y los recursos de aprendizaje que se utilizan.

No hay que temer a aquello de "con mis hijos no te metas", pues se trata de estudiar el modelo que, quienes aquella consigna enarbolaron, defienden y, seguros están, es lo mejor para la especie humana. Y siendo así, al estudiarlo, los alumnos, por ser adolescentes, jóvenes y por ende cristalinos, lo asimilarían sin dificultad alguna.

El joven alumno puesto en la actitud de generar su concepto sobre la idea de imperialismo, en base a los elementos, informaciones, en suma, sus objetivos generales, específicos y evaluables en términos de conducta observable, lo que supone el hacer, leer, analizar, discutir en grupo, al final, elaboraría su propia respuesta; su verdad y no la que el maestro, sin razonamiento y libertad alguna, determina.

No es papel del maestro en la escuela "meterle en la cabeza" a su alumno sus ideas y conocimientos, sino poner a este en función de formarlas, revisar las que tiene, confrontar con la información que maneja, extraída de la realidad, no inventada.

Sólo he propuesto la idea que el imperialismo, el capitalismo, sean estudiados en la escuela para que el alumno llegue al mejor conocimiento de esas categorías, más si en quienes "manejan" el Estado, creen necesario desarrollar, por razones de orden táctico y estratégico, una formación adecuada para impulsar cambios pertinentes en la sociedad.

No es suficiente "creer" que el capitalismo es malo y es peor el imperialismo. Tampoco es suficiente uno sepa lo agresivo que se ha vuelto el imperialismo norteamericano en esta etapa de su decadencia, cuando se siente amenazado y hasta desplazado por otras formaciones capitalistas e imperialistas. Desenlace que pareciera anunciarse en su forma de hacer política, su irrespeto, intromisión descarada, agresividad, como los bloqueos a los países de la periferia que intentan asociarse con una forma más inteligente y humana.

Por cierto, días atrás, Luis Britto García, publicó un artículo titulado "Estados desunidos de América", que merece ser leído, por los vaticinios que allí se hacen acerca del futuro de EEUU, más si se toma en cuenta que, las fuentes citadas, provienen de ese mismo país.

https://www.aporrea.org/tiburon/a308280.html

No hay, en quien esto escribe, la más mínima duda del carácter rapaz de las relaciones del imperialismo estadounidense con sus aliados y que ello constituye la principal contradicción que los pueblos sometidos del mundo deban resolver. Pero eso, hay que enseñarlo, probarlo en la escuela, apelando a la nobleza de la pedagogía, que parte del respeto por las ideas de los demás, de las que cada quien tienen desde el instante que comienza a elaborar respuestas y sin miedo y desconfianza alguna, porque la verdad siempre prevalece. Y es más apremiante viviendo en una sociedad donde los medios de comunicación, redes sociales, televisión y hasta los manejados por el Estado están atados a la cultura del capitalismo y del imperialismo que en nuestro espacio prevalecen, pese vivan gritando ¡abajo el imperialismo!

Entonces el rol del maestro, dentro y fuera de la escuela, no es ponerse también a pegar gritos de ¡abajo el imperialismo yanqui!, sino en base a determinados contenidos, los relativos al carácter del capitalismo y sobre todo en su fase imperialista, manejando estrategias y objetivos pertinentes o correspondientes a la mejor pedagogía, poner a sus alumnos a sacar sus conclusiones, lo que hará, sin duda, desde su perspectiva de lo nacional y hermosa condición humana.

Nada hace un maestro o docente "cayéndole a discursos", en la escuela o en la calle a quienes les escuchen contra el imperialismo, si hay mecanismos, hasta la escuela y el maestro tradicional mismo, aparte de los medios de comunicación públicos y privados, que bombardean intensamente de manera contraria. Observemos ciertos medios públicos y hasta funcionarios, como detrás y en paralelo de aquellos gritos y consignas, dicen y hacen cosas contradictorias con ellos

No es suficiente pues que, partiendo de esa deficiente información, inducida, impuesta por la propaganda de los partidos, medios, el común de la gente se conforme con gritar ¡abajo el imperialismos yanqui! Y esto mismo hagan los militantes, cuadros de partidos, presentes y futuros, alcaldes y gobernadores. Como que no es suficiente que estos, cada discurso, oferta, lo adornen con esos gritos, pero no sean capaces de diseñar para el espacio que gobiernan políticas inherentes al antiimperialismo; y no lo hacen, no porque no haya espacio y oportunidad para hacerlo, sino por qué no saben exactamente qué es eso y cómo hacerlo.

Por todo lo anterior, el rol del maestro, de este maestro, no es ponerse simplemente a ideologizar con consignas contra el país en la fase imperialista que siempre se ha mostrado agresivo y ahora lo es más en su momento de decadencia, por ese mismo estado de animo de las bestias heridas de muerte, sino ofrecer alternativas para armar a los ciudadanos del conocimiento y la experiencia necesaria para combatirlo, siendo la mejor manera de hacerlo no los gritos, sino el hacer y asumir conductas competentes.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

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