Parece que de gasolinazos está lleno el camino de las luchas populares. El más sangriento ocurrió en Venezuela, el 27 de febrero de 1989, conocido como el “caracazo” y significó el comienzo del fin de la Cuarta República. El autor del genocidio, se marchó sin haber arreglado cuentas con la justicia popular. Ahora no saben en dónde enterrarlo.
En Francia, hace un par de semanas, las masas proletarias paralizaron el país con la toma de las refinerías de petróleo, en rechazo al paquete de medidas neoliberales del FMI. Fue el preámbulo de las luchas proletarias que vendrán en el 2011 en toda Europa.
En Bolivia, el gasolinazo sirvió para que el gobierno del presidente Evo Morales diera una lección de democracia al mundo, al derogar el Decreto de aumento de precio de la gasolina en atención al rechazo popular y a la consigna de su gobierno, “mandar obedeciendo”, “el pueblo es sabio”. Todos los gobiernos, en circunstancias parecidas, imponen sus decisiones por medio de la represión: ocurrió con el “caracazo” (miles de muertes); en Bolivia con Sánchez de Lozada (80 muertos); en Argentina con De la Rúa (cientos de muertes). Evo hizo valer el verdadero enunciado de la democracia, “gobierno del pueblo y con el pueblo”, que no admite intermediarios, muy diferente, al transnochado enunciado linconiano y burgués de, “gobierno del pueblo con el pueblo y para el pueblo”, que admite intermediarios. La actitud de las mayorías bolivianas no ha sido contra su gobierno, sino, para recordarle a Evo que ellas son el gobierno.
Pero, hay otro gasolinazo en puertas. Esta vez en Colombia donde el presidente Santos decretó la venta del 10% de Ecopetrol, empresa petrolera propiedad del pueblo colombiano. Con la simulación de atender a los daños ocasionados por las inundaciones, la oligarquía encontró el pretexto para privatizar Ecopetrol. Nunca he podido entender que un gobernante tenga atribuciones para vender un bien del Estado y menos, de la importancia estratégica de Ecopetrol (igual a Pdvsa), que brinda servicios fundamentales y rinde beneficios económicos, los cuales, en lugar de percibirlos el pueblo, pasarán a las manos de un capitalista usurero y ladrón. Si el gobernante cree tener esas atribuciones ¿por qué no vende un pedazo de territorio, por ejemplo la Guajira, el trapecio amazónico, Putumayo o el Chocó? ¿Qué diferencia hay entre vender Ecopetrol o vender un pedazo de territorio? Ya veremos si Santos - como lo ha hecho Evo - cuando la clase obrera colombiana salga en defensa de Ecopetrol, va a derogar el Decreto de venta del 10% o va a lanzar sus policías y el ejército a reprimir obreros y a todo el que se manifieste en defensa de Ecopetrol, patrimonio inalienable del pueblo colombiano.
Esa es la diferencia entre un gobierno de la oligarquía capitalista y un gobierno socialista y proletario. El presidente Chávez vetó la Ley de Universidades, en la actitud novedosa y democrática propia de los gobiernos de las mayorías nacionales, diferente a la actitud represiva de los gobiernos de la oligarquía. Los pueblos no están sólo para votar en los procesos electorales, sino, para aportar decisiones gubernamentales. Algo está cambiando en nuestra América.
leonmoraria@gmail.com
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