Este tema tiene una particular importancia en el devenir de la Venezuela actual, demostrado está que en materia de lucha de clases el país, está en los últimos lugares, no existe como califica una lucha de clases, fundamentalmente lo que hay y desde siempre es una clase que manifiesta el odio la mayoría de veces soterrada y otras, las menos, abiertamente. Se trata de una clase que clasificamos fuera del ámbito digamos académico, de lo que se define como clase social desde el punto de vista estrictamente económico, aunque la motivación fundamental de la clase en odio no es por el sentido de pertenencia, sino por el contrario, de la perdida de privilegios, entre ellos, la posibilidad de “ascenso social”, producto del usufructo del Estado en provecho propio.
Ahora en cuanto a la verdadera y rancia clase social alta, evidentemente que existe la segregación racial más que social, más no manifestada de manera clara como odio de clases, sino como la ganancia de una posición gracias al más conocido sentido burgues de la existencia y la cual utiliza a la otra para sus fines gananciosos y mantiene desde el punto de vista social no la paridad sino el uso indiscriminado de ella. Donde la existencia del odio de clases se manifiesta en forma clara y a veces vulgar es en ciertos sectores venidos de Europa, fundamentalmente españoles e italianos, al menos por la cantidad de inmigrantes llegados desde los años 40, aunque esto último podría sonar polémico, desde el punto de vista personal y como descendiente canario, la evidencia la he contactado de manera selectiva. Vayan a Cataluña. Barcelona o a la misma Madrid y lo que destila es ese odioso apartheid contra latinos y negros. Ni siquiera el norteamericano común se apropia de esta manera de ver la vida, por el contrario, es muy amigable y presto a la camaradería inmediata.
La clase en si, de cierta clase en odio en nuestro país, proviene de la defensa de un espacio, según mientan, ganado durante la democracia representativa y antidemocrática, que los colocó en situación de ventaja social, repetimos con privilegios que la mayoría de ellos, o al menos sus ascendentes nunca tuvieron, ese odio político social, encara la más estúpida visión de la vida misma y cuyo epicentro vivencial proviene del llamado “sueño americano” y al cual califican para llegar como el “éxito” obtenido, no importa en que forma y a quien o quienes hayan atropellado, vejado e inclusive en muchos casos vilipendiados y hasta asesinados, pasando por encima del concepto y amor a la patria, apátridas forjados en la medida que sus ingresos los colocaban al son de lo que calcularon como el ingreso a la clase social establecida y de cuna.
La gran mayoría de la población venezolana y esto es sumamente importante, lo más de este artículo, es que la clase baja y media baja y la clase media en general, no participa en actitudes de odio social, ni revanchismo facturador, sólo que reclamó y reclama el espacio que le corresponde en la estructura social venezolana y que en estos momentos ve realizada, dadas las políticas sociales implementadas y la clara orientación de la economía en función de esa mayoría determinante, ni siquiera en los trágicos momentos de febrero del 89, hubo manifestaciones de este tipo, lo cual indica a todas luces, que el venezolano por lo general no odia por diferencias sociales, económicas y mucho menos de raza.
Esto nos lleva a considerar la postura de ciertos sectores de la izquierda venezolana que aúpan la lucha de clases como epicentro de la lucha política y como uno de los objetivos del socialismo del siglo XXI, el principio marxista mal interpretado de la lucha de clases en el caso venezolano está muy lejos de aplicación, por ende, la construcción de ese camino pasa por respetar a las clases sociales como tales y el combate a fondo del odio social, manifestado en los últimos años, por sectores adversos al gobierno nacional y a la figura del ciudadano presidente, por los motivos expuestos anteriormente y otros de carácter político de un país para ellos que se niega a morir y la asunción del otro país que se construye todos los días. Si algún país califica como el de todos, ese es Venezuela y en esta dirección tenemos que hacer los esfuerzos debidos para evitar los desvíos y combatir con fuerza la corrupción y preparar políticas directas de incentivos a la clase media venezolana beneficiaria en muchos aspectos de la política revolucionaria de la Venezuela Bolivariana.
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