Lula el conciliador: “Éramos muy radicales, si hubiera ganado… no habría durado ni seis meses en el poder”

1. Luiz Inacio Lula da Silva está a punto de concluir ocho años de gobernar Brasil (hoy con alrededor de 200 millones de habitantes), entregará el gobierno con 80 por ciento de simpatía y, lo más importante, logró que su candidata de partido -Dilma Rousseff- fuera electa. Después de leer la larga entrevista a Lula, publicada en La Jornada este fin de semana, me parece estar plenamente convencido que Lula sale totalmente victorioso del gobierno. Él se considera un político de izquierda (sí, pero de la izquierda centrista, la izquierda reformistas) aunque reconoce que sólo se dedicó a mejorar (o hacer menos peor) la economía de ese gigantesco país. Su gobierno hizo reformas para hacer más viable la economía y la política de la nación, muchos sectores le están muy agradecidos; pero también muchos sectores de masas –más de un millón de campesinos sin tierra y otros más no han dejado de reclamar justicia por asesinatos, expulsiones, presos políticos.
 

2. El analista de izquierda James Petras escribió: “Según un detallado estudio de la Comisión Pastoral de la Tierra, publicado a finales de agosto de 2003, 44 activistas rurales fueron asesinados entre enero y mediados de agosto de 2003, uno más que los 43 de 2002, el último año de la presidencia de Cardoso. Esto da un promedio de 5,5 asesinatos por mes, el más elevado desde 1990. Los «campos de la muerte» bajo el presidente Lula superan la tasa de asesinatos políticos bajo Cardoso, cuya presidencia fue testigo de varias matanzas sangrientas. La política de impunidad todavía persiste. Durante los ocho años de gobierno de Cardoso, 278 trabajadores sin tierra y líderes sindicales rurales fueron asesinados (casi 35 por año), pero sólo 5 asesinos fueron juzgados y condenados, menos del 2 %. En el caso más notorio, la matanza de 19 pacíficos y desarmados trabajadores rurales sin tierra en Eldorado do Carajas, en el Estado de Pará, los 163 policías militares fueron absueltos.

3. Lula fue candidato presidencial en tres elecciones sin poder obtener la victoria y hoy se ríe diciendo: “Porque nosotros éramos muy radicales en ese entonces. Si hubiera ganado, con el discurso tan duro como el que tenía, no habría durado ni seis meses en el poder.” Pareciera estar aconsejando al mexicano López Obrador y a los demás radicales que buscan ganar elecciones. Allí está el gran dilema: ganar para hacer algunas reformas que te permita la burguesía para engrasar el sistema de explotación, o mantener una política clasista consecuente, muy clara, sin concesiones, hasta lograr que las masas adquieran conciencia. No recuerdo si Lula siendo candidato -como han hecho a través de las décadas casi todos los candidatos de América Latina- también tuvo que ir a recibir el “visto bueno” del gobierno de los EEUU. Pero por lo menos hoy declara ser algo así como amigo de Obama, así como lo fue de Bush (hijo)

4. Pero por otro lado, se dice en la entrevista, que “Brasil es, con Lula, muy popular en el mundo árabe e islámico. Se habla de un BIT, la alianza mediante la declaración de Teherán con Turquía e Irán. Se publica que en Brasil existe una política bien diseñada hacia África, donde Lula ha abierto más de 30 embajadas (México tiene tres), y, en particular, con las antiguas colonias portuguesas, con las que ha entablado excelentes relaciones económicas. Los primeros socios económicos de Brasil son hoy (en orden descendente) China, la Unión Europea y Estados Unidos. Con China, Lula practica una complementariedad geoeconómica. Se calcula que Pekín invertirá en Brasil, durante el próximo cuatrienio, 40 mil millones de dólares por año”. ¿Qué pensar? Que el gobierno de Lula tuvo mucho dinamismo; que dio muestras de un país dispuesto a convertirse en el “quinto” más importante del mundo del capitalismo.

 5. Lula conoce bien a los poderosos empresarios y a los terratenientes brasileños; sin embargo, como gran estratega de la política de conciliación, prefiere hacer solamente pequeñas reformas que no enojen a la clase dominante. Por eso recuerda los momentos en que esos grupos económicos pusieron en jaque a Brasil “orillando al suicidio a un primer mandatario, el presidente Getulio Vargas (1954); acosando, casi hasta el derrocamiento, al gobierno de Juscelino Kubitschek (1956-61), y deponiendo a su sucesor Joao Goulart mediante un golpe militar (1964)”. La realidad es que Lula, como todos los socialdemócratas partidarios de la paz y la conciliación, prefiere hacer unas cuantas reformas que no pongan en peligro su gobierno para dejarles a los que sigan en los próximos 50 años, realizar otras reformas. Por eso Lula parece siempre tendrá elementos para acomodarse.

6. Lula es cauto, es un buen diplomático, está siempre bien con todos, ¿y el pueblo pobre y miserable de Brasil piensa lo mismo? Señala –como un chiste- que “cada país tiene sus particularidades. Los Kirchner tienen su estilo de gobernar y Argentina está mejorando; Pepe Mujica tiene su modelo de gobierno; Uruguay está mejorando. Yo tengo mi estilo, el hecho concreto es que Brasil está mejorando. Evo tiene su estilo; el hecho concreto es que Bolivia está mejorando, y esto vale para todo el mundo. Eso es lo que me interesa. Esa cosa de la prensa de decir: ‘Lula es el buenito y Chávez el malo’. Chávez tiene que ser bueno para el pueblo de Venezuela, y yo tengo que ser bueno para el pueblo de Brasil, y la verdad es que Venezuela mejoró con Chávez, esa es la verdad. ¿En cuántas elecciones participó Chávez en estos tiempos, eh? Y las ganó todas, acaba de ganar una más”. Me hubiese gustado mejor un análisis crítico que la apología.

7. Tiene razón Lula: “Ocho años son pocos para transformar un país”; pero 50 años sería lo mismo cuando no se moviliza a la población y se tiene miedo de tocar a los más poderosos. Pero muchos preguntarían, ¿cómo movilizar a los indígenas, a los campesinos, a los trabajadores explotados, que durante muchas décadas han sido “educados” por la Iglesia, la televisión, la escuela capitalista y suelen estar penetrados por infinidad de prejuicios sociales? De todas maneras las declaraciones de Lula me sigue pareciendo un documento importante, sobre todo para los socialdemócratas del mundo que deben estar muy felices. Pero también para la izquierda radical para que se de una idea de los que sucede en América Latina y las dificultades de que en procesos electorales se pudieran conseguir transformaciones profundas. Pareciera que los gobiernos de centro-izquierda y reformistas estarán peleando seriamente el poder en los próximos años para hacer reformas que no enojen a las clases dominantes.

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Pedro Echeverría V


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