Hoy es como cuando tienes un inquilino que llega tarde, ebrio, haciendo ruido, tumbado las lámparas y los adornos de la casa, se para tarde y al cocinar deja todos los trastes sucios y además te grita o te falta el respeto, si el dueño o responsable de la casa no pone orden, este indolente se tomará la casa y te sacará aún cuando seas el legítimo y legal dueño o responsable de la casa.
Hasta ahora, la táctica de los sectores revolucionarios ha sido pasiva, de repliegue, no ha habido contraataque, prácticamente se ha desmovilizado. No bastando esto, las pocas acciones de respuesta son torpes y nada planificadas u organizadas, con falta de ingenio y creatividad.
Tenemos al enemigo externo fortaleciéndose, y al interno debilitándonos, y sabemos que está ahí sin hacer nada.
Es urgente la movilización creativa y motivadora, pero aún más, conciente. Es urgente mostrar los dientes, desbordarlos, volverlos locos y que se desesperen, es imprescindible practicar la prudencia activa que provoque el desenfreno de ellos para que evidencien todas sus armas para poder neutralizarlos, de lo contrario, estaremos en sus manos.
Para ello necesitamos a un cuerpo o frentes juveniles y femeninos sólidos, pero aún más, con autonomía y discrecionalidad acompañada de una buena orientación política, que implica información precisa de la situación actual para tomar decisiones.
En este momento, donde el enemigo está armado de mentiras, debe prevalecer en nosotros la verdad, pero aún más, debe prevalecer el asumiros herederos de la historia de los movimientos juveniles y estudiantiles que han luchado en nuestro país durante décadas por lograr lo que hoy estamos iniciando. Cada muerto, cada herido, cada lucha, cada trinchera del pasado no fue por otra cosa que el socialismo, y no podemos permitir que hoy esos muertos, heridos, esas luchas, cada trinchera sea la justificación para instaurar el neoliberalismo en nuestra patria. No es posible que nos permitamos quitar nuestras banderas, es como siempre ha sido, hora de luchar con o in estructura del Estado, con el pueblo, todos en la calle, como antes, como siempre, para recordar que las luchas no se ganan sino peleando.
Dejemos de lado el aburguesamiento boli-hummerino y volvamos a nuestras raíces, en este punto donde la concepción militar no basta para comprender que cada uno de nosotros debe estar totalmente movilizado en todos los espacios, para demostrar que a la mayoría se respeta y que con el pueblo todo, sin el pueblo nada. Defender ésta, nuestra revolución entra en una nueva etapa, donde la burguesía y la boliburguesía son dominadas y desplazadas por la democracia popular y donde la verdad se impone ante la falsedad de los intereses de la oligarquía apátrida.
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