En su decadencia, en el curso de su fase neoconservadora, el capitalismo imperialista apela a las ideologías que le precedieron a lo largo de las monarquías feudales, las cuales nunca logró enterrar a pesar de sus proclamas liberales y sus promesas de revolución democrática.
Retoma con nuevos bríos e ingeniosas modalidades el patriarcado.
Vuelve al caudillismo con un fuerte tono presidencialista.
Empapa los Estado y el desarrollo de las ciencias de un alto grado de religiosidad y paso a paso manda al carajo el laicismo.
Tritura las promesas de libertad, igualdad y fraternidad.
Siembra racismo por doquier y enfrenta la libertad de emigrar con una alta dosis de supremacía blanca y xenofobia.
El adulto varón al interior de la clase capitalista y de la propiedad privada altamente concentrada se erige en el centro de la sociedad y se extiende a la familia y a toda la pirámide social.
La democracia liberal, además de coexistir con periodos de dictaduras militares, restricciones y fascismo desbordado, ha resultado un proyecto efímero.
La incontenible sed de ganancia, expansión del capital y alienación de la sociedad humana prolonga el capitalismo occidental como combinación abigarrada de dominio clasista, machista, racista, adulto-céntrico, judeo-cristiano y ecocida.
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CONSECUENCIAS.
A escala mundial y en los diferentes escenarios nacionales-dependientes reina el dominio despótico de los monopolios sobre los mercados.
Prima la voracidad para apropiarse de lo que carece para impulsar las nuevas revoluciones tecnológicas y prolongar su existencia dilapidadora hasta devenir en lumpen capitalismo y lumpen imperialismo
La impronta liberal del capitalismo emergente de los siglos xix y xx queda atrás.
La bestialidad de su acumulación originaria es reincorporada para contrarrestar la perdida de hegemonía y la prolongación de su decadente existencia
Las promesas de paz y solidaridad apenas hacen de envoltura de una dominación militarista y una guerra global infinita. El capitalismo imperialista occidental se pentagoniza y la OTAN, con el PENTAGONO en sus entrañas y conectada al Complejo Militar-Industrial-Financiero, pasa a ser su brazo armado global.
Las reformas devienen en contra-reformas hasta convertirse en una contrarrevolución conservadora con fuertes tintes neofascistas e intensas dinámicas guerreristas.
Abundan si los adornos, las poses y simulaciones.
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POSES Y REALIDADES
En realidad, lo neoliberal es el camuflaje de lo neoconservador. De liberal tiene el disfraz: libre mercado, libre competencia, liberación de precios, y privatización de lo social y público como sinónimo de democracia económica y libertad… ¡Puras falacias!
El neoliberalismo es conservador y anti-democrático.
Es el periodo de la fase imperialista del capitalismo en que sus potencias estrangulan los mercados internos de su periferia dependiente e incluso de sus aliados con menos poder militar.
El poder supranacional desplaza los Estados nacionales.
La soberanía o se torna fantasía o sencillamente se expresa como rebeldía.
Los monopolios y oligopolios imponen los precios,
La gran propiedad subordina y manipula en mayor grado la mediana y la pequeña.
La exclusión social se multiplica, el egoísmo prima sobre la solidaridad, los servicios sociales se privatizan y todo se va mercantilizando; incluyendo política, partidos y elecciones.
La partidocracia termina usando en gran escala el Estado para hacerse ella misma capitalista, al tiempo que se asocia a los grandes grupos empresariales, para servirles y engordarlos.
Paso a paso la partidocracia se va transformando en plutocracia (poder del dinero) mientras los megas-capitalistas asaltan los cargos ejecutivos, trascienden fronteras y conforman espacios de gobernanza mundial
Las desigualdades se tornan abismales. Gobierno, Estado y partidos se privatizan en sí mismos…
Crece el despotismo económico, social y político. Se acelera la conversión de ciudadanos/as, electores/as. en clientela cuya dinámica no solo opera en las campañas electorales, sino que se ejerce y expande permanentemente desde un Estado privatizado y privatizador, generador de esas desigualdades y de un horrible proceso de empobrecimiento material y espiritual de gran parte de la sociedad humana y su entorno natural.
Así del saqueo del patrimonio natural a base de onerosas facilidades, se pasa a la apropiación directa del mismo por el gran capital privado, transnacional y local, en dimensiones y vertientes inéditas: suelo, subsuelo y sobresuelo. Fuentes de agua, sol, brisa, bahías, ensenadas, playas vírgenes, montañas y áreas protegidas.
De ahí brotan los resorts al borde del mar, puertos, aeropuertos, autovías, presas y acueductos privados; campos de paneles solares y molinos para energía eólica privados, hidroeléctricas privadas; el agua para garantías de préstamos y tesoros naturales convertidos en negocios a los compases avasallantes de la marcha de APPS, Fideicomisos y predominio de la mentalidad empresarial capitalista en el manejo del Estado y la política.
Y como la civilización capitalista occidental está en crisis de decadencia, porque su poder dominante resulta altamente destructivo del planeta y de sus seres humanos, su dominación se sigue gansterizando y pentagonizando; y como además se amalgama con la supremacía blanca, el patriarcado y el dogma religioso, su dominación se torna más racista, machista, xenófobo, homófono y criminal.
El capitalismo entra así al periodo ultra-conservador de su fase actual generada por una crisis múltiple y un declive incontenible desde su propia racionalidad, que no puede ser otra que la de la súper ganancia y la acumulación a costa de la existencia del planeta y de la humanidad.
Y la resistencia a esa fase su dominación, sensiblemente erosionada por las rebeldías de Estados y pueblos, por todo lo que emerge como diversidad anti-opresora, se torna más eficaz cuando la diversidad de las indignaciones tiende a confluir en un torrente transformador antiimperialista, anticapitalista, anti patriarcal, anti racista y eco-socialista.