La revolución bolivariana iniciada por el pueblo venezolano con su triunfo
electoral del 6 de diciembre de 1998, abrió un amplio proceso de encuentro entre
diversos sectores sociales y políticos y de personalidades progresistas y
democráticas que vieron en esa inédita coyuntura histórica, la posibilidad de
contribuir a rescatar y refundar la República, reivindicar la soberanía popular
y nacional, afirmar la independencia, adecentar la vida política del país,
desarrollar integralmente la economía y, darle al castigado pueblo venezolano el
bienestar material y la esperanza de progreso que, en 187 años de vida
republicana, se le habían negada las elites económicas y políticas que
desgobernaban el país,
Junto a los venezolanos y las venezolanas patriotas y honestas que respondieron
al llamado del comandante Chávez se encontraba una mujer valenciana, de larga
tradición académica en la Universidad de Carabobo y de inocultable identidad con
la causa de la Democracia y las luchas por el Socialismo, que la llevaron a
incorporarse a organizaciones políticas de izquierda y mantenerse fiel a ese
ideario pese a la traición de quienes la motivaron a estudiar y defender tales
ideas, pero que luego se pasaron al campo de la burguesa defendiendo la vieja
democracia de élites y a la decrépita República de los “Amos del Valle”: Ella
fue Blancanieve Portocarrero.
Esta mujer de cuerpo pequeño y de ideas gigantescas, que formó a varias
generaciones de abogadas egresados de la centenaria Universidad de Carabobo,
puso a la disposición de la revolución democrática, bolivariana, soberanista,
popular al servicio de las mayoría, toda su voluntad de la militante consecuente
con las mejores causas del pueblo y su aquilatada formación académica,
representado al Estado Carabobo en la Asamblea Nacional Constituyente, en la que
participó en el debate de su Comisión Constitucional, dando una decisiva
contribución a la feminización del texto constitucional de la naciente
República Bolivariana de Venezuela; destacada actuación ciudadana que la hizo
merecedora de la designación como presidenta de la Comisión Legislativa
Nacional (Transitoria), encargada de ejercer el Poder Legislativo, mientras se
elegía la nueva Asamblea Nacional.
De tan convulso y difícil proceso político, esta valenciana de diálogo e ideas
firmes salió sin mácula ética ni política, cercana a todos los que desearon y
pidieron ser oídos y con una ejecutoria de amplitud y consensos posibles, que
luego la llevaron a la conducción del Ministerio de Trabajo y la Seguridad
Social, en donde enfrentó con firmeza y diálogo la convulsión política y
laboral creada por la disolución del viejo esqueleto burocrático cetevista y la
formación de fracciones bolivarianas y de otras corrientes clasistas que
luchaban por llenar el vacío dejado por el sindicalerismo cuartarepublicano;
pasando luego a Servicio Exterior, en donde realizó un fructífera actividad de
defensa de los cambios revolucionarios en Venezuela y de promoción de la amistad
con el pueblo y gobierno alemán; propósitos truncados por su temprano
fallecimiento, pero dejando un hermoso legado de obras, sueños y utopías
posibles en el pueblo venezolano, al lado de un hombre bueno, el militante
socialista Cesar Guzmán, a quien tributó su inagotable amor, dándole fortaleza a
su espíritu en medio de su larga y difícil padecimiento.
Es necesario decirlo: con Blancanieves no solo se nos va una consecuente
militante de la causa bolivariana y socialista, sino un referente social y
político de la nueva arquitectura revolucionaria que ha de signar el proceso de
transición al Socialismo, que reclama la presencia y la participación efectiva
de los sectores democráticos, patrióticos y antiimperialistas de los sectores
medios de la sociedad, en la construcción democrática, pacífica y libertaria de
la Sociedad de los Justos: El Socialismo.
yoelpmarcano@yahoo.com
