Prolongar la vida trae consigo la multiplicación de las ausencias.
Los años sesenta del pasado siglo plantearon en el mundo, en América Latina y el Caribe y en Venezuela el compromiso con la Utopía.
Fue un oficio duro, que exigió a la vez la militancia en la clandestinidad, la creación, la belleza, el amor, en la lucha armada y en la de las ideas.
En Venezuela significó para una generación la pérdida de más de diez millares de vidas en desigual combate contra el capitalismo, el imperialismo, las transnacionales y los populismos cipayos que se prestaron para entregar la soberanía y convertirse en instrumentos de las inversiones foráneas.
A Julio Escalona lo vimos en todos los frentes, y si bien sufrió derrotas no se rindió en ninguno.
Julio es símbolo de una generación que empezó temprano el combate porque jamás aceptó que para la esperanza fuera demasiado tarde.
La medida del hombre es la lucha que emprende.