Destruyen los árboles ¿y nosotros que? Acaban con la fauna ¿y nosotros que? Destruyen los ríos ¿y nosotros que? Saquean las arenas de los causes ¿y nosotros que? Desertizan las tierras fértiles ¿y nosotros que? Saquean las riquezas naturales ¿y nosotros que? Infectan nuestros mares ¿y nosotros que? Nos inundan con drogas ¿y nosotros que? Asesinan a nuestros niños ¿y nosotros que? Matan a nuestras mujeres ¿y nosotros que? Desaparecen a nuestros hombres ¿y nosotros que? Convierten los alimentos en comida para autos ¿y nosotros que? Quiebran nuestra atmósfera ¿y nosotros que? Acabaron con los aborígenes ¿y nosotros que? Cunden el planeta de miseria ¿y nosotros que? Entierran la inocencia ¿y nosotros que? Comercian con nuestros muertos ¿y nosotros que? Degradan la vida ¿y nosotros que? Imponen sus reglas ¿y nosotros que? Demuelen a dios ¿y nosotros que? Adoran al diablo ¿y nosotros que? Imponen sus guerras ¿y nosotros que? Conducen al planeta y la raza humana a la extinción ¿y nosotros que?...
Existe un estado de catalepsia en la humanidad, no reaccionamos ante lo inminente. Prestamos mas importancia a la posesión de un carro, que a preservar la fuente de oxigeno del planeta. Nos importa más la vestimenta de marca reconocida para lucir, que la moral que nos pueda identificar. Es más importante el capital que podamos acumular, que la salud del vecino. Tenemos mas respeto por los bienes materiales de los demás, que por sus cualidades humanísticas. Creemos mas útil a quien nos explota, que a quien produce el alimento. Es más honorable, el político que ha escalado posiciones engañando, mintiendo y estafando, que al justo profesional que cumple su deber de servir con lealtad y respeto…
La inversión de los valores, éticos, y morales, que sirven de factor armonizador en la sociedad, induce a una nueva escala de valores totalmente opuestos a los deseables. La necesidad artificial de satisfacer nuevas metas en la vida. Nacidas para complacer ambiciones y bienes que no tienen nada que ver con las legítimas posesiones naturales y necesarias.
Jactancias, vanidades, caprichos, complejos y apariencias irreales, nos conducen por sendas impostadas; que más que acrecentar nuestra calidad humana, nos convierte en esclavos de vicios y conductas llamadas “modas”.
Debemos retomar la vía del humilde pastor, pero alejados de la religión manipuladora, podemos y debemos conjugar el cristianismo, el marxismo, el robinsonismo, el guevarismo, es decir: toda filosofía, ideología, corriente de pensamiento (humanista, justicialista); que conduzca a un estado de organización social, político y económico, en donde lo más importante sea la garantía de estabilidad desde todo punto de vista; de todos y cada uno de los que conforman la sociedad, sin distingo de raza, color o credo, donde la guerra sea sustituida por la lógica de la razón y la justicia imparcial. Una sociedad, donde la mayor capacidad de comprensión o inteligencia, sea utilizada para beneficiar al mas necesitado, y no para favorecerse con particularidades egoístas y ambiciosas. No acatar esta necesidad, lo más rápido posible, significaría que hemos firmado el decreto de desaparición nuestra y de otras especies de esta nave interestelar llamada “tierra”. Queda poco tiempo, creámoslo o no.
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