1, Aunque los marxistas hemos proclamado que queremos por igual a todo el mundo, la realidad es que amamos a quienes más cerca hemos tenido soportando y ayudando en todo. Alguien tontito dijo que “quien no quiere a uno no quiere a nadie”. Lo que sucede es que los marxistas (pensamiento que me dominó desde 1959) siempre nos convencimos de las batallas colectivas y contra cualquier interés individual del capitalismo.
2. Nos preguntamos: ¿Qué caso tiene sólo preocuparse por el familiar, el amigo, el vecino, el pobre en lo individual, cuando existe toda una humanidad, un país, una provincia, en las misma condiciones? No sé qué carajos digan las religiones, pero el marxismo con parecido a ellas, aunque verbalmente repudiándolas, proclama que hay que hacer conciencia para que la gente entienda que su liberación tiene que ser colectiva.
3. Pienso que cualquier religión, sea católica, cristiana o musulmana, está bien, pero debe repudiar todos los valores capitalistas, es decir, combatir todo la que signifique desigualdad económica, de poder, de raza o color. Los seguidores de Marx desde 1847 –trabajadores que buscábamos hacer la revolución anticapitalista- muchas veces fuimos dogmáticos porque veíamos los escritos de Marx como guía para la liberación total.
4. ¿Qué es entonces el amor para un marxista? Tengo la convicción en que la palabra amor -inventada hace mucho- se confunde con cariño, aprecio, deseo, cercanía, agradecimiento, solidaridad, fidelidad y mucho más, es sólo una expresión indefinible. Para nosotros amor, cariño, solidaridad, es lo mismo; dar a la sociedad lo que uno puede con mucha satisfacción; pero por encima de todo es luchar por derechos colectivos.
5. La realidad es que con eso del amor se especula sobre todo con el “amor propio”, es decir de uno mismo”. Se habla del “amor filial”, del “fraterno”, del “platónico”, de la “pareja”, a “Dios”, etcétera. La realidad es una palabra que se ha extendido, que ha sido tan general, que nadie la entiende porque más parece una especulación. Hay millones de gentes que nunca hablaron de él aunque su cariño fue ilimitado.
6. Nunca he dado regalos en lo individual –ni siquiera a niños- por considerar que los regalos son inventos del capitalismo que en vez de solucionar cosas las envician creando procesos de corrupción; pero nunca he dejado de hacer periódicos, carteles, dar cuotas para acciones de propaganda, incluso de solidaridad a compañeros de lucha. Todo individualismo es capitalista por ello ese sistema social les da ganancias.