Cristianismo y fuerzas revolucionarias unidas

Los portavoces de la oligarquía latinoamericana, incluyendo las cúpulas religiosas acostumbradas a participar del poder capitalista, han atacado de manera permanente los empeños de una pacífica, solidaria y fraternal revolución bolivariana en nuestro continente. Frente a la conducta de esas cúpulas, de colocarse en contra de los pobres que amó Jesús, resulta imprescindible realizar las siguientes reflexiones en el marco de la genuina doctrina evangélica:

La Biblia, en el Nuevo Testamento, libro "Hechos de los Apóstoles", capítulo segundo, versículo 44 y 45, nos da luces acerca de la forma como vivían los cristianos verdaderos: "Todos los que creían vivían unidos, teniendo sus bienes en común, pues vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos según la necesidad de cada uno".

De ese mismo libro de "Hechos de los Apóstoles" capítulo cuarto, versículos 32, 33 y 35, extraemos el siguiente texto: "La muchedumbre de los que habían creído tenía un solo corazón y un alma sola, y ninguno tenía por propia cosa alguna, antes todo lo tenían por común... No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y a cada uno se le repartía según su necesidad."

Estos versículos bíblicos demuestran que los cristianos vivían como hermanos, sin apoderarse ni acaparar los bienes y la riqueza para matar de hambre a sus hermanos, como lo han hecho históricamente las oligarquías latinoamericanas. Estos textos demuestran además que quienes están en contra de las transformaciones sociales que promueven instaurar patrias fraternales, están del lado de los poderosos del imperio y no con los pobres a los que amó Jesús. Si Jesús resucita nuevamente, se colocaría junto a los que padecen hambre y sed de justicia.

Esta claro que los opresores y las jerarquías eclesiásticas aliadas de la oligarquía construyen mentiras y manipulan la información para que los cristianos se alejen del proceso de la revolución bolivariana en curso, a favor de los humildes y la justicia fraternal por la que se empeñó Jesucristo. Obviamente, eso lo hacen para conservar sus privilegios, y porque saben que una distribución equitativa de la riqueza, como lo propone el auténtico cristianismo, disminuirá drásticamente sus groseros ingresos.

Los voceros de la oligarquía y del imperio declaran que a Cristo no le habría gustado el proceso revolucionario bolivariano. Eso es falso. La revolución bolivariana tiene como objetivo fundamental redimir a los pobres, a los que sufren, a los que amó Jesús. Jesucristo mismo fue pobre. Nació en un establo. Era hijo de un carpintero. Buscó a sus discípulos entre pescadores y campesinos. Predicaba que quien pretenda seguirlo dejará sus riquezas porque es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja antes que un rico se salve. Y cuando fue necesario utilizó la fuerza, como cuando sacó con un látigo a los mercaderes del templo. Para su doctrina fraternal, cada ser humano es un templo vivo del Espíritu Santo y es preciso amarlo y ayudarlo. Si él estuviera aquí y viera como sufren los seres humanos en su inmensa mayoría, y como lo profanan e irrespetan todos los días, también tomaría el látigo contra los oligarcas que buscan seguir humillando, empobreciendo, saqueando, engañando y dominando al pueblo pobre que tanto amó.

Jesús castigaría a los acaparadores de los alimentos, a los acumuladores de la riqueza, porque El dispuso que la tierra y sus bienes sirvan para todos, porque todos somos hermanos. Hoy, por la injusticia social y el hambre, muchos niños mueren prematuramente. Por la miseria y la desocupación mujeres se prostituyen y hombres delinquen. Por la necesidad y el abandono, ancianos y niños, inválidos y seres sin trabajo, piden todavía limosna en campos y ciudades de nuestros países, a pesar de tanta riqueza, la cual ha sido secuestrada y saqueada por una minoría de privilegiados, por una oligarquía sin corazón. Eso no lo quería Jesús y ello es lo que aspira cambiar de raíz la revolución bolivariana y las fuerzas progresistas de toda la América Latina

Los que atacan al proceso revolucionario y bolivariano, pretenden que los pobres sigan como antes, resignados y sometidos a los poderosos. Hoy, como siempre, atacan y atacarán a todo proceso que ansíe ayudar a los desvalidos y poner la riqueza de la nación al servicio de todos sus hijos. Y para alejar al pueblo de estos caminos de justicia social pacífica, los dominadores mienten y difaman todos los días. Permanente hablan que van a quitar los bienes a los pobres, como si los pobres tuviesen bienes exagerados y como si los seres solidarios, los verdaderos cristianos, estuviesen en contra de los humildes. Pero los pobres de nuestras Patrias ya saben que existe una salida, que la revolución bolivariana esta en busca de hacer realidad los sueños del Libertador.

Ya ha transcurrido casi dos siglos desde la independencia y la fundación de nuestras Repúblicas, y los pobres a los que Cristo prefirió, se les presenta una esperanza para superar sus adversidades, la espada de Bolívar fue desenvainada por el comandante Hugo Chávez. Una nueva conciencia de cambio es posible mediante la organización, entre otras acciones audaces, de un partido revolucionario unido y la formación política democrática y socialista como lo prevé el tercer motor constituyente, Moral y Luces, con miras a lograr una patria de hermanos y sin privilegios en Venezuela y América latina.

Ese afán genuinamente cristiano y fraternal, de redimir a todos los excluidos, es lo que hoy en día llamamos socialismo del siglo XXI; por eso hemos sostenido, que la mejor forma de ser cristiano en estos tiempos es ser socialista. Y este mismo objetivo humanitario desea para todos la revolución bolivariana liderada por el comandante Hugo Chávez.

Pero no esperemos que el imperio se quedará tranquilo, no esperemos que las cúpulas estarán conformes con nuestro proceso, quienes han adorado al becerro de oro, y han permanecido y están con el poder constituido hoy combaten, sin querer o queriendo, al proceso revolucionario bolivariano.

Cristo decía que había que cuidarse de los lobos con piel de cordero y que había que conocer a la gente por sus obras y sus frutos, puesto que los hijos de las tinieblas son más audaces que los hijos de la luz, acostumbrados a llenar de penumbra la conciencia en nombre de la claridad. La oligarquía, las cúpulas privilegiadas nunca ha dado buenos frutos para el pueblo, de la misma forma que de los espinos no se sacan racimos de uva, ni higos de los abrojos. Por eso quienes estamos persuadidos de la maravillosa solidaridad de las concepciones cristianas y sabemos lo que en verdad dice la Biblia, trabajamos por la revolución bolivariana, pacífica, solidaria, justiciera, libertaria, y llamamos a sumarnos y a expresar nuestra adhesión frontal con este proceso nuevo e inédito en la historia venezolana y latinoamericana.

No debemos escuchar los cantos de sirena de quienes ya gobernaron por turnos concertados una y otra vez, y jamás se acordaron del pueblo sino sólo para engañarlo en los procesos electorales. Es hora de avanzar todos fraternalmente, tal y como lo ha venido demostrando el pueblo de Venezuela, que está actuando con sabiduría y coraje. Para ello necesitamos la integración de todos los cristianos socialistas, de todos los partidos socialistas, al proceso revolucionario en Venezuela, porque separados y aislados somos frágiles y vulnerables. Una brizna de hierba o un hilo de cabuya es fácil de romper, pero nadie puede con un atado de alfalfa o una soga de la misma cabuya. Una gota de agua no es nada pero un río crecido, que no es más que la suma de gotas en un mismo cauce y con un mismo destino, es imposible atravesar. Es ese el objetivo del Partido Socialista Unido de Venezuela, integrar, atar, unir, construir un muro infranqueable contra los embates del imperio y de la oligarquía.

En tal sentido, se precisa el concurso y apoyo, la colaboración y participación política solidaria en este proceso que avanza de manera incontenible de todos y todas. Urgimos que nadie sea indiferente porque si las personas honestas no contribuyen con la revolución en marcha, estamos brindando ventajas a los bribones que aspiran a perpetuarse o recuperar el poder político para seguir saqueando la riqueza de nuestra Patria, sin importarles que seres humanos, compatriotas nuestros, padecen cotidianamente de hambre a causa de nuestra indiferencia y absurdo individualismo, el mayor cómplice de la injusticia.

Avancemos en el apoyo solidario al proceso revolucionario bolivariano, que anhela construir una nación de auténtica justicia, olvidemos nuestros privilegios, nuestras parcelas, dejemos que sea el pueblo quien decida el destino de la revolución, por eso el llamado a todos y todas, especialmente a los actuales dirigentes de los partidos de izquierda, para que se unan y participen en el partido unido de la revolución. Es hora de la unión.

Es la hora de erguirse en todo lo largo y ancho de América Latina para evitar que se apropien del futuro de nuestros hijos y de las futuras generaciones. Es la hora de emprender "Avancemos a paso de vencedores", como lo ordenaran los libertadores de nuestra América. Se oye ya el clamor del triunfo inevitable; los invictos tambores y las resonantes trompetas de las luchas libertarias de Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín y Ayacucho, retumban ya por el corazón de América Latina.

¡Ha llegado la hora del Pueblo!

marcano_omar@hotmail.com


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Omar Marcano

Trabajador jubilado del MPPCTII, Militante del PSUV, Ingeniero Eléctrico (USB, 1976)

 marcanoomarj@gmail.com      @pueblopatriota

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