El pueblo castigó a los gobernantes socialistas allí, donde los socialistas no se comportaron como tales. El burocratismo, la ineficiencia y la desidia no se tapan con pantalla y publicidad. En algunos casos, la dejadez rozó la indolencia. Nuestros jugadores, allí, no hicieron siquiera las jugadas de rutina, las elementales, las del librito. Y así, dijo Mario Moreno, no se puede.
Lo del rechazo de la clase media (o mejor en plural: clases medias) va camino de convertirse en un mito electoral. ¿Creen ustedes que los 7millones 300 mil venezolanos que votaron hace dos años por Hugo Chávez son puros obreros, campesinos y marginales o lumpen, como los llama el dueño de El Nacional? ¿Lo son acaso los 5 millones 300 mil electores que en estas regionales sufragaron por el Partido Socialista Unido de Venezuela?
Ningún gobierno, en el último medio siglo, ha beneficiado más a las clases medias que el actual, presidido por el comandante Hugo Rafael Chávez Frías. La eliminación de los créditos indexados, la cuota balón y las deudas inmobiliarias en dólares son apenas un dato. La puesta al día de las prestaciones y los pasivos laborales en los sectores universitario y profesional forman parte de la justicia social impulsada por la revolución. La universalización de las pensiones del seguro social y la inclusión en salud y educación de amplios sectores del pueblo suman en el mismo sentido.
Existe, sin duda, un quiebre entre la realidad y la retórica. Amplias capas de la sociedad, aunque tengan la barriga llena, juran que la tienen vacía si los medios así se lo restriegan. La distorsión mediática es permanente, sistemática, atroz. Y la clase media es su mejor caldo de cultivo. Reconozcamos también que, a esos medios, los socialistas en muchos casos se la ponemos bombita.
Dicho esto, al frente se extiende un mapa rojo rojito a todo lo largo y ancho del país. No es cualquier cosa. El socialismo ha triunfado en las instancias de poder más cercanas al pueblo y al ciudadano. El 81 por ciento de las alcaldías están del lado de la revolución bolivariana. Una oportunidad de oro que nos ha brindado el bravo pueblo de Venezuela para trabajar de abajo hacia arriba, desde las bases populares. ¿Qué más puede pedir un partido que se define socialista?
Y allí donde no se obtuvo la victoria, toca hacer una oposición seria, radical y responsable. Un trabajo político dirigido a los trabajadores, la juventud y los sectores medios de la sociedad. Es bueno que la oposición piense que el socialismo fue confinado a lo que despectivamente llaman “la Venezuela rural”. Es bueno que nos imaginen abriendo trochas en ese país perdido entre monte y culebra. Nadie espera que en el pasillo de un mall se le dispare una cascabel.
Codo a codo con el pueblo desde la gran mayoría de las alcaldías y el poder local, no será la primera vez que el socialismo llegue desde el monte.
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