Que “la comunidad internacional muestra preocupación por la escalada de tensiones entre las dos Coreas”, que “la comunidad internacional manifiesta preocupación por el interés de Irán por fabricar armas nucleares”, o que “la comunidad internacional está preocupada por el armamentismo en Venezuela”, son ejemplos de titulares frecuentes que uno lee en la prensa nacional e internacional, sea en forma impresa o digital, incluyendo los medios afectos al chavismo. La tal “comunidad internacional” compite en preocupaciones con el Departamento de Estado Norteamericano y con la señora Clinton, como vocera del presidente gringo de turno. Que coincidencia.
Hay que ser muy cándido para creer que esa “comunidad internacional” existe, más allá que en la mente de quienes se arrogan tal apelativo para defender sus intereses. Basta ver el tipo de cosas que la afectan, para entender el sesgo político que le imprimen los centros de poder, actualmente inquietos porque buena parte del sur quiere buscar su propio camino y dejar de ser el patio trasero de los yanquis. Claro, que si uno se coloca en la posición de ellos puede comprenderlos, porque el desarrollo que han logrado desde finales del siglo XV hasta el presente, ha sido a costa de la expoliación de nuestros recursos minerales y biológicos, a través del comercio colonial y del robo de talentos tercermundistas. Como siempre, se trata de apropiarse de los territorios ricos en materiales que son indispensables para que el complejo industrial-militar de los Estados Unidos y su comparsa del G7, sigan dominando al mundo bajo las mamparas de la “democracia”, la “libertad” y el “comercio globalizado”.
Por eso, a menos que se plantee en un contexto caritativo, jamás leeremos que la “comunidad internacional” esté preocupada por la salud de los africanos, por la altísima mortalidad asociada con la pobreza en ese continente al sur del Sahara y en países como Haití o Somalia, aunque en este último caso sí les molestan los secuestros de buques tanqueros repletos de petróleo con destino al primer mundo, que circulan por las aguas somalíes. La hipocresía mediática es tan descarada, que también les preocupa el “terrorismo palestino” que atenta contra los “colonos israelíes”, empleando un eufemismo para los invasores y victimarios, mientras condenan a las víctimas despojadas de sus espacios ancestrales.
Los propagandistas de la “comunidad internacional” son los diez grandes grupos que controlan los medios de comunicación en Estados Unidos y por extensión a sus franquicias en el resto del mundo, incluyendo obviamente a América Latina, y cuya enorme influencia, como apunta Ernesto Carmona, no emana de la soberanía popular sino del poder del dinero. Por eso los medios informativos y comunicacionales juegan un papel clave en la difusión y fortalecimiento de la ideología que sustentan los propietarios de los grandes consorcios transnacionales, basada en el egoísmo, la profundización de las diferencias entre clases sociales y el consumo desaforado estimulado por la publicidad.
Después de más de diez años soportando el más inclemente acoso de la propaganda capitalista, los medios venezolanos identificados con el Presidente Chávez, deberían haber aprendido a filtrar los insumos que proveen las grandes agencias informativas internacionales, y transmitir las noticias en un lenguaje realista, sin convertirse en repetidores del alienante vocabulario imperial. La “comunidad internacional” es otro parapeto inventado por los gobiernos de los Estados Unidos y de Europa, que como la ONU en escala mundial y la OEA en el ámbito regional, sirven para legitimar la interminable conquista, colonización y saqueo de nuestros países, por parte de las corporaciones que dominan el planeta.
dmarinch@cantv.net
240510