Si en algo coincidimos los revolucionarios de hoy es en la crítica
contundente al denominado "socialismo real", que es precisamente el
supuesto socialismo practicado en la extinta Unión Soviética. Uno de
los críticos mas implacables a este mal llamado socialismo también lo
fue, sin duda alguna, Ernesto Ché Guevara, de quién muchos
revolucionarios hemos seguido sus ideas y ejemplo.
El socialismo para el Ché era el proyecto histórico de una nueva
sociedad, basada en valores de igualdad, solidaridad, colectivismo,
altruismo revolucionario, libre discusión y participación popular,
todos conceptos ya plasmados en la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela y llevados a la práctica paso a paso en la
construcción del Socialismo del Siglo XXI liderado por el Presidente
Chávez, mediante la formulación y ejecución de políticas públicas de
profundo contenido social, las cuales están a la vista en Venezuela.
Tanto las críticas del Ché al "socialismo real" como su práctica como
dirigente y su reflexión sobre la experiencia cubana, estuvieron
inspirados por ese ideal. Esa misma práctica esta siendo llevada a cabo
en Venezuela, mediante la conformación del poder comunal y popular, que
actualmente esta siendo impulsado por la Revolución Bolivariana.
Decía el Ché: "un sistema socialista que no tolera la divergencia, que
no representa nuevos valores, que trata de imitar a su adversario
capitalista, que no tiene otra ambición que alcanzar y superar la
producción de las metrópolis capitalistas, no tiene futuro, si el
socialismo pretende luchar contra el capitalismo y vencerlo en su
propio terreno, en el terreno del productivismo y del consumismo,
utilizando sus propias armas, el mercantilismo, la competencia, el
individualismo egoísta, está condenado al fracaso", refiriéndose al
sistema político y económico practicado en aquel entonces en la Unión
Soviética.
Muchas fueron las causas del derrumbamiento del sistema soviético, pero
nadie puede afirmar que fue debido a la práctica del ideal socialista.
Otra historia se hubiera escrito si en la Unión Soviética se hubiera
construido *el Verdadero Socialismo*. Esta construcción es inseparable
de ciertos valores éticos, contrariamente a lo que plantean las
concepciones economicistas, de Stalin hasta Kruschov y sus sucesores,
quienes sólo consideraron el desarrollo de las fuerzas productivas.
La aspiración del Ché Guevara al respecto se puede traducir en tres
aspectos fundamentales en la búsqueda de un nuevo camino, en la
búsqueda del hombre nuevo: La Gestión Económica, La libertad de
Expresión y de Divergencias y la Democracia Socialista, no la social
democracia practicada hoy en día en los países europeos, la cual es muy
distinta al *Verdadero Socialismo* que pregonaba el Ché y que
actualmente estamos construyendo en nuestra Republica Bolivariana con
el quehacer diario. Los planteamientos del Ché Guevara respecto a la
*Gestión Económica* en la Unión Soviética constituyen sin lugar a duda
una dura crítica al "socialismo real" de los países del este europeo de
entonces, el llamado bloque soviético. El Ché se oponía específicamente
a los siguientes aspectos:
la ley del valor como ley objetiva de las economías de transición al
socialismo, tesis de Stalin defendida por Charles Bettelheim. - la
mercancía como base del sistema productivo. - la competencia,-entre
empresas o entre trabajadores, como factor de incremento de la
productividad. - métodos de incentivo y distribución individuales en
lugar de los colectivos. - privilegios económicos para los directores,
gerentes y administradores. - criterios mercantiles en las relaciones
económicas entre países socialistas.
En su famoso "Discurso de Argel" (febrero de 1965) el Ché Guevara
llamaba a los países que se decían socialistas a "liquidar su
complicidad tácita con los países explotadores del Occidente", que se
traducía en las relaciones de intercambio desigual que llevaban con los
pueblos en lucha contra el imperialismo. Para el Che "no puede existir
socialismo si en las conciencias no se opera un cambio que provoque una
nueva actitud fraternal frente a la humanidad, tanto de índole
individual, en la sociedad donde se construye o esta ya construido el
socialismo, como de índole mundial en relación a todos los pueblos que
sufren la opresión imperialista".
En su ensayo de marzo de 1965, "El socialismo y el hombre en Cuba, los
modelos de construcción del socialismo vigentes en Europa oriental ",
el Che rechazaba la concepción que pretendía vencer al capitalismo con
sus propios fetiches: "Persiguiendo la quimera de realizar el
socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el
capitalismo (la mercancía tomada como célula económica, la
rentabilidad, el interés material individual como palanca, etc.), se
pudiera llegar a un callejón sin salida...Para construir el socialismo,
simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo".
Uno de los principales peligros del modelo importado de los países de
la unión Soviética es el incremento de la desigualdad social y la
formación de una capa privilegiada de tecnócratas y burócratas: en este
sistema de retribución "son los directores quienes ganan cada vez más.
Basta ver el último proyecto de la RDA, la importancia que adquiere la
gestión del director, o mejor, la retribución de la gestión del
director".
El fondo del debate consistía en una confrontación entre una visión
economicista, la esfera económica como sistema autónomo, regido por sus
propias leyes, como la ley del valor o las leyes del mercado, y una
concepción política del socialismo, es decir la toma de decisiones
económicas, las prioridades productivas, los precios, etc., según
criterios sociales, éticos y políticos.
Las propuestas económicas del Che, la planificación versus el mercado,
el sistema presupuestario de financiamiento, los incentivos colectivos
o morales, tenían como objetivo la búsqueda de un modelo de
construcción del socialismo fundamentado en estos criterios y por
tanto, distinto del soviético, los cuales son los mismos ideales que
pregona el Presidente Chávez, empeñado en construir el Socialismo del
Siglo XXI con raíces propias, más dirigido hacia las enseñanzas del Ché
que a modelos ya fracasados.
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