Para que avance la Revolución Bolivariana se necesita abandonar la burocratización del Estado

“El poder político organizado es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra”

Karl Marx….


Para que avance la Revolución Bolivariana se necesita abandonar la burocratización del estado, y debatir entre todos unos modelos compartidos que demanden la unidad del pueblo venezolano en toda su diversidad

En algunos factores revolucionarios, cansados ya de tanto esperar a que caigan del cielo los cambios necesarios y prometidos, se siguen oyendo críticas, desalentadoras. Como que la revolución “se está perdiendo”, y la corrupción, la ineficiencia y el burocratismo esta dejando una “caricatura de revolución”, o que la revolución tiene cáncer. Otros, como miembros de la “nomenklatura bolivariana”: gobernadores, ministros, diputados y alcaldes tienden a identificar la revolución bolivariana con su vanidad y su narcisismo ramplón.

Carlos Marx en su prologo de la contribución a la critica de la Economía Política expreso: “Al llegarse a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, lo que no es más que la expresión jurídica de estos con las relaciones de producción dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. La forma de desarrollo de las fuerzas productivas. Estas relaciones se convierten en obstáculos, sino son bien manejadas. Abriéndose o, dándole paso a una verdadera revolución de desarrollo social”.

En esta concepción marxista, las revoluciones son un proceso político, económico y social que abarca toda una etapa histórica en la cual se producirían los cambios en las relaciones de producción, por lo cual todas las personas que viven en una sociedad en revolución, son partícipes de ese proceso de transformación.

Dicho proceso se mantendrá vivo con la permanente unidad y la captación de muchos adversarios; para lograr la transformación de los cambios cuantitativos en cualitativos que se aseguran en la pequeña, mediana y gran escala y en la constante negación de lo viejo por lo nuevo que surge de su seno. Los adversarios antagónicos y no antagónicos, son partes del proceso y sin su existencia, sin la lucha entre ellos no habrá desarrollo ni revolución posible. Cuando esos fenómenos se paralizan, comienzan a frenarse porque la desmovilización se impone al movimiento, aparece la involución, la marcha hacia atrás. El avance no es siempre hacia arriba, sino en remolino, pareciendo que todo está perdido y también puede ocurrir así (El cierre de la Mitsubishi en Anzoátegui, está causando pánico en la población).

Muchos socialistas aspiramos, a veces, alcanzar las metas que, en verdad, corresponden a varias generaciones, por lo cual cada una debería considerar que no es más que un eslabón en una cadena de generaciones revolucionarias, cada una de las cuales debe definir cómo desea enfrentar la etapa que le corresponde vivir y garantizar el enganche con el siguiente eslabón.

El esquema estalinista que se está originando desde el estado como sujeto principal del cambio, en lugar del ser humano, de los trabajadores organizados en nuevas formas de producir y vivir. Bajo la concepción estatista de “socialización de los excedentes desde el poder centralizado”, que hasta ahora ha garantizado altos niveles en educación y salud pública para nuestro pueblo, pero que resulta insuficiente para garantizar la reproducción ampliada de la industria y los servicios, el desarrollo armónico y proporcional de las ramas y regiones y desde luego para satisfacer las necesidades de los trabajadores y el pueblo, que van mucho más allá de esos logros, a la vez, bases imprescindibles de la socialización y fuentes de nuevas necesidades de la población.

El gobierno bolivariano “en nombre del socialismo”, no puede cercenar las iniciativas de la población y de los individuos por el exceso de centralización de las decisiones y las restricciones impuestas a la participación de todos en la construcción colectiva del imaginario social bolivariano a partir del cuerpo de ideas profundamente libertarias y democráticas que nos indica la Constitución Bolivariana.

La permanente amenaza de agresión imperialista genera la necesidad de concentrar a muchos de los más capacitados y mejores cuadros de la Revolución en las tareas de la defensa y demanda la concentración de medios y recursos en esta área. La realidad objetiva de una economía centralizada estatalmente, estimula el predominio de concepciones verticalistas, jerárquicas, paternalistas, autoritarias, militaristas, y de hiperliderazgo, que contribuyen a frenar los necesarios procesos participativos, democráticos, de protagonismos, dispersión del poder y renovación que debe caracterizar en el socialismo.

Todos esos factores justifican el actual estancamiento del proceso de socialización, explicando por si solo las dificultades que confrontamos los revolucionarios, para entablar un dialogo constructivo integral, tolerante e inclusivo capaz de profundizar nuestra revolución, que junto a tantos triunfos en muchos campos tiene pocos sabores, pero es la que nos corresponde hacer avanzar o resignarnos a la restauración traída de la mano de una burocracia cada vez más alejada de los intereses, las realidades y el nivel de vida del pueblo.

En la actualidad la militancia decepcionada es la que critica: la revolución, este proceso que involucra y afecta de una u otra manera a todos, no pertenece a sus dirigentes, al partido o a las instituciones del estado; tampoco es algo externo a la actividad de la población venezolana, no es obra de élites, sino de multitudes. Participar en la revolución no es un derecho que es otorgado por alguien. Es así como todo venezolano nace con todos los derechos constitucionales, sin depender de algunos deberes particulares.

Algunos tratan de criminalizar como “contrarrevolucionarios” a todos aquellos venezolanos que no están de acuerdo o están insatisfechos con leyes y decretos emitidos por el gobierno o alguna de sus instituciones, cuando la práctica ha demostrado que son precisamente algunas de esas leyes/decretos, los que tienen carácter contrarrevolucionario y anti-socialista. Esa manera de tratar de dividir al pueblo en bandos políticos prediseñados y opuestos, perjudica a la revolución bolivariana y recuerda los nefastos métodos del estalinismo que tanto daño hicieron a la causa socialista.

La revolución bolivariana debemos y tenemos que defenderla de ese enemigo imperialista que siempre ha querido apoderarse de Venezuela y de sus recursos, pero cada día tenemos que defenderla de sus propios errores, de los que quieren secuestrarla para realizar sus proyectos personales hegemónicos o convertirla en el gran negocio privado de unos pocos; de los que pretenden “editarla” como si fuera un video que cortan, ordenan y pegan de acuerdo con un guión preestablecido, de las desviaciones a las que la está conduciendo una burocracia que ejerce el poder en forma absoluta, sin control alguno del pueblo, de los trabajadores, de la sociedad, de otras instituciones y organizaciones que no sean las que responden a ella misma.

Defender la revolución bolivariana solamente a partir del reconocimiento de los logros, de la apología constante de lo alcanzado, del maquillaje de la realidad, pretendiendo sacrificar el futuro de todos en aras de un capitalismo monopolista de estado, sería postrarla en el inmovilismo presente que ha ido creando las condiciones para el regreso del puntofijismo, por la obstrucción, del debate social necesario democrático y participativo, crítico. En contra del modelo estatista fracasado en todas partes donde lo han intentado imponer, enemigo y obstáculo principal de los cambios necesarios.

Todos los que ayudan de una forma u otra a la revolución bolivariana desde una solidaridad afectiva/efectiva con el Presidente Chávez, sus aportes deben empezar a ser analizados.

Debemos empezar a ver hacia dónde dirigir nuestros pasos en esta difícil coyuntura internacional que demanda la unidad de todo nuestro pueblo en su diversidad. Un pueblo dividido es un pueblo débil, victima muy fácil de las hegemonías internas y externas.

No se trata de construir la nueva Venezuela lo mejor posible contra alguien o contra algo, se trata de hacerlo “con todos y para el bien de todos”. Y Así poder decir “Venezuela es de todos”.


Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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