El cristianismo es la doctrina más profunda y revolucionaria que existe, cuando realmente es asumida en su esencia. Si no asumimos del cristianismo como seres sociales, como comunidades, como movimientos sociales, como campesinos, como urbanos, no se es realmente cristiano.
El cristianismo verdadero tiene que ser revolucionario. El cristianismo que no defiende la vida, no defiende la cultura, a los pobres, principalmente los más empobrecidos, no es cristianismo.
“¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! (...) Pero, ¡Ay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas!” (Lucas 6, 20-25).
Los pequeños artesanos, campesinos y habitantes pobres de Jerusalén fueron los primeros entre quienes las palabras de Jesús encontraron eco, los primeros cristianos que practicaban un sistema comunitario de bienes. La crítica a la riqueza exagerada fue uno de los pilares del cristianismo primitivo.
La Biblia, en el Nuevo Testamento, libro 'Hechos de los Apóstoles', capítulo segundo, versículo 44 y 45, nos da luces acerca de la forma como vivían los cristianos verdaderos: 'Todos los que creían vivían unidos, teniendo sus bienes en común, pues vendían sus posesiones y haciendas y las distribuían entre todos, según la necesidad de cada uno'.
Y del capítulo cuarto, versículos 32, 33 y 35, extraemos el siguiente texto: 'La muchedumbre de los que habían creído tenía un solo corazón y un alma sola, y ninguno tenía por propia cosa alguna, antes todo lo tenían por común... No había entre ellos indigentes, pues cuantos eran dueños de haciendas o casas las vendían y llevaban el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y a cada uno se le repartía según su necesidad'.
Estos versículos bíblicos demuestran que los cristianos vivían como hermanos, sin apoderarse ni acaparar los bienes y la riqueza para matar de hambre a sus hermanos, como lo ha hecho históricamente la oligarquía mundial. Estos textos demuestran, además, que quienes están en contra de las transformaciones sociales que promueven instaurar patrias fraternales, están del lado de los poderosos y no con los pobres a los que amó Jesús. Si Jesús resucita nuevamente se colocaría junto a los que padecen hambre y sed de justicia.
El único camino posible para lograr la construcción de una Sociedad Cristiana, de una Sociedad de Iguales, de una Sociedad Democrática es el Socialismo.
El Socialismo es el proyecto histórico de una nueva sociedad, basada en valores de igualdad, solidaridad, colectivismo, altruismo revolucionario, libre discusión y participación popular.
Esta escrito entonces que los ideales de justicia y de fraternidad plasmadas en la doctrina socialista, proceden de Jesús. Él ha sido y ES un revolucionario abnegado y profundo. Y toda secta o doctrina, como la capitalista, que autorice a esclavizar al hombre, despojándole de su dignidad, de su soberanía, o envenenando su alma con el odio, como lo hace el fascismo, es una doctrina anticristiana.
Esta es la propuesta plasmada en la Constitución de la república Bolivariana de Venezuela. Una propuesta cristiana, profundamente solidaria y humanista, incluyente, igualitaria y colectivista.
Si jesús resucita de nuevo, estaría al lado de la justicia y de los pobres coreando el lema: Patria, Socialismo o Muerte...¡¡Venceremos!!
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