A diez años de haberse iniciado una nueva etapa de la revolución social en Venezuela que –como todos conocemos- ya había comenzado en 1810 con Francisco Miranda y continuada en toda su profundidad y extensión por el Libertador Simón Bolívar, cada día brota con más fuerza el ideal obrerista del alemán Carlos Marx. Este gran ciudadano del mundo, fundador de la primera OING (organismo internacional no gubernamental) según consta en ONU, con su Asociación Internacional de Trabajadores más conocida como I Internacional, había nacido un día como hoy, 5 de mayo, del año 1818, en Tréveris, donde ya comenzaban a circular las noticias y a conocer el decursar de las guerras independentistas en América del Sur y casi se oían los ecos de los fusiles y los cañones libertadores contra el jefe español Morillo.
Sin embargo, la visión europeista y eurocentrista con que la metrópoli española impregnó el sistema educativo y hegemonizó sobre los medios de comunicación, aún hoy, a casi doscientos años, todavía la padecemos. Incluso, el propio Marx fue -de cierto modo- víctima de esa misma filosofía colonialista, con que el propio imperio europeo impuso su poder hegemónico en África y Asia. Pero así como Marx pudo emancipar su conciencia, ante una realidad ideológica capitalista dominante, hoy el pueblo venezolano y las comunidades hermanas residentes, liderizados todos por el Comandante Hugo Chávez, van emancipándose y van comenzando a construir una nueva etapa, ahora en el contexto de una coexistencia de ideas contrapuestas y de un momento histórico de tránsito real del capitalismo al socialismo, algo que avizoró y predijo Marx desde mediados del siglo XIX, cuando por Nuestra América ya habían ocurrido acontecimientos de profundo carácter antiimperialista, por ser de naturaleza liberadora –quizás no conocidos profundamente por Marx-, como fueron aquellos hechos sellados con el ideal de Bolívar: el Manifiesto de Cartagena (1812), la Campaña Admirable (1813), la Carta de Jamaica (1815) y el Congreso y Discurso de Angostura (1819), la Batalla de Carabobo, las fundaciones de nuevas repúblicas bolivarianas como Perú (1823), la Gran Colombia (1822), Bolivia (1825), el Congreso Anfictiónico de Panamá, entre otros que no llegaron a culminar los sueños del Libertador y que llevaron a José Martí a recordarle a los pueblos: ¡todavía Bolívar tiene que hacer mucho en América!.
Precisamente, fue José Martí, el Héroe Nacional de Cuba, el primer líder popular latinoamericano posicionado en los medios de prensa, que reconoció la grandeza de Carlos Marx, ya desde el año de su muerte en 1883, cuando desde su ventana de la casa en Nueva Cork, Martí veía desfilar en sus aniversarios, una poderosa masa obrerista en homenaje al hombre que por primera vez había pedido al mundo: ¡proletario de todos los países uníos!.
“Merece nuestro honor” escribió José Martí quien como gran cronista de su época y base de sus agudas observaciones sociales, comenzaba a fraguar su ideología revolucionaria con que dos o tres años después comenzara a organizar a los trabajadores y obreros tabacaleros de La Florida, como base social del ejército libertador de Cuba en la década de los noventa. Con ello, José Martí haría cumplir el deseo de Simón Bolívar, su gran maestro, y a la vez, dejaba sentado para la posteridad el papel relevante y decisivo de la clase obrera en la emancipación social.
Y aquí hago, lo que podría parecer una digresión, pero más que ello es una necesidad histórica: hay que estudiar sintáctica, semántica y semióticamente el escrito sobre Simón Bolívar publicado por una enciclopedia norteamericana, supuestamente hecho por Carlos Marx para percibir –a mi juicio- un cúmulo de evidencias que podrían descartar la autoría de Marx, quien nunca escribió algo sin una visión dialéctica (aún hegeliana) y mucho menos sin un enfoque clasista como principal ideólogo de la clase obrera. Si se estudia con una perspectiva marxista, lingüísticamente, dicho escrito, se podrán apreciar conceptos nunca usados por Marx en escrito alguno de corte histórico y omisiones de categorías creadas por el para referirse a personalidades, objeto de sus estudios “dialécticos materialistas”.
Considero imprescindible, en esta etapa que iniciamos, de la Revolución Bolivariana, acudir a nuestros hermanos y camaradas estadounidenses, alemanes, rusos, ente otros, para dilucidar –al menos- que Marx no fue el verdadero autor de este escrito. Es muy importante. Recuérdense las impresiones de José Martí acerca de Marx en pleno apogeo y tránsito del capitalismo liberal al capitalismo monopólico en Estados Unidos, que dan cuenta de que para esos crecientes monopolios de orientación monroistas, las ideas de Carlos Marx debían ser mediatizadas antes de llegar a Sudamérica para que fueran repudiadas por quienes profesaban el ideal de Bolívar, y qué mejor para ello que buscar un distanciamiento sentimental entre Marx y Bolívar, máxime cuando el principal ideólogo hispanoamericano, José Martí, que leía el público de Norteamérica y de Latinoamérica comenzaba a escribir tan atractivamente sobre Carlos Marx. Por otra parte, léanse las referencias de Martí sobre Marx (1883 y 1884 entre otras) en sus escritos de Escenas Norteamericanas y obsérvese que -con la franqueza característica de Martí y en un contexto posguerra civil- la estatura política de Carlos Marx es muy relevante y significativa para el lector hispanoamericano y estadounidense, solamente criticando a Marx por haber empujado a los trabajadores a la violencia sin estar preparados para ello y que luego el propio Martí reconocería tajantemente con su posterior esfuerzo de preparación político-ideológica de las masas obreras que lo acompañarían a la guerra de independencia a partir de inicios de 1895 (*).
“Esta es una revolución obrerista” ha reflexionado en varias ocasiones el Comandante Chávez (1) en medio de esta aguda batalla por construir una sociedad verdaderamente justa en Venezuela a casi doscientos años de la gesta de Miranda y Bolívar, a partir de un sistema social socialista que tiene como entorno a un sistema imperialista de dominación en franca decadencia y que -si bien es cierto su larga agonía y algunas variantes de enmascaramiento-, no menos cierta es su derrota final en los próximos diez a quince años, pues “el agotamiento” es irreversible, o como dijera Marx, el nivel de agudización de sus contradicciones internas producto del estallido entre las propias relaciones de producción, cambio, distribución y consumo creadas por él ha creado tal freno a todas las globalizadas fuerzas productivas que desde dentro de sus entrañas vienen surgiendo sus propios sepultureros, encarrilados por complejos senderos donde hay diversos guardianes de los pueblos que no deben dejarlo escapar ni tomar un nuevo aire. Para ello, la paciencia asiática y la pasión caribeña en franca armonía con la noble inteligencia originaria indígena, mezcladas e integradas en las ideologías revolucionarias existentes en este siglo, desde estos llanos y montañas andinas hasta las orillas del Orange, cumbres del Himalaya o ciudades heroicas del Vietnam socialista, darán su aporte para acabar de una vez y por todas con el sistema imperialista de dominación.
Por ello, comienza a volver a recordarse a aquel “gladiador de mil batallas”(2) como lo fue Lenin quien reconoció desde principios del siglo XX: “la doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta”. Su exactitud es una precisión dialéctica y su poder es expresión de la importante batalla de ideas que hoy se impone como opción necesaria y efectiva ante el moribundo pero aún violento imperialismo yanqui. “Lenin –nos dijo Fidel- es de esos casos humanos realmente excepcionales. La simple lectura de su vida, de su historia y de su obra, el análisis más objetivo de la forma en que se desenvolvió su pensamiento y su actividad a lo largo de su vida, lo hacen en realidad ante los ojos de todos los humanos un hombre verdaderamente —repito— excepcional. Tuvo un maestro, que fue el fundador del marxismo. Dos maestros, sería mejor expresar: Carlos Marx y Federico Engels (…) Defendió la doctrina de Marx frente a todas las mistificaciones, tergiversaciones y deformaciones. La defendió y demostró cuánta razón tenía. Los hechos históricos demostraron cómo todas aquellas corrientes contra las cuales combatió Lenin condujeron, en los distintos países de Europa, a la crisis del movimiento revolucionario, al fracaso del movimiento revolucionario, a la traición al movimiento revolucionario”. (3)
Entonces, al iniciarse la nueva etapa de la Revolución Bolivariana, continuemos profundizando la obra revolucionaria junto al invencible Comandante Chávez, construyendo el socialismo en todos los espacios, estudiando y rindiendo un profundo y sincero homenaje a Carlos Marx quien “vive en las agitaciones excelsas de la gloria”, como lo hizo José Martí en su momento histórico para cumplir a cabalidad la obra y los sueños de Simón Bolívar, con la única combinación social posible, en torno a la clase obrera como eje central del sujeto histórico, para profundizar el socialismo bolivariano, expresión singular -por sus particularidades venezolanas- del socialismo del siglo XXI. Ello es parte de la poderosa doctrina marxista en la revolución, para la revolución y por la revolución bolivariana que el pueblo llevará hasta sus ultimas consecuencias.
CITAS
(1) Alocuciones del Comandante Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, en reuniones con directivos sindicales y ministeriales, y actos multitudinarios con el pueblo. Leerlas por www.minci.gob.ve
(2) Discurso de Fidel el 22 de abril de 1970 en el Centenario del Natalicio de Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) en www.granma.cubaweb.cu Discursos.
(3) Ob.cit.
(*) Las Obras Completas de José Martí (26 tomos) en formato digital pueden adquirirlas y solicitarlas al Centro de Estudios Martianos de La Habana cem@mincult.cu o en Caracas solicitar el apoyo informativo a través del correo del autor de este artículo: wongmaestre@gmail.com.