A proposito del editorial del New Herald

La ultraderecha de EEUU insiste en enfrentar a Colombia con Venezuela

Cuando casi 60 millones de ciudadanos y ciudadanas de Venezuela y Colombia, y más de 200 millones de la región, se regocijan y celebran con júbilo las esperanzadoras muestras de los presidentes Hugo Chávez y Juan Manuel Santos, por normalizar las relaciones diplomáticas, el rotativo estadounidense Diario de las Américas a través de su editorial de este lunes pretende continuar obstaculizando, con mentiras mediáticas y desequilibrios perversos, la comunicación sensata y directa entre los dos gobiernos suramericanos.

El Diario de las Américas, al mismo tiempo, pretende envenenar la mente de tantos millones con absurdas y malsanas falacias sobre el líder bolivariano quien mantiene abastecido de petróleo al propio país donde se edita ese diario y goza de una amplia popularidad, no sólo en Venezuela sino en todo el mundo.

Menuda contradicción la de este tipo de editorialista ¿estadounidense? que llega hasta atentar contra la seguridad de su propio país y en lugar de dar noticias veraces y oportunas, o proporcionar opiniones justas y objetivas, prefiere la saña y la falacia para tratar de fomentar el odio entre los pueblos que los lleve a una guerra.

No queda otra opción que reconocer que detrás del editorial de el Diario de las Américas se esconde y escabulle, opera e imparte órdenes el complejo militar-industrial-financiero-comunicacional del imperio yanqui porque el mismo periódico es su vocero mediático.

El editorial comienza con una afirmación que contiene una valoración acertada pues es “de gran trascendencia” para la vida política de Colombia y del resto de América “el inicio del gobierno de Juan Manuel Santos”. Ello es cierto, sobre todo por sus propuestas en referencia al respeto que tendrá hacia sus vecinos mediante la “diplomacia” y el “tacto” en las relaciones bilaterales.

Sobre la trascendencia interna debemos esperar los resultados nacionales respecto a los desplazados forzados, las muertes por encargo o por ganar méritos llamadas "falsos positivos", la pobreza extrema, los espionajes telefónicos o "chuzadas", entre otros.

Pero el editorial comete su primer sofisma, alejándose del buen periodismo, cuando consideró que Santos asumió “la presidencia de la República después de elecciones libres”, con lo cual le falta el respeto a esos cientos de miles de colombianos y hasta a las organizaciones de derechos humanos o los observadores electorales internacionales que han advertido lo contrario debido a numerosas muestras de fraude electoral, violación de los derechos civiles por el ejército y los paramilitares, asesinatos de más de diez periodistas entre el 2009 y 2010, y líderes locales que se manifestaron contra la represión y la narcopolítica imperante durante “la época Uribe”, por lo cual no se puede hablar de libertad.

Una segunda verdad a medias del editorial que se ve disminuida por el anterior argumento acerca del sofisma, es que Santos ganó “con una inmensa mayoría de votos a su favor”. Es cierto, si no se comprueban los fraudes y suponiendo que las amenazas de muerte a poblados enteros por parte de los grupos paramilitares para votar por Santos es algo falso.

También es cierto que el abstencionismo fue de alto rango, lo que significó que Santos ganó solamente con el 30% de los posibles electores. Si ello es verdad, la media verdad se convierte en una total mentira.

A los sofismas anteriores, el Diario de las Américas agrega una agresión verbal contra ambos pueblos suramericanos cuando ignora la verdadera trascendencia de la elección de Santos, que radica en que el pueblo que votó por él y aún el que no lo hizo, quiere sostener relaciones de amistad y de respeto con Venezuela y con su líder, el Comandante Hugo Chávez.

El Diario de las Américas pretende manipular la opinión y colocarla en contra de lo que resulta un deseo expresado a toda voz: normalizar las relaciones entre Colombia y Venezuela.

Sin embargo, dice el diario que “esta trascendencia gira alrededor del hecho de que Colombia ha sido objeto de grandes agresiones del terrorismo internacional y de la guerra verbal del Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías”, con lo cual el diario estadounidense cae en el craso error de hacer una acusación que a todas luces es tan débil como malvada e irrespetuosa con el pueblo venezolano que en más de 10 votaciones democráticas y observadas internacionalmente ha favorecido a su Presidente, y que ha apreciado como en los once años de su mandato hizo todo lo posiblemente sensato y justo para tener una relación amistosa con el gobierno de Colombia y ha demostrado que hacia el amplio pueblo colombiano residente en Venezuela ha impulsado una política de apoyo y resguardo, tal como lo ha manifestado ACNUR.

El Diario de las Américas, cuando habla de “poder prácticamente omnímodo” , “de poder desproporcionado” e “incompatible con las más elementales normas de la democracia representativa” parece estar refiriéndose, más que al líder bolivariano, al presidente de los Estados Unidos que tiene más de 800 bases militares en otros países, porta un maletín para desencadenar una hecatombe nuclear en cualquier momento, desencadena crisis económicas en el mundo para continuar financiando las guerras en varios países y la desestabilización de otros muchos.

El real dictador mundial es el presidente de EEUU que contra la voluntad de más del 95% de los países del mundo mantiene un bloqueo feroz contra Cuba, otro bloqueo contra Bielorrusia, una amenaza de guerra nuclear contra Irán y contra Corea del Norte, con una amenaza fría y permanente contra China, tratando de chantajear a Rusia y obstaculizando por varias vías a la India, Brasil y Sudáfrica. He ahí el poder “omnímodo” y “desproporcionado” que el Diario de las Américas debería criticar si es que se considera un diario respetable.

Sobre sus referencias a los datos sobre Colombia, parece algo insólito que el Diario de las Américas exprese semejantes sandeces luego de haber escuchado, durante la toma de posesión de Juan Manuel Santos, al Presidente del Congreso colombiano referirse a los retos y datos preocupantes de Colombia, y al discurso del propio Santos que reconoció los innumerables problemas de ese país, y que por la lógica más elemental no pueden conducir a creer en ese 75% de popularidad que menciona el Diario de las Américas que tiene Uribe, “el más sanguinario de la historia de Colombia” según calificó la presidenta de la Comisión de Paz del Senado de Colombia, Piedad Córdova, luego de certificar junto a otros parlamentarios europeos, la fosa común de La Macarena, la más grande de América Latina, con más de 2000 cadáveres descuartizados al viejo estilo fascista de las otrora dictaduras militares de la región.

Si de verdad quiere Juan Manuel Santos una normalización de las relaciones diplomáticas con Venezuela y Ecuador, lo primero que debería hacer es tomar distancia y frenar los intentos de las fuerzas ultraderechistas de EEUU por manipular la opinión pública estadounidense y mundial para que Colombia se enfrente militarmente o mantenga una posición de guerra fría hacia Venezuela, que sólo lo podrá lograr actuando acorde a los intereses de su Nación y de sus coterráneos, de los cuales hay unos 6 millones viviendo pacíficamente en Venezuela y Ecuador, la mayoría de ellos integrados a la vida diaria de esas sociedades; y no actuar acorde a los intereses del Departamento de Estado o del Pentágono de EEUU pues la historia ha demostrado que quienes trascienden a la posteridad de sus mandatos y en la historia son los que se mantienen independientes y soberanos, aunque sigan perteneciendo a la alta burguesía colombiana. Ejemplos sobran.

Enviar de regreso a casa, las tropas de EEUU desplegadas en las 7 bases militares en Colombia, aprovechando que fue una decisión inconstitucional del anterior gobernante, pues no fue sometida a la aprobación del Congreso de la República, en el cual ahora Santos tiene amplia mayoría, debería ser la principal acción del nuevo gobernante para actuar acorde a los intereses de su Nación y de sus coterráneos.

Consúltese con ellos y así se comprobará, lo cual sería la primera prueba de que la propuesta de “prosperidad democrática” funcionará como se planeó. De lo contrario, otro vendaval de problemas políticos e internacionales ahogarán los intentos de prosperidad, el futuro de las familias y hasta los negocios del país pues una nación que se deshace en pedazos bajo los designios de las fuerzas imperiales que van cooptando y controlando cuanto se encuentran a su paso, no tiene otra opción que albergar en su seno el enfrentamiento permanente, y a la larga desaparecer, a los ojos de los vecinos que con sus marchas seguras y en bloque unido avanzan por la historia.

wongmaestre@gmail.com


(*) Profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV y analista internacional.

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Ernesto Wong Maestre


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