México: Calderón y sus generales culpables del odio que crece en la población contra el ejército y la policía

“La inseguridad no la ocasionan los grupos delincuenciales, es la federal que viene, se mete a las casas hogares, en todo el municipio". Presidente de Apatzingán.

1. Ayer domingo se realizaron  tres marchas en distintos municipios de Michoacán para pedir la salida de los cuerpos de seguridad federales al presidente Felipe Calderón. La primera manifestación se realizó en Apatzingán por la mañana cuando 200 personas y transportistas salieron a las calles a protestar. Posteriormente, en Pátzcuaro, se reportó la presencia de 50 personas que marcharon con cartulinas solicitando la salida de las fuerzas federales de Michoacán. Finalmente, en la capital Morelia, por la tarde, se registró la tercera marcha de la jornada con una concurrencia de unas 100 personas. “Pedimos que el gobierno federal retire sus fuerzas, porque sólo nos perjudica su guerra contra esos señores. Sólo nos ocasiona que nos cierren negocios, nos cierren trabajos, nos cierren carreteras y no podamos vivir en paz”, aseguró el representante de Comerciantes de Ciudad Hidalgo, Michoacán.

2. No se si el ejército y la policía, a través de la historia, han tenido prestigio en algún lugar del mundo. Yo creo que no porque siempre han querido someter a los seres humanos a un orden y a una disciplina fabricados por el Estado que siempre busca salvaguardar sus propiedades, riquezas y dominación. Pienso que en una sociedad autogestiva e igualitaria el ejército y la policía se convertirían en innecesarios y pasarían sólo al mundo de los recuerdos. ¿Qué son el ejército, la policía, las cárceles, los tribunales, las armas, los centros de tortura, el lenguaje despótico y autoritario, la represión y los asesinatos, sino no productos de las sociedades opresoras del esclavismo, la servidumbre, el caciquismo, el liderismo? El ejército y la policía no son causa, sino simple efecto que demuestra la inmensa desigualdad en que vivimos, siempre en beneficio de una minoría, que sólo puede subsistir gracias a los gendarmes.

3. Me duele escribir esta crítica porque he tenido muchos amigos humildes que han llegado a ser militares y otros que han tenido miembros de sus familias en estos cuerpos. Pero mi crítica nunca ha sido contra personas que suelen ser simples piezas de la maquinaria, sino dirigidas a las instituciones usadas para dominar a las clases mayoritarias del país. Conozco incluso militares que levantan mucho menos la voz que muchos padres de familia que actúan como dueños de los hijos y la esposa. Por eso cuando en Michoacán, Ciudad Juárez o Tamaulipas se pide la salida del ejército, de la marina y la policía no se solicita que una u otra persona salga, sino toda la institución que actúa por mandato contra los intereses del pueblo. Si esas conductas represivas de los militares continúan puede suceder que incluso cuando ofrezcan auxilios contra sismos, huracanes e inundaciones, sean rechazados por malas experiencias vividas.

4. Se supone que el ejército y la policía son “servidores públicos”, según declaraciones de la burocracia gubernamental; pero a éstos los han convertido en servidores del gobierno, del presidente, no del público, no del pueblo. Y lo lamentable es que el 99 por ciento de los soldados y policías viene de la clase campesina pobre, miserable, explotada; pero apenas son contratados por esos aparatos represivos les imponen una disciplina absolutamente autoritaria que los lleva a tratar a los débiles –sus hermanos de clase- como delincuentes. Es el motivo porque el ejército y la policía son odiados y ese sentir crece más porque el presidente Felipe Calderón y los generales y jefes policíacos,  son culpables –junto con los narcos- de las muertes y asesinatos de más de 35 mil personas en el país. Ejército y policías se transformaron de “servidores públicos” en fuerzas represivas que aterrorizan a la población.

5. En vez de usar la inteligencia, el buen trato, la explicación, para que las poblaciones comprendan el contexto violento de estos seis años de Presidencia de Calderón, el gobierno engaña y los policías y soldados imponen el terror, la persecución y la cárcel a los habitantes con la acusación de ser cómplices de los narcotraficantes. En México, como en varios países, los narcotraficantes no sólo legan a ser muy apreciados por la población sino que llegan a ser convertidos en ídolos y santos porque son parte del pueblo y los ayudan a vivir; es el motivo por lo que en varias marchas ellos son tratados como héroes populares. ¿Por qué los gobiernos, que se dicen electos y representantes del pueblo, no sólo están lejos de sus electores sino que incluso son “ilustres desconocidos” de ellos? Se da el caso que gobiernos y empresarios ponen precios multimillonarios de recompensa por los líderes del narco y la población los protege.

6. El ejército, la marina y las policías tienen que construir, con toda honestidad, su filosofía acerca del papel que deben cumplir como aparatos de poder. ¿Puede olvidarse que son aparatos de servicio público porque les paga el pueblo o de servicio al gobierno o al Estado que mal administra el presupuesto? No es el gobierno el que paga (con su dinero) al ejército, la educación, los servicios de salud, etcétera, sino el pueblo con su trabajo. ¿Cómo pueden evitar esas instituciones que cada día están más desprestigiadas por funestas políticas gubernamentales, evitar derrumbarse hasta la estulticia? Esos cuerpos deberían tener un código de ética que les impida reprimir el descontento y las protestas justas del pueblo; así como el derecho a resistir órdenes para reprimir a la población inocente. ¿Cómo pueden aceptar entrenarse en las escuelas del imperialismo yanqui cuyo único papel ha sido invadir pueblos indefensos y asesinar a diestra y siniestra?

7. Mientras la sociedad mundial siga dividida en clases sociales extremadamente desiguales, las clases minoritarias dominantes seguirán justificando la existencia del Estado despótico y autoritario (ejército, policía, cárceles, leyes) para mantener a raya a la clase trabajadora. Para evitar que la población se levante en armas –haciendo causa común con otros levantados- se requiere respetarla. Pero si, como dice el Presidente Municipal de Apatzingán, Michoacán: “la policía federal viene y se mete a los hogares” muy pronto –justamente- podrán surgir movimientos armados del pueblo para expulsar a los aparatos de ocupación militar. Y si, además, el ejército yanqui decide invadir México para adueñarse de los estados fronterizos del norte y del sur, entonces lo único que podemos esperar es una tremenda guerra civil que llevará adelante a la muerte a más de 100 mil seres inocentes. Así que hay que pararle, ¿0 no?

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Pedro Echeverría V


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