Ir contra el orden establecido, ser irreverentes con el sistema y atreverse a plantear otro, eso suena a desquicio y a locura. Denominar a los revolucionarios como exaltados, violentos, subversivos y fuera de orden es lo que siempre a respondido este grande y pesado sistema que nos atrevemos a contradecir.
Si este hermoso sistema en el que vivimos es la suma de todas las luchas de la sociedad, de todas las reivindicaciones logradas, es absolutamente una locura ir en contra de él. ¿Con qué derecho?
Con el mismo derecho del hambriento a luchar por su alimento, con el mismo derecho del desprotegido a tener vivienda, con el mismo derecho de los ignorantes y excluidos a pedir educación y el de los enfermos a exigir salud, con ese mismo derecho.
Siempre he escuchado que el paso del esclavismo al feudalismo y de éste al capitalismo son “victorias de la clase trabajadora”. Discúlpenme de nuevo que me remita al marxismo, pues no es mi idea convertirme en este libro en un adoctrinador, sino que es la única forma de entender las cosas que pasan en nuestra sociedad y sólo lo uso para que juntos entendamos mejor o se entienda mejor mi manera de ver las cosas; sin perder, por supuesto el objeto de mis escritos, que es el de lograr una posibilidad de respuesta al problema que vivimos, que aporte verdadera recuperación y mejoras a nuestra calidad de vida.
Bueno, esas supuestas victorias ¿Quién las provocó o mejor dicho a quién favoreció? Veamos, en el esclavismo, el esclavista era responsable de la vida y de la salud de sus esclavos, de su alimentación, de su vivienda, etc., el esclavista tenía que cuidar su instrumento de trabajo (sus esclavos), tenía que ser responsable de todos sus esclavos, que lo hiciera mal o de mala gana, está bien, pero lo tenía que hacer, era una responsabilidad que ya se le hacía innecesaria, ahora cuando aparece el feudalismo ¿qué es lo que pasa?, ese mismo señor esclavista convertido ahora en “señor feudal”, le asigna una pequeña parte de sus tierras a sus esclavos donde ellos se harán responsables de si mismos, una mal llamada “libertad”, ya no son su propiedad, dejan de ser su responsabilidad, ellos ahora tienen su casa, seguirán trabajando para el mismo amo, pero éste, hábilmente y en nombre de la “libertad” ya no tiene nada que ver cuando “sus siervos” se enferman, cuando sus mujeres van a parir, si tienen o no comida, no, ahora él ya les dio “libertad, casa y trabajo”.
Mentira!, estos esclavos, supuestamente libres, siguen siendo explotados; el “señor feudal” les da un mísero jornal en especies, (probablemente una pírrica porción de la producción de las tierras) que los deja peor de cómo estaban y ya, además, no tienen ningún derecho a reclamar. Nos queda claro, entonces, que quien más gana en todos estos cambios, quien sale más favorecido, es el esclavista.
Luego, cuando se pasa al “capitalismo”, pasa algo similar. El “señor feudal” se convierte ahora en “patrón” y ni siquiera acepta tener la obligación de darles trabajo, les “vende” el pedazo de tierra que les había cedido, les asigna un salario, con el que tendrán que comprarle a él mismo, sus alimentos, sus ropas y sus medicinas. Ahora contrata a quien quiere y es problema de cada uno solucionar su subsistencia.
Entonces, ¿Qué piensas? Todos estos cambios tan importantes en el desarrollo de las relaciones de trabajo en nuestra sociedad ¿fueron logros de la clase trabajadora o manipulaciones de la clase opresora?
Se nos hace creer que somos más libres cuando más se nos esclaviza, cuando más prisioneros somos de una maquinaria de explotación y dependencia al mercado, a lo material, a lo superfluo, a la mercancía banal lograda a costa de la miseria de las grandes mayorías y de la destrucción ambiental y ecológica.
Estaba loco el camarada Carlos Marx cuando nos dijo que no vinimos a tratar de mejorar el sistema actual sino a destruirlo y crear un mundo nuevo y yo soy parte de esta locura que se llama Revolución.
Venceremos.
brachoraul@gmail.com