1. En el PRI y en el PAN –los partidos de derecha en México- no hay personalidades, líderes naturales, personajes que por sus acciones pudieran ser admirados o distinguidos por las masas de trabajadores. Los hubo en el PRI porque venían de la Revolución Mexicana; en la ultraderecha sólo entre los sinarquistas. Hoy quizá un curita de esos chistosos, como Onésimo Cepeda o el cardenal de Guadalajara, que se mueven entre las clases altas, que por dicharacheros, den mucho qué hablar. Por el contrario en la izquierda o centro izquierda, entre las masas de trabajadores –a través de la larga historia del mundo- han surgido líderes naturales “al por mayor”, que por sus permanentes acciones en beneficio de los humildes se han transformado en caudillos. ¿Qué han sido los líderes revolucionarios en México y América Latina sino caudillos buenos, malos, regulares como Marcos del EZLN y López Obrador que encabeza su movimiento?
2. No creo en los caudillos políticos porque por su centralidad y mucho autoritarismo pueden ser perjudiciales en las luchas por la igualdad social, política, económica; pero debo reconocer que al inicio de las luchas sociales, en un periodo de la historia por la liberación de nuestros pueblos, pueden ser necesarios. Si registráramos a los caudillos de México y América Latina encontraríamos a miles de ellos que se han hecho en duras batallas encabezando luchas sociales justas. Son más los que se han perdido o desaparecido en las diversas zonas donde han luchado y son relativamente pocos los que han conseguido los objetivos revolucionarios que se han propuesto. Obviamente no puede ser caudillo cualquier líder o político que quiera serlo, porque mucho de ello en innato: saben pensar, hablar, convencer, conducir, negociar. Y cuando se dice que no escuchan es porque sienten superar en trabajo y experiencia a quien quiera “aconsejarlos”.
3. Marcos y López Obrador -luchando con honestidad, inteligencia y valentía- son los políticos que en los 10 primeros años de este siglo han logrado mayor presencia personal en México, muy por encima de cualquier panista, priísta o perredista. De manera desafortunada, Marcos en la izquierda y AMLO en la centro/izquierda, encabezan proyectos políticos distintos que incluso parecen antagónicos. Los dos son odiados por los medios de información y por la burguesía política y empresarial, aunque de distinta manera. Marcos, al representar la alternativa anticapitalista y antielectoral desde la selva y las plazas públicas, concita muchos odios del sistema de explotación y opresión y quisieran desaparecerlo por la vía violenta. López Obrador que ha gritado por los cuatro vientos que su lucha es pacífica, electoral y legal también es presentado por la clase política y empresarial como “un peligro” para México. Se busca destruir a los dos.
4. ¿Por qué entonces camina cada quien por su lado, incluso rechazándose de manera abierta? Creo que lo esencial es porque tienen posiciones políticas muy diferentes, pero también porque son dos caudillos muy queridos por su gente que al acercarse provocan chispas. Y es grave porque impide que haya por lo menos contactos de representantes para analizar por dónde se puede caminar juntos en objetivos concretos y generales y en qué momento caminar separados. El argentino Giardinelli escribió sobre Kirchner: “Con innumerables errores, desde ya. Con metidas de pata, corruptelas y turbiedades varias y algunas muy irritantes, funcionarios impresentables, cierta belicosidad inútil y lo que se quiera reprocharles, todo eso que a muchos como yo nos dificulta declararnos kirchneristas, o nos lo impide. Pero se olvida que la corrupción en la Argentina es connatural desde que la reinventaron los mil veces malditos dictadores”.
5. Marcos ha demostrado muchas veces las traiciones del PRD, los golpes que han recibido como EZLN, las funestas alianzas que ha realizado con gente burguesa enemiga del zapatismo y de los trabajadores, pero mucha de esa basura política se está quedando atrás y AMLO parece estarse radicalizando a pesar de su confianza única en lo electoral y el pacifismo. Pero del otro lado de la moneda está cierto estancamiento del zapatismo por el casi total aislamiento en pequeñas comunidades, aunado a ello la gran represión de que es objeto la lucha de los jóvenes de la sexta. La composición social de los componentes o militantes de cada de las organizaciones es diferente y podría llevar a dificultades en la realización de tareas políticas y de movilización conjuntas, pero lo más grave es que de entrada se manifiesten más problemas personales que posiciones políticas. A veces pienso que son más los prejuicios personales que la realidad.
6. Los empresarios, así como los partidos y políticos burgueses también se confrontan –incluso asesinándose unos a otros- cuando de lograr más negocios, más ganancias y más poder se trata; pero nada tontos, cuando ven que los trabajadores se unen para realizar huelgas, marchas, bloqueos, inmediatamente conforman una gran unidad para reprimirlos, golpearlos y encarcelarlos. Ellos sí saben unirse para defender sus intereses, las izquierdas y los trabajadores no. ¿Hasta qué grado las fuerzas del imperio y de las burguesías mueven sus hilos para separar más a los trabajadores y la izquierda? Pienso que la izquierda ha exagerado sus divisiones y muchas veces ha agrandado sus diferencias políticas para esconder personalismos. El mundo está lleno de traiciones, “metidas de pata, corruptelas, turbiedades”, como dice Giardinelli, pero se olvida que la corrupción en México “es connatural”? ¿Hasta cuando seguiremos solos?
7. La realidad es que yo tengo una posición política, pero nunca podré asegurar que sea la única y la verdadera. Tampoco puedo asegurar que alguna como la de Marcos, la de López Obrador, la del movimiento social, la de la APPO y la CNTE sean las correctas para la transformación radical del sistema. Al contrario, tengo la convicción de que sólo analizándolas y discutiéndolas –sin afanes protagónicos de tener la verdad- se puede hacer avanzar el movimiento. Los trabajadores sólo tienen a un enemigo: a la burguesía y al imperialismo que los explota y los mantiene en la miseria y la opresión. ¿Por qué entonces no encontrar el camino de la unidad, aunque sean en las batallas más generales? Yo estoy cansado de las pequeñas batallas defensivas que solo han servido para que las burguesía nos golpee, encarcele y asesine. De cada 100 de éstas cuando más ganamos una; otra cosa sería si nuestras luchas fueran coordinadas y unitarias.