Manifiesto por la rebeldía intelectual; y a cual movimiento popular apostamos

¿Cuál intelectual, es él necesario? Aquellos y quienes se plantean como principio de realidad negar lo dado. Sin este requisito gnoseológico; no hay pensamiento crítico posible. La explicación a ese "movimiento real de las cosas"; amerita del principio ético: la rebeldía intelectual. Será rebelde quien, al pensar desde la poesía, el teatro, videos, los murales del pueblito y las metáforas del barrio; convoca a formular preguntas a ese poder de la realidad: que por despiadado; hoy se torna primero odioso antes que "dado". Son intelectuales de la rebelión aquellos y que no teniendo todas las repuestas; sabrán desde donde formular las preguntas colectivas: un intelectual es sustancia de rebelión si y solo sí; su pensar aprende a forjarlo en la heurística colectiva de las miradas morales de la Republica. Es decir, un vulcano, un creador de la poesía, del teatro, de los murales juveniles, de cuentos e historias; no para reproducir; los hachazos de lo dado. Sino para transformarse en acto y transformar la prisión en que ha terminado la realidad.

Los intelectuales vistos desde este punto de vista ahora nos tocan elevar nuestro grito de protesta sencillamente por la libertad, por la dignidad humana. Seremos escritores, pintores, algunos filósofos, otros periodistas independientes, y así un sinfín de constructores de sensibilidad y conciencia fuera de toda dependencia a las estructuras podridas del poder. Estamos bajo un régimen que se han convertido en un terror mafioso, y ya es hora de que la fuerza intelectual se manifieste mas allá de la individuación intelectual t y nos evoquemos a entendernos como aquel colectivo pensante y creador que construye la materia prima no solo de la condición republicana que somos sino que provoca esa dialéctica negativa mas no rendida, hoy absolutamente oportuna frente al desastre nacional que vivimos y una globalidad donde el genocidio se ha convertido en costumbre de los imperios y sus aliados. Se considera mediante este manifiesto que el pensamiento crítico ha de rebelarse y cuya preferencia política no ha de ser otra que la rebeldía misma y el llamado a la lucha por una república libre y justiciera.

El pensamiento y la creatividad humana se despiertan, negando absolutamente la legalidad de lo ilegitimo y la razón de ser de este poder que todos los días se parece más a un neofascismo con caricaturizado de socialista. Las ideas vienen de nuestro lado al menos las mas esenciales y el esfuerzo por crearlas es nuestro trabajo. Ahora esto se funde en una colectividad pensante que repulsa a este régimen reproducido y reproductor de odios, pobreza, y regímenes de fascistización social contra los trabajadores y de coerción legal y policial contra la generación ANTICLAP; generación anticlap, así denominaremos a los 2500 adolescentes prisioneros de las ergástulas del minotauro.

Ahora y en la onda del bolivarianismo libertario de Nuestra América; tenemos que advertir que entre los manifiestos de verdadero patriotismo; tenemos el Manifiesto de Ayacucho; desde el cual comienza a darse forma en esta parte de la América la nación republicana. Simón Rodríguez a la altura de sus circunstancias; ejerció la crítica intelectual y en ese sentido es quizás el primero en denominar al gobierno de todos; como él mismo lo significó: "toparquía". Y como maestro es en realidad el maestro de todos, un verdadero gestor de la pedagogía libertaria y de las ideas esenciales que hacen a una nación, abierta, libre, igualitaria. Pero para ello necesitamos las ideas; la producción de un ahora conflictual y un después momento de edificación. Son las ideas de la reconfiguración del estado, del rescate de la constitución, su reforma en los lugares donde ella nos deja en claro cómo podemos rebelarnos ante un poder que hoy traiciona y traicione; un poder que destruya y destruye la república. Allí y donde todos los derechos civiles y el valor del trabajo son triturados; y se desdibuja el ser de la república. Es decir, la dignidad humana del hombre. En el orden constitucional el trecientos treinta y tres de la constitución; otorga plena legitimidad al acto de la defensa republicana. No obstante ¿el cómo? No está en manos de los militares; como comúnmente entre juristas se enzarza; sino en la vocación política de quienes apuesten al acto de la rebeldía. En ese orden el problema en cuestión antes que de interpretaciones jurídicas; es de probabilidades políticas en el devenir. Y las probabilidades políticas, antes que encarnarse desde los decretos constitucionales, son representadas; por mujeres y hombres morales. De nada sirven los principios jurídicos; si la patria carece de republicanos éticos.

Así las cosas; este manifiesto expresa una necesidad: la creación de ideas; de propuestas que configuran el horizonte y convoquen la rebelión empezando por la sustancia de ideas; que nos decreten ¿cuál es el camino? Por ello además de acompañar el profundo rechazo popular con los poderes constituidos, tenemos como principio ético político; el que las ideas generadas en el acuerdo colectivo; nos den las líneas del que hacer. es decir, de un ahora y un después: en fin, de un programa de refundación de la república.

Llamamos entonces a la intelectualidad crítica a que no deje de manifestarse, en un más allá de los tiempos que nos han impuesto; y avancemos en nuestra propia temporalidad; que no es otra cosa que el tiempo de la liberación que en fecha reciente se expresó en los pueblitos y barrios de Venezuela; e como rechazo cívico a los forajidos de oficio. Es la temporalidad de la poesía que acusa a los impostores penales de la poesía, del teatro que defiende los derechos humanos, de los videos que impugnan a los mercaderes, de los muralistas que denuncian la detención de los adolescentes. Es la demanda por un tiempo histórico creador de alternativas médicas, un tiempo donde la renta del trabajador este ajustada a sus necesidades físicas y morales. un tiempo del trabajo que renueve infraestructuras sin destruir las fuerzas vitales del trabajador, un tiempo que le permita al trabajador recuperar su capacidad de consumo y una vida digna, un tiempo que reestablezca la organización y el poder de la base popular, un tiempo de vida para el empuje en la creación de nuevas industrias y tecnologías, un tiempo para hacer renacer la cultura constructora de nuestras regiones, pueblitos y barrios. Un tiempo en que el barrio de la negritud y el pueblo de los campesinos productores; no sean los lugares en donde el mercader electoral; cambia votos por mortadelas. En fin, una temporalidad en que los movimientos populares sean autónomos ante la burocracia; beligerantes frente a los capitalistas burocráticos y privados y clasistas ante el poder del capital.



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