Alquimia Política

El hombre nuevo y la filosofía social del Che

Se ha tomado con insistencia la figura de Ernesto “Che” Guevara como una bandera ideológica de referente para encaminar el proceso de cambio revolucionario en América Latina; pero se desconoce el sentido doctrinal del pensamiento del “Che”; muchas veces se utiliza su bandera e imagen sin comprender el inmenso peso moral y humanista que despertó en la conciencia latinoamericana; nadie mejor que los cubanos para entender el aporte del “Che” a su independencia y al rescate de su dignidad afroamericana.

El encuentro del “Che” con la filosofía social marxista no fue un asunto de bibliografía o adoctrinamiento; fue producto de la experiencia vivida, a saber, la de la miseria y la opresión de las masas latinoamericanas que conoció a lo largo de sus viajes a través de los campos del continente. De allí se desprende su sentido humanista, pero también su temperamento antidogmático; es decir, concebía este aporte teórico como algo que podía y debía desarrollarse en función de la transformación de la realidad pero aclarando que si, por alguna razón, nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitará nunca su parte de verdad a aquellos otros que hayan pasado. Guevara cuestiona la escolástica que ha frenado el desarrollo de la filosofía social marxista; hace referencia a las premisas impuestas por la burocracia stalinista; que se basaban en una formulación y puesta en práctica de interpretaciones y falsificaciones cada vez más heterodoxas tanto del marxismo original como del marxismo-leninismo; en este aspecto, el “Che” asume una conducta contra toda tendencia a priorizar en un sistema de verdades eternas, inmóviles e inmutables que conllevan a un inescrutable dogmatismo, ante el cual responde diciendo que no hay que olvidar que el mismo debe ser, en último caso, una guía para la acción.

A todo esto, el “Che” propone una revisión del papel del hombre en la sociedad latinoamericana. No habla de un hombre europeo, ni un hombre americano; menos de un hombre aborigen. “Che” entendía que todos esos hombres tenían su identidad, hasta nuestros aborígenes tienen su historia clara a pesar que parte de ella la violó y arrancó el Descubrimiento. El hombre que no tiene una identidad clara es ese mestizo, producto del proceso de transculturización y aberración de la Conquista y Colonización, que necesita tener su propia historia y para lo cual debe ser libre primero para escribirla; nos referimos al hombre latinoamericano. Para poder llegar a comprender toda la propuesta del “Che” con respecto al hombre "nuevo”, hay que remontarse a su tesis del “sentido último de toda acción teórica y práctica”, es decir, el papel del líder revolucionario que no es otro que transferir su liderazgo al pueblo.

Como lo expresara Fidel Castro en 1961:"¿Quién ha dicho que el marxismo es la renuncia de los sentimientos humanos (…)?. Si precisamente (…) fue el amor al hombre, a la humanidad, el deseo de combatir la desdicha del proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y toda la explotación sufrida por el proletariado, lo que hace que de la mente de Carlos Marx surja el marxismo cuando precisamente podía surgir una posibilidad real y más que una posibilidad real, la necesidad histórica de la Revolución social de la cual fue intérprete Carlos Marx. Pero, ¿qué lo hizo ser ese intérprete sino el caudal de sentimientos humanos de hombres como él, como Engels, como Lenin?".

En una palabra, el desarrollo y fin del pensamiento y acción guevarista, trasciende al plano social y ausculta en él todos sus infortunios, dando paso al hombre conciente con su identidad y su responsabilidad ciudadana, como eje central de la revolución. Por ello, el humanismo del “Che” es un humanismo revolucionario, ya que no se conforma con el sólo hecho de interpretar la naturaleza sino en transformarla.

Ahondando en este punto, hay que agregar que el “Che” asumió una conciencia aguda de la necesidad de un desarrollo intelectual del pensamiento y práctica del marxismo-leninismo, en lo referente a los problemas planteados por las sociedades en transición, para los cuales esta filosofía social constituye más que una introducción, digamos necesaria, pero insuficiente, la cual hay que proyectar con una conciencia de vanguardia ante las masas populares, sin esa actitud no puede realizarse la revolución.

Todo esto se alza en la célebre frase marxista que dice que "no es la conciencia de los hombres lo que determina su existencia, por el contrario es su existencia social lo que determina su conciencia"; los hombres hacen la historia desde siempre; no comenzaron a hacerla conscientemente sino por la revolución socialista, es decir, que al contrario de las grandes transformaciones sociales del pasado el socialismo es una meta de la humanidad que se alza conscientemente". En este aspecto, es lapidaria la posición del “Che”: "Marx pensaba en la liberación del hombre y veía el comunismo como la solución de las contradicciones que produjeron su enajenación, pero como un acto consciente (…) El hombre es el actor consciente de la historia. Sin esta conciencia como parte de este proceso; no puede haber comunismo."

En otro aspecto, el “Che” se preocupa por orientarnos en lo referente a cómo entender la revolución sin descuidar la revisión y autocrítica; no es únicamente una transformación de las estructuras sociales, de las instituciones del régimen; es además una profunda y radical transformación de los hombres, de su conciencia, costumbres, valores y hábitos, de sus relaciones sociales. Toda revolución ha de crear un "hombre nuevo" y este, para Guevara, y para la concepción del “socialismo en Venezuela”, vendrá a ser el hombre entregado al trabajo, en todas las horas de su vida; al sentimiento y vocación al sacrificio, de responsabilidad social con su comunidad y con las comunidades que hacen vida donde habita; ha de ser un hombre que se identifique con su historia y no que asuma conductas impuestas. El “Che” es claro al indicar que ese hombre nuevo se ha de desarrollar inicialmente en dos planos: en el primero se encuentra a la masa (pueblo) en estado de quietud, es estática, pero a la cual, a través de la educación, hay que guiar a puertos seguros; y, en el segundo, se observa al hombre luchando por sus ideas y sus sueños libertarios. El hombre nuevo es fundamentalmente motor e impulsor de la movilización y a su vez generador de conciencia revolucionaria y del entusiasmo combativo. Ese hombre se está construyendo y nosotros le aportamos las condiciones para que nazca, se reproduzca y se libere.


*.-ramonazocar@yahoo.com


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Ramón E. Azócar A.*

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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