La primera impresión sobre este título y es lógico que sea de esta manera, es la de establecer diferencias entre el presidente y la obra de gobierno; pero lamentablemente para algunos, no se trata de eso, sencillamente es un ejercicio tautológico, de tal manera que quede a las expectativas, la respuesta debe ser si existe realmente antagonismo o contradicción entre una y otra. Es común escuchar en voces que no calificaría estrictamente de oposicionistas ni de chavístas, que Chávez es y hace lo impredecible por hacer un buen gobierno e incorporar a la gente en la lucha por su propio destino; cada instante de su vida personal y como presidente, es un momento de enfrentamiento contra la conformidad y el hacer cotidiano, está sumergido en las profundidades del hecho social y por todas partes se le ve, que jamás saldrá de allí, en esto fundamentalmente es que podemos indicar que está la gran diferencia; no podemos afirmar que no haya otros que caminan a ese ritmo, en efecto los hay.
Ahora bien si encausamos lo anterior hacia los adentros de la administración pública en todos los niveles, Gobernaciones y Alcaldías de elección popular, lo que supone la necesidad de garantizar una buena gestión, más ahora que pueden reelegirse; en el caso de Ministerios, Institutos Autónomos, Fundaciones, organismos adscritos y etc, la situación es otra, son funcionarios de libre nombramiento y remoción, gente que debe ser de confianza entiendo, por que si no, estarían en otro lugar. Otro caso de suma importancia es la conformación y estructura del Partido de la Revolución, el P.S.U.V., quien se observa ausente del devenir del proceso revolucionario, no dicta cátedra de política por decirlo de alguna manera, solo unas declaraciones o rueda de prensa nacional, fijando posición en uno que otro tema. Podríamos decir que la revolución pareciera ser solo Chávez y el pueblo, que queremos decir con esto, he aquí el leit motiv o el centro de atención al cual le debemos dedicar muchas reflexiones y la cualidad del título del presente trabajo.
De acuerdo a la reflexión anterior, podemos entonces afirmar que el gobierno, que es el conjunto de instituciones e individuos que adelantan la gestión gubernamental está divorciado de las ideas y dictados del presidente, por supuesto, hay excepciones importantes que todos conocemos en cuanto a la proyección de sus actuaciones en la función pública, que es distinto a lo que ocurre hacia las interioridades de cada uno de los organismos, por estas cosas y sin orden preestablecido mencionamos: ausencia del concepto de servidor público de manera recurrente y visible, ausencia de control y rendición de cuentas exigible por ministros y directores, ausencia de mística y dedicación en las labores ordinarias, exageradas reuniones de directivos en horas fuera de horario que no le dan valor agregado a los resultados, entrañables manejos del presupuesto, rellenando con inventos programas y/ proyectos que no existen o que luego son modificados, empleados de “confianza” (99), no con la institución sino con el que le dio el cargo, ausencia de líneas de acción cónsonas con las líneas centrales emanadas del Consejo de Ministros, ingresos de personas contrarias al gobierno en calidad de contratados, sin un control debido, permanencia en cargos claves de personal protegido por las leyes laborales en razón de permanencia en cargo fijo, no pueden ser destituidos salvo casos de difícil imputación, y lo más importante y doloroso es el desprendimiento de los programas de la institución con las comunidades, el ejemplo de esto está cuando se elabora la formulación presupuestaria ajena al entorno socio productivo.
Estas categorizaciones definen el divorcio entre lo que quiere el presidente y deben cumplir los organismos de la administración pública, como pueden notar no he querido tocar lo que corresponde a la corrupción, porque ello, requiere en un estado de conciencia las suficientes pruebas o respaldos, lo que es materia de los organismos de control internos y externos en la auditoría fiscal, donde de nuevo insistimos no se realiza el trabajo de seguimiento en casos de ostentación reflejado en la posesión y conducta de los funcionarios, aún hay más y es lo más preocupante, enfriamiento de aquellos funcionarios que demuestran militancia revolucionaria y quieren que las cosas cambien, los cuales son inmediatamente cercados bajo la persecución y hostigamiento funcional.
En fin de cuentas, es urgente que estas cosas sean conocidas por el presidente, porque es el y nadie más quien las puede mejorar y demostrar que la administración pública será diferente cuando verdaderos revolucionarios estén al frente de las instituciones.
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