Desde hace más de dos siglos, es decir desde los tiempos de la revolución francesa, se viene empleando de manera habitual los términos “Derecha” e “Izquierda” para designar el contraste de las ideologías, y desde luego el comportamiento de los movimientos sociales y políticos respondientes a diferentes referentes de carácter ideológicos y filosóficos, ambos términos expresan una visión dicotómica de la política, por lo tanto ninguna doctrina, ni ningún movimiento pueden ser al mismo tiempo de Derecha y de Izquierda.
Aún cuando hay sectores del pensamiento liberal burgués interesados en negar tal disyuntiva, los términos de “Derecha e Izquierda” continúan teniendo plena vigencia, dichos sectores pretenden confundir, al señalar a los ciudadanos como sujetos políticos “transversales” respecto al esquema axial Derecha-Izquierda, también refieren una supuesta “crisis de la ideología”, para llegar a la falaz conclusión del “fin de las ideologías”, tal como fue descrito por el escritor norteamericano Francis Fukuyama, en su obra “El Fin de la historia y el último hombre”. Como argumento fundamental refieren el fracaso del sistema soviético, tras el colapso del llamado socialismo realmente existente, de acuerdo con esta lógica, el socialismo habría muerto, y la lucha de los trabajadores y del pueblo en general por construir un modelo de sociedad distinta quedaban absolutamente canceladas, pero ocurre en honor a la verdad, que la crisis del sistema soviético no significó el fracaso del socialismo, ni tampoco el fin de la Izquierda, ni mucho menos de las ideologías, sino lo que significó fue el fracaso de un modelo socialista distorsionado por aditamentos burocráticos y autoritaristas, históricamente delimitado en tiempo y espacio.
Ningún izquierdista puede negarse a admitir que la Izquierda de hoy no es lo mismo que la Izquierda de ayer, púes mientras existan hombres cuyo empeño político sea movido por el profundo sentido de la insatisfacción y del sufrimiento frente a las inequidades de las sociedades contemporáneas, se mantendrán vivos los ideales que han marcado desde hace más de dos siglos el pensamiento emancipador izquierdista a través de la historia.
El empeño de la construcción del socialismo contextual, autóctono, ecológico, libertario y humanista del siglo XXI, a partir del pensamiento bolivariano, y de lo que ha llamado el Comandante Hugo Chávez Frías el Proyecto de Simón Bolívar el libertador, de Simón Rodríguez el Maestro, y de Ezequiel Zamora el General del Pueblo Soberano, y además nutrido por el pensamiento progresista y humanista como acervo de la humanidad, entre los cuales destacamos al Marxismo, y de estudiosos y renovadores latinoamericanos del Marxismo, como son los caso de de José Carlos Mariátegui, de Ludovico Silva, y otros, y del significativo legado del Cristianismo, en relación este último podemos resaltar el aporte del Movimiento Cristiano de la “Teología de la liberación”, el cual se inició en Iberoamérica después de la realización del Concilio Vaticano II en la década de los 60, e inclusive el aporte de teorías como las del “Pensamiento Complejo” y la “Teoría Crítica” de Jurgen Habermas, y del pensamiento de otros intelectuales renovadores del Marxismo como son Antonio Gramsci, Rosa Luxemburgo, Ernesto “Che” Guevara, Fidel Castro y otros. Lo que ha conllevado a definir un “Nuevo Proyecto Histórico”, La repercusión que este Proyecto del nuevo socialismo ha tenido en la mayoría de los países latinoamericanos, esta cristalizando como por ejemplo en el surgimiento del ALBA, e incluso a marcado pautas en cuanto a una nueva teoría en el campo revolucionario a nivel mundial, tal como lo reconocen destacados intelectuales de diversos orígenes: europeos, asiáticos, africanos, del mundo árabe y norteamericanos; lo cual constituye una demostración palmaria que el Socialismo como Proyecto Político de la humanidad esta hoy más vivo que nunca, y se proyecta como la única salvación del planeta, en tanto que alternativa al sistema capitalista como generador de pobreza y depredación, al producir este modelo capitalista la explotación del hombre, y una profunda crisis ecológica, debido a la devastación irracional de la naturaleza, lo cuál ha traído como consecuencia entre otras cosas, el recalentamiento global, el pernicioso cambio climático, los daños irreversibles a la biodiversidad y la contaminación y agotamiento del agua a nivel planetario.
Por todas estas razones y muchas más, somos de izquierda y somos socialistas, asumiendo con nuestro compromiso y acción, colectiva una de las frases del inolvidable comandante Ernesto “Che” Guevara, “El deber de todo revolucionario es hacer la revolución donde quiera que se encuentre”.
El reciente golpe de estado en la República de Honduras, dado por la oligarquía de ese país, a la usanza de los perpetrados por los gorilas militares del “Cono sur” durante las décadas de los 60 y 70, contra un Presidente constitucional, democráticamente electo, por el solo hecho de favorecer al mayoritario sector social, históricamente excluido de ese país Centroamericano, debe significar una alerta para los revolucionarios del mundo, y para los latinoamericanos de manera particular, en cuanto a que los sectores conservadores y ultraderechistas en los diferentes países, continúan en pié de lucha para seguir saqueando y expoliando los pueblos, y destruyendo los ecosistemas naturales, en función de mantener sus intereses de clase y obscenas ganancias, tal como se lo dictan las pautas del “Capitalismo de mercado”.
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