El sectarismo y el oportunismo en la izquierda sólo podrán eliminarse con una actitud abierta y honesta

1. La revolución cubana, la guerra de Vietnam y la lucha antirracial de los negros en EEUU, lograron una gigantesca irrupción de jóvenes de los sesenta en las luchas sociales. En América Latina las guerrillas de Venezuela, Colombia, Perú, Bolivia y Guatemala fueron la esperanza de liberación continental; en tanto en México se sufría la bárbara represión contra los ferrocarrileros vallejistas, los profesores othonistas y los campesinos del estado de Guerrero. Sin embargo, del otro lado, estaba destapada en todos los medios informativos la terrible campaña anticomunista encabezada por los gobiernos y empresarios de todos los países. Pero además de ese gran frente anticomunista, internamente los movimientos y organizaciones sufrían confrontaciones entre corrientes que se acusaban mutuamente de “oportunistas” y “sectarios”.

2. Conocí esos términos en la gran “polémica chino/soviética” que se desarrolló en toda la década de los sesenta, en la que el partido de China acusaba de oportunistas, de ser “socialimperialistas” a los dirigentes de la URSS y éstos al mismo tiempo acusaban de sectario a Mao y al gobierno chino por estar radicalizado buscando la guerra. Pienso que esa polémica, que fue internacional y produjo miles de revistas, folletos y libros, fue el origen desarrollado de los conceptos oportunismo y sectarismo en política. Desde entonces pudimos visualizar y usar con razón, pero también con irresponsabilidad, esos calificativos. Vimos divisiones en la guerra de Vietnam, en la revolución cubana, en la lucha de los negros, entre los partidos. Las posiciones políticas radicales comenzaron a ser bautizadas como sectarias y a las reformistas o negociadoras, oportunistas.

3. ¿Cuánto daño han causado esas posiciones políticas confrontadas? Mucho, pero ante las divisiones provocadas, cada sector se da la razón; suele decirse que la división era necesaria, que  se dio un “buen paso” porque “se separó el trigo de la cizaña”, se deslindó de dirigentes entreguistas, por un lado o de dirigentes que frenaban todo, por otro. Pero lo más grave es que continúa ese proceso y se usa muchas veces como pretexto para separarse del “enemigo”. Muchos dirían con razón: los sectarios siguen en la confrontación sin crecer, dividiéndose hasta morir y los oportunistas cada vez más integrados al gobierno capitalista. ¿Cómo desviar y suavizar estas divisiones que parecen inevitables por la conformación política de los participantes? No hay otro camino que analizarlas y discutirlas con un espíritu unitario y abierto.

4. Durante la guerra de Vietnam la confrontación chino/soviética –países que se presentaban como “socialistas”- fue atizada por el gobierno de los EEUU para evitar que se unan los dos con los vietnamitas de Ho Chi Minh. Mientras la URSS coqueteaba con los gobiernos de Kennedy, Johnson y Nixon con el argumento de la “coexistencia pacífica”, Mao y el PCCH llamaban a los pueblos al “Internacionalismo proletario”. Los jóvenes radicales nos inclinamos con la posición los chinos; en EEUU con los negros del radical Malcom X y no con Luther King; en Cuba con el Ché Guevara y no con Blas Roca del viejo Partido Comunista de Cuba aliado antes al dictador Batista y en Venezuela por las FALN y no con el Partido Comunista Venezolano del bloque soviético. Los jóvenes en todo el mundo, de manera natural, nos inclinábamos por las posiciones radicales.

5. Cuando defendíamos que el único camino para tomar “el poder” o el gobierno era la lucha guerrillera o violenta (sobre todo después del asesinato de estudiantes en 1968 en Tlatelolco), en 1970 asciende al gobierno de Chile, mediante elecciones, Salvador Allende. Obviamente se fortalece la posición reformista electoral y se debilita la radical, pero al ser asesinado Allende en 1973, mediante un golpe de Estado encabezado por Pinochet y el gobierno de los EEUU, las posiciones guerrilleristas se reconfirman en México y otros países. En ese contexto el gobierno de López Portillo lanza en 1977 la reforma política que integra a la izquierda “oportunista” al electoralismo y aísla a la izquierda “sectaria” a las catacumbas. Es entonces cuando el deslinde se da con toda nitidez después que la clase política hizo triunfar su estrategia divisionista.

6. Mientras la izquierda reformista o electorera caminó hacia la integración total con el gobierno y el Estado, la izquierda radical y “sectaria” siguió dividiéndose en grupo y grupitos que han buscado penetrar los movimientos y las luchas sociales de los trabajadores. Los grupos reformistas, con el inmenso apoyo económico y político del Estado, crecieron en número de afiliados y han logrado mucha presencia en los poderes del país pero, -es lo más importante- su ideología y sus prácticas políticas, se hicieron semejantes, casi iguales, a los del PRI y del PAN. Es cada vez más difícil distinguir entre las posiciones socialdemócratas, las de derecha panista y centro derecha del PRI. En las izquierdas radicales parecen desarrollarse más las divisiones por “alejarse del oportunismo”

7. La realidad es que en México y en el mundo el oportunismo y el sectarismo siguen dañando los procesos revolucionarios en la izquierda; es muy difícil superarlos porque parecen tener fundamentos firmes, reales e históricos en todos los países que se han nombrado y en muchos más. ¿Qué hacer entonces? Buscar eliminar juicios previos, descalificaciones gratuitas y odios personales; paralelamente tratar de elaborar ideas muy abiertas, con voluntad unitaria y respetando hasta donde es posible las diferencia que no perjudiquen los procesos. Si no somos capaces de caminar mediante procesos unitarios donde la voluntad es importante, entonces no logramos derrotar el capitalismo que es el enemigo principal. No es, de ninguna manera, la “unidad de la izquierda a toda costa”, pero sí una prueba de que la igualdad y el respeto tienen un papel esencial en nuestras luchas.

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Pedro Echeverría V


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