Toda acción política tiene, como en el mundo de la física, una reacción contraria que puede ser proporcional o no a la fuerza de aquella, pero que esta dirigida a responder a los cambios que en el mundo fáctico tienen las fuerzas que se han desatado en la búsqueda de una nueva relación entre los sujetos históricos confrontados en la realidad.
El imperialismo decidió consolidar su papel de fuerza dominante en le planeta, utilizando las mercancías y el mercado como plataforma de dominación políticas de los Estados Nacionales, de reconquista de los territorios, recursos y seres humanos antes colonizados, con el fin de borrar de la conciencia de la Humanidad la visión parcelada de la geografía política de Estados, Naciones, pueblos y étnias, y convertir a este hermoso planeta Azul en una sola aldea global, dominada por un Estado Global omnipresente y omnipotente, frente al cual, todos los factores coincidentes y divergentes se someterían al Poder Único de las corporaciones supranacionales encargadas de reorganizar la división internacional del trabajo y definir los términos de la producción de bienes y servicios y, la acumulación y la distribución de la ganancia global.
Fue una decisión “precipitada” porque no contaban con las fuerzas de la resistencias histórica de la Humanidad esparcidas por todo el globo terráqueo, “extemporánea”, por cuanto era evidente que su cíclica crisis estructural comenzaba a generar graves problemas en su aparato económico-financiero global, de conclusiones “exageradas” sobre el supuesto “Fin de la Historia” a causa de la invencibilidad de la ideología burguesa y su sistema capitalista sobre el pensamiento resistente del Socialismo y de las corrientes ambientalistas, religiosas e indigenistas asociadas y, finalmente, fundadas equívocamente en “condiciones históricas favorables”, derivadas de la eliminación de la Unión Soviética y el llamado Campo Socialista como la mayor amenaza histórica a la dominación de la sociedad de los propietarios sobre la sociedad de los trabajadores, inventores y creadores, pero que no tomaba en cuanta que, más de 2000 años después del surgimiento de la ideas de Igualdad, Amor y Solidaridad de Cristo y, de 160 años de la aparición del Socialismo Científico de Marx y Engels; la Humanidad toda, más allá de sus fronteras físicas, culturas y desarrollos desiguales, ha acumulado una irreversible conciencia sobre el sentido primero y ultimo de la Vida que resulta inextinguibles como fuerza transformadora del pensamiento humano por los siglos de lo siglos.
Desatadas las fuerzas anticapitalistas, en defensa de los pueblos y la Humanidad toda, el imperialismo ha diseñado una estrategia de contención y eliminación basada en la concentración de su poder militar en regiones de vitales recursos energéticos y de materias primas, esenciales para garantizar su plan de recuperación y dominación globales, mientras impone a los Estados nacionales soberanías tuteladas, independencias limitadas, organizaciones supra estatales y tratados internacionales de subordinación, contando para ello, con el sometimiento de las otrotas burguesías “nacionales” de los viejos imperios y de los llamados Estados de Economías Emergentes que, de esa manera, protegen sus intereses de clases en la fuerza imperial dominante, no importa si con ello, hipotecan el destino de su propio pueblo y son arrastrados por los nuevos vientos de la “Historia sin Final”.
Un escenario de esa naturaleza no puede ser enfrentado desde los espacios nacionales ni mucho menos, desde las formaciones históricas de los trabajadores, por cuando, los primeros ha sido invadido por su propio Estado subordinado a la voluntad del imperio o cercado por la fuerza militar de este,. En segundo lugar, porque los cambios científico técnicos en la producción de bienes y servicios y el efecto perverso de la maquinaria cultural del imperialismo a afectado el papel dirigente de la clase obrera en su papel dirigente de la lucha contra la burguesía y, finalmente, porque la contradicción histórica que se enfrenta hoy la Humanidad, para decirlo con el comandante Fidel Castro, es entre Imperialismo o Sobrevivencia; lo que obliga a afirmar un nuevo proyecto mundial de alianzas sociales, políticas, religiosas y culturales que sea capaz de inundar a toda la Tierra de su voluntad de defenderla de la destrucción, que pueda unificar a toda la Humanidad en su lucha por evitar la extinción de todos los seres vivos, incluyendo el genero humano y que pueda recuperar para todas las criaturas existentes y por existir, la posibilidad de ser y estar más cerca de la condición que la naturaleza ha producido y construir desde allí, los sueño maravillosos de un paraíso terrenal de Paz, Fraternidad, Libertad, Justicia y Bienestar de tod@s, para tod@s, con tod@s y por tod@s.
En esa perspectivas, el anuncio del comandante Hugo Chávez Frías en la inauguración del Congreso Extraordinario del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, (nov. 2009), de convocar a una Quinta Internacional de los socialistas y de los pueblos, el llamamiento del presidente boliviano Evo Morales Ayma, de organizar un Referendo Mundial en Defensa de la Madre Tierra, realizado en la Cumbre del Clima de Copenhague (diciembre 2009), unida a la larga experiencia del Foro Social Mundial, constituyen tres (3) formidables espacios para mundializar la movilización histórica por la protección de la Tierra y la salvación de la Humanidad, lo cual pudiera articular los movimientos y partidos políticos socialistas, comunistas, democráticos, soberanistas, independentistas y progresistas, con las múltiples organizaciones eco-ambientalistas, las redes de lucha por la paz, el mundo de la cosmovisión de los pueblos originarios y las organizaciones de los pueblos colonizados insurgentes, en un gran movimiento social mundial en capacidad de plantarse frente a la estrategia global del imperialismo y darle la batalla política y moral necesaria hasta su derrota definitiva.
No hay ni puede haber victoria militar global sobre el capitalismo y su instrumento de dominación, el imperialismo, porque el imperialismo en su fase global, no es una fuerza externa a los pueblos, sino que esta estructurado y articulado al interior de la economía, la política y el aparato de seguridad de la mayoría de los Estados y sus fundamentos ideológicos forman parte importante de los valores de una fracción significativa de las poblaciones y, porque la fuerza letal de su maquinaria de guerra es una amenaza cierta y real a la existencia misma de la Vida en nuestro planeta Tierra, por lo que, solo la fuerza moral y la movilización política de la mayoría de los pueblos, incluyendo donde se asientan sus bases político-militares, harán posible su derrumbe y, con ello, el inicio de la construcción de un nuevo estadio civilizatorio de la Humanidad, sin el peligro de la destrucción de un hacer y crear cultural alcanzado a través de miles de millones de años. (‘O inventamos o erramos” (Simón Rodríguez).
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