No es verdad que nosotros podamos hacer algo para restablecer la paz en Colombia. Hay demasiados intereses:
Los que están
haciendo dinero con ese conflicto, los que lo han mantenido vivo para
vender armas, para posesionarse de un país con acceso al Pacífico
y al Atlántico, justo al Norte del Sur del continente. Se sabe que
ni los colombianos ni los venezolanos tenemos la culpa de toda esa violencia,
de toda esa desgracia, de toda esa guerra.
Pero no hay
persona sobre el planeta que no padezca los efectos de una guerra, así
sea en las antípodas, porque la humanidad es una sola, y está
herida de ignorancia, de maldad, de capitalismo. Hoy, más que nunca,
las guerras son un asunto de negocios, algo que da dinero, que está
alguien contando cuando se dispara cada tiro, porque cada proyectil
cuesta dinero que alguien paga y alguien cobra para acumular. Es la
carrera indetenible de la codicia, que nunca se sacia, y que está sacrificando
a toda la humanidad.
COMO NOS AFECTA LA GUERRA “DE COLOMBIA”
Y nadie más
perjudicado por ese conflicto que nosotros, que hemos visto escalar
la violencia en nuestro país. Cada paraco “desmovilizado”
que viene a nuestra tierra a hacer lo que sabe hacer, aumenta el clima
de inseguridad, y eso ha estado aumentando sobre todo en los últimos
años, a tal nivel que parece ser producto de un plan preconcebido y
calculadamente ejecutado, mediante el cual se mantiene a la gente en
zozobra mientras se nos va infiltrando con tipos capaces de todo por
dinero. Y cada colombiano refugiado que viene a buscar una posibilidad
de vida, de que sus hijos lleguen a adultos, de poder vivir una vida
normal; cada colombiano y colombiana que viene a a aprovechar las oportunidades
que existen aquí, y la extraordinaria hospitalidad que los venezolanos
y las venezolanas ofrecemos a todo extranjero, cada uno, viene porque
en su país no encuentran eso.
Así que
el conflicto de Colombia, que no desatamos ni mantenemos nosotros, nos
implica. Por todos los lazos históricos que nos unen, que están en
la raíz misma de la existencia de nuestros países, que tienen una
raíz común; porque son los vecinos, los familiares más cercanos que
tenemos. Y todos queremos que ese conflicto termine.
QUIENES SOSTIENEN ESA GUERRA
Se ha demostrado que el gobierno de Uribe es el menos interesado en que finalice la guerra, y el de Santos, por los vientos que soplan, no se diferenciará mucho, sino para peor.
Las FARC son
sólo un lado del conflicto, como parte del pueblo de Colombia. El otro
lado es el imperio, con sus corporaciones y su industria armamentista,
con sus intereses geopolíticos, con toda su maldad existencial. Una
sola parte puede finalizar el conflicto, muy temporalmente: Las FARC.
Rindiéndose.
QUÉ PASARÁ SI LAS FARC SE RINDIERAN
Si algo tienen
las FARC (y tengo derecho a decirlo) es la determinación a mantenerse
luchando, que es la única opción que tienen. Con todos sus errores
y aciertos, con todas las dificultades y posibilidades. Entregar las
armas... Imagínenlo. Si lo hicieran de inmediato, el Imperio, libre
de ese obstáculo, vendría directamente por nosotros, envalentonado
por su victoria y acicateado por su codicia de nuestras riquezas, que
hoy, con todas nuestras fallas, constituyen una oportunidad de vida
para mucha gente, dentro y fuera de Venezuela.
Las FARC no
tienen la capacidad para salirse del conflicto a menos que se rindan
incondicionalmente, que es lo que solicita Uribe. Ya intentaron participar
en elecciones hace años, y todos sus activistas fueron asesinados.
Como siguen siendo asesinados sistemáticamente todos aquellos que de
alguna manera tengan liderazgo. Como lo fue Gaitán, hace medio siglo.
Todo el mundo
sabe que esa guerra la mantienen los gringos, y que no van a ceder.
Si las FARC se rindieran, inventarían otra excusa, o sencillamente
ocuparían del todo el país, como lo hicieron con Costa Rica, porque
tienen allí un gobierno arrodillado. Y todo el poderío militar presente
en Colombia sería utilizado para lo que fue concebido: para someter
al resto del continente, comenzando por nosotros.
¿Y QUÉ PODEMOS
HACER?
Desde el punto
de vista de las acciones del Estado, el Presidente Chávez es quien
sabe de eso, y dirige nuestra política exterior. Hasta ahora, el unir
a los países antes débiles, organizarnos para una economía unida
en el continente, hacer cada día más amigos y aliados, derrotar el
ALCA, crear la ALBA y participar activamente en UNASUR y otras organizaciones
regionales que, aunque no son tan radicales como la ALBA, tienen
su importancia en la lucha por nuestra soberanía, son suficientes muestras
de que nuestro Presidente y muchos de los que contribuyen a trazar las
estrategias, saben lo que hacen. La ruptura de las relaciones con Colombia,
y todas las declaraciones que hace, cumplen con un fin que, aunque por
el momento no comprendamos, viene con el paquete de nuestra Soberanía.
Confío en eso.
Construir una
opción al margen del imperialismo, de manera soberana, en la cual cada
cual tenga sus derechos y deberes, respetando a los demás, es la mejor
manera de impedir las guerras. Aunque no sirva para extirpar un conflicto
que lleva medio siglo, la ALBA es una esperanza para todos, hasta desde
el punto de vista militar.
Desde el punto de vista de nosotros, la gente sencilla, que no ve en el pueblo colombiano a ningún enemigo, no tenemos por qué involucrarnos en ese conflicto, sino tratar a los cinco millones de hermanos que conviven con nosotros, con la hospitalidad que nos caracteriza. No debemos permitir que la armonía en las relaciones de persona a persona sea influida por la guerra ideológica a que nos someten, y los colombo-venezolanos no deben dejarse chantajear. Aquí no hay que tomar partido en ninguna guerra. Hay que vivir y trabajar, al margen de los intereses imperiales que quieren utilizarnos para seguir haciendo dinero con la muerte de los demás.
andrea.coa@gmail.com