Como si fuera una nueva versión de la laureada película “Coming Home” de 1.978,
sobre los traumas de los soldados usamericanos de regreso de la Guerra de
Vietnam, protagonizada por los activistas antibelicistas Jane Fonda y Jon Voigt;
la última unidad autorizada para el primer repliegue de fuerzas invasoras de los
Estados Unidos en Irak, traspasó la línea fronteriza que la separa del
territorio del Emirato de Kuwait, iniciando una nueva etapa en su ocupación del
territorio de ese país árabe, con una fuerza que llegó a contar con 168.000
efectivos, 30.000 soldados de países de la OTAN, Corea del Sur, Japón, Australia
y El Salvador y 10.000 mercenarios de todo el planeta contratados por
Blackwater y otras empresas dedicadas al negocio de la guerra.
Ayer, En medio de la noche del desierto, sin bandas militares, ni pasillos
protocolares adornados de banderitas ni con escenas de besos de despedidas de
chicas árabes agradecidas de sus invasores y con una discreta presencia
mediática que se limitó a registrar el tránsito ordenado de los vehículos
militares de blindaje reforzado y los aislados gritos a la cámara de alguno
que otro soldado invasor que quería dejar registrada su alegría por terminar su
pesadilla personal en el infierno iraquí; los hijos del “Tio Sam” salieron
vencidos por la inmoralidad de su agresión, impactados por la resistencia épica
de un pueblo y deprimidos por saber que no serán recibidos como héroe entre su
propio pueblo que, en su mayoría rechaza esa aventura ilegal e inmoral (Juan
Pablo II dixit) que fue justificada por George W Bush, en la mentira de la
existencia de armas de destrucción masiva, pero que se demostró, solo tenía el
propósito de asegurarle a sus corporaciones, el control de los ricos pozos
petroleros de la nación iraquí.
Fueron algo más de siete sangrientos años, iniciado el 23 de marzo de 2003, con
el bombardeo criminal indiscriminado contra las ciudades de Bagdad, Basora
Faluya, Tikrik, Mosul, mediante el uso de bombas de racimo y reforzadas de
uranio empobrecido, superbombas de 4.000 toneladas de explosivos y misiles de
todo tipo, que le ha costado al pueblo irakí más de ciento sesenta mil muertos,
dos (2) un millones de desplazados y refugiados en países vecino y una gran
destrucción material y cultural, mientras los agresores imperialistas apenas
han sufrido 4.419 muertos, 32.000 heridos y mutilados, además de los 2.000
bajas y cerca de 4.000 heridos entre los militares de otros países
participantes en la agresión.
Todavía quedan pisando el sagrado suelo de Irak “ la bota insolente” del imperio
con 50.000 tropas de retaguardia de su ejército de mercenario, lo cual
confirma que la guerra esta lejos de haber concluido y lo que se ha abierto es
un nuevo capitulo caracterizado por la lucha del pueblo iraquí para derrocar a
los colaboracionista del gobierno de Nury Al Maliki, los curdos de Talibani y
las otras fracciones cipayas, con cuyo concurso, los invasores cometieron la
más sangrienta agresión contra los pueblos de Irak y el saqueo y de su
patrimonio milenario.
Los imperialistas y sus aliados de la OTAN y el sionismo israelí seguramente se
convencieron con la experiencia en Irak, como lo estarán haciendo con su
amarga y frustrante experiencia en Afganistán, que a diferencia de sus
aventuras coloniales anteriores al XX, ahora no hay posibilidad cierta de
victoria definitiva con la ocupación de un país, porque siempre se mantendrá la
resistencia de una parte importante del pueblo que hará insostenible, en el
mediano y largo plazo, el mantenimiento de una tropa mercenaria y el apoyo de
una población hastiada de “guerras sin causa” donde mueren sus jóvenes y se
arruina su bienestar.
Seguramente, la nueva doctrina imperialista y sus estrategias militares, en el
marco de su proyecto de imposición del Poder Global, sustentado en potencia del
complejo militar industrial y en beneficio de los centros financieros
internacionales, será el bloqueo y embargo del pueblo agredido, bombardeo
indiscriminado de saturación a blancos militares, civiles y económicos, el uso
de las superbombas para pavorizar a la población civil y a los combatientes de
la resistencia y, la utilización de la bomba atómica táctica o estratégica,
según la potencia militar o la resistencia del pueblo agredido, con el
propósito de que, más que ocuparlo y dominarlo, obligarlo a la rendición
incondicional y la capitulación, como lo aplicado al imperio Japonés al termino
de la segunda guerra inter-imperialista mundial., pero aún así no tendrán
asegurada su victoria.
Mientras tanto, cada vez serán menos los jóvenes a quienes los reclutadores
gringos puedan convencer de que ir a la guerra es luchar para defender a
“América y la Libertad”, debiendo apelar, como último recurso a la
mercenarización de sus fuerzas armadas, mediante la incorporación masiva de
soldados profesionales, el uso como fuerza paramilitar de sus agentes de
inteligencia, el reclutamiento de extranjeros y la utilización como
fuerza "polivalente" (ahora son para custodia y protección) de las “empresas de
la guerra”, para consolidar un ejército que no espere regresar con Gloria para
luchar en las causas imperialistas. Solo necesita "cumplir su trabajo".
yoelpmarcano@yahoo.com