Lo más complejo de todo proceso de confrontación nacional es tomar y sostener
el camino de la Paz, porque en el desarrollo de un conflicto se tienen tantas
laceraciones y se acumulan tantos odios y resentimientos, que resulta difícil
para quienes tiene la responsabilidad de conducir los bandos en pugna, declarar
la voluntad de avanzar por el camino del cese a las hostilidades y aceptar una
solución que permita, sino restablecer la situación política al momento en que
se inició el conflicto, por lo menos la suspensión de las acciones armadas y
el diálogo político entre las partes beligerantes.

Siempre habrán, a cada uno de los lados, sectores que, reivindicando las causas
primarias de la lucha y los muertos, heridos y prisioneros tenidos, se
resistirán a renunciar a continuar la confrontación, por lo que presionan de
distintas maneras a la dirigencia para que no abdique sus compromisos iniciales
con el sector que lo apoyó en el cruento conflicto, hasta llevar la luchas “ a
sus últimas consecuencias”.

Por eso, para conquistar la Paz se necesita estar dotado de un sentido histórico
de los procesos en los que se desarrollan la historia de los pueblos y de una
entereza política suficiente para enfrentar sus propios miedos, fantasmas y
prejuicios, para asumir, de manera valiente y resuelta, lo que significa, dejar
a un lado las penosas y dramáticas circunstancias vividas por la guerra, para
avanzar por el camino de la Paz para los combatientes y, especialmente, para una
sociedad fracturada, y mutilada por un conflicto político.


Tales atributos pareciera no formar parte de de la conducta política del actual
gobierno "socialista" del Reino de España, porque, luego de 50 años de
sostener una guerra con la organización independentista vasca Euskadi Ta
Askatasuna, ETA, por la soberanía y la independencia de Euskal Herria, en la
que han muerto casi 1.000 personas y se encuentran en prisiones de España y
Francia otros tantos combatientes y presos políticos de la causa vasca, se niega
a aceptar la decisión unilateral e incondicional de ETA, de suspender todas sus
operaciones ofensivas para favorecer en Euskal Herria y en todo el Reino de
España, un clima político que permita promover los mínimos democráticos que
favorezcan una solución política a este histórico conflicto, empecinados en
reclamar rendiciones y capitulaciones obviamente inaceptables para sus
contradictyores.


Esta cerrada actitud del gobierno del Estado Monárquico Español, que contradice
sus anteriores posiciones proclives a las soluciones políticas de los
conflictos armados que se desarrollaron en América Latina al final del siglo
pasado, debería ser respondida con la firme decisión de los sectores
soberanistas e independentistas vascos, ubicados en todos los espacios de la
lucha política, con la valentía de persistir en el empeño de la Paz,
impedientemente de las aperturas de juicios y extensión de reclusión dictadas
desde la Audiencia Nacional, las acciones provocadoras de deportación y captura
de la Guardia Civil Española y la Policía Francesa y las respuestas, “a coro”,
de los defensores del Reino de España, que niegan toda iniciativa dirigida a
superar la situación de conflicto político y violencia que durante más de 30
años ha afectado la vida los vascos.

La contribución mayor de los independentistas y nacionalistas vascos a este
proceso de imposición de la Paz, es conquistar, por los medios que los estrechos
espacios democráticos españoles permitan, su presencia activa en las elecciones
municipales de mayo de 2011, para lo cual es fundamental que los amantes de la
Paz y quienes son solidarios con la justa causa nacional del pueblo de Euskal
Herria, acompañen este propósito democrático, organizando desde ya, Misiones
Internacionales de Observación Electoral, que obliguen a las autoridades de la
Monarquía Española aceptar que sean los votos y nos las balas ni la tortura y
los barrotes, quienes determinen el futuro político de la tierra ancestral de
nuestro Libertador Simón Bolívar.


yoelpmarcano@yahoo.com