El peligroso legado de los 5ta columnas dentro del Estado

Es preciso comenzar este artículo ratificando que creemos fervientemente en el papel del Estado para la industrialización y la dirección planificada de las empresas del pueblo, y que hoy, más que nunca, creemos que es un imperativo transformar al Estado capitalista heredado en un Estado socialista que practique, verdaderamente, la planificación y la democracia con los trabajadores. La ineficiencia, la corrupción, la exclusión, la explotación y el despotismo son males inherentes al capitalismo porque forma parte de su naturaleza. Pero nuestra Revolución Bolivariana pudiera seguir condenada al capitalismo, y por ende, al fracaso, aunque haya nacionalizado todas las grandes industrias del país o creado nuevas de propiedad social si antes no actúa en razón del socialismo. No exageramos. La revolución no sólo un hecho de disposición de propiedad; de la clase social (burguesía o proletariado) que dispone de los medios de producción. Aunque esto sea fundamental, también priman otros factores. Abundan los escritores cursis, idealistas e inocuos que junto a nuestros pragmáticos gerentes de Levitas y de PowerPoint quines con sus conductas indignas, inmorales, déspota y saboteadoras, dentro de las empresas del Estado, hacen el juego que la canalla y el imperialismo necesitan. El peor enemigo yace dentro de las instituciones del Estado.

La canalla juega al desgaste, a la decepción y desmoralización de nuestro pueblo. Se valen de nuestras históricas banderas de lucha contra la corrupción, la ineficiencia para embestir contra la revolución. La estrategia es clara. Pretenden desmoralizar al pueblo para desmovilizarlo y así arremeter con mayor violencia, y por todos los flancos, contra la revolución. Se valen de nuestros errores para alcanzar sus objetivos.

Nadie se ha detenido seriamente a analizar lo que sucede dentro de buena parte de las industrias y Entes del Estado. Los responsables se hacen de la vista gorga o simplemente no pueden ver los problemas porque se habitúan al mal olor. Si no saben lo que buscan, menos sabrán aportar soluciones. Ellos gustan rodearse de ineptos y aduladores de “confianza” para recargarlos con varios cargos en lugar de saber delegar. Termina siendo siempre el propio Presidente Chávez quien termina por resolver los problemas inherentes a las alcaldías, gobernaciones y ministerios. ¡Vaya tarea lleva a su espalda el Comandante Chávez!

Siempre intentan resolver los problemas desde sus cómodas oficinas. Algunas veces, un informe y el plumazo terminan por despedir o rotar al gerente inepto. Pero el nuevo llega a su puesto y repite los mismos errores del anterior. Volvemos a lo mismo; al inicio. ¿Donde queda el seguimiento y el acompañamiento del novato? ¿Dónde está el partido que vele por el cumplimiento del plan de la empresa estatal? ¿Por qué cada ministro no articula una dirección política con autoridad y conocimientos técnicos, que se encargue del seguimiento y acompañamiento del gerente de las empresas estatales? ¿Por qué no se aprende a delegar responsabilidades? ¿Por qué gustan de recargarse con muchos cargos burocráticos?

El pragmatismo es la ideología de la pequeña burguesía. Todo lo intentan resolver todo hurgando entre las herramientas melladas del capitalismo y con mucho dinero. La simple retórica "radical", pero sin acción, es el proceder de estos ineptos que hacen de intelectuales y filósofos frente al micrófono. Sus prácticas son reformistas. Para ellos, revolución es componer un coherente discurso acompañado de un show mediático. Un montaje, que termina por exponer al Comandante al escarnio público. Son expertos del espectáculo y el ridículo. Ellos encarnan el peligro interno para la revolución.

Repetimos. No basta con nacionalizar las empresas del país o crear nuevas de propiedad social. No basta con pretender repartir justamente las riquezas producidas por los trabajadores. Urge extirpar el cáncer capitalista de las mentes de “nuestros” tecnócratas. Urge extirpar la corrupción, la ineficiencia, el burocratismo, el descuido al plan. La explotación del trabajador a razón de mayor plusvalía y rentabilidad de la empresas estatales socialistas desvirtúan nuestras banderas, nuestras ideas y la naturaleza del socialismo que propone la Revolución Bolivariana.

No se puede perfumar el estiércol. Si se pierde la revolución no será por culpa de quienes ejercemos seriamente el derecho a la crítica, sino de quienes callan y o pretenden silenciarnos. Lo que ocurre dentro de buena parte de las empresas del Estado no es culpa de la revolución, ni del socialismo, es culpa del peligroso legado de los 5ta columnas y el descuido de nuestra parte.




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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

 basemtch@gmail.com      @BasemTajeldine

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