2. La revolución burguesa mexicana de 1910-17 originalmente se hizo contra los grandes terratenientes, los militares porfiristas, el alto clero y la aristocracia de las ciudades, es decir, fue contra los conservadores, los restos feudales y eso que se llama derecha mexicana; sin embargo ésta en vez de considerarse derrotada se metamorfoseó, decidió acomodarse a la nueva política y a los renovados funcionarios, muchos de ellos sus hijos o parentela. Permaneció seis décadas desarrollándose y viviendo bajo la protección o sombra del Estado hasta que en los ochenta –ya muy fuerte- sacó la cabeza y reclamó abiertamente el gobierno. Por eso 1982, año de la intervención de los bancos por López Portillo y al mismo tiempo de la abierta protesta de los empresarios encabezados por Clouthier, es significativo. Este mismo personaje –presidente del Consejo Empresarial y destacado militante del PRI- se transformó en militante del PAN y se convirtió en candidato presidencial de este mismo partido.
3. Esto fue lo que durante muchos años, sobre todo en las décadas de los sesenta y setenta, planteamos los espartaquistas mexicanos como burguesía burocrática (o política) que se hizo poderosa a partir de la revolución, de los cargos de gobierno y los negocios a través del Estado, que educó y protegió a la burguesía privada (comercial, industrial y financiera) cuándo ésta no sabía manejar la política ni agruparse para defender sus intereses en conjunto. También se puede pensar, a través de esta idea, por qué los del PRI se hicieron ricos a través del gobierno y la política y cuál es la causa que los sectores privados –el PAN entre ellos- son muy ignorantes en política pero muy profesionales en negocios y en abogados que los defienden. Sin embargo esa división de intereses -aunque los hacían confrontarse- nunca les impidió que estuvieran unidos en los negocios que siempre les produjeron enormes ganancias.
4. Hay que decir que el problema no es que hayan 500, 300 o tres legisladores sino saber a qué intereses responden. ¿Si sirven a los intereses de la población mayoritaria, al de los millonarios o a sus personales intereses? ¿Si son parte de un gobierno honesto por cobrar un salario parecido al de los trabajadores o, por el contrario, de un gobierno funesto, caro, que se asigna salarios como las “ganancias” de los grandes empresarios? ¿Cambiaría algo si eliminamos a 200 o 400 legisladores aunque los que queden sigan siendo tan corruptos e inefectivos como ha sido siempre? Más aún, podríamos reducirlos a tres diputados –uno por cada partidos de los tres dominantes- que son en la práctica quienes definen todo. Tres legisladores que lleven las posiciones de su partido para llegar a acuerdos. ¿Y las comisiones técnicas? Bastaría que cada partido analice y discuta internamente cada propuesta para que su representante exponga los problemas.
5. Es decir, podrían desaparecer todos los legisladores y el mismo parlamento. Para ahorrar tanto derroche de presupuesto público y de funcionarios ineficaces podríamos reducir a casi nada los funcionarios de cada dependencia, pero lo miles de millones de pesos que ahorraríamos se irían a otros campos igual de ineficaces e improductivos y el pueblo no ganaría nada. En la práctica abandonaríamos la República y la llamada Democracia Representativa que defienden muchos funcionarios, por falsas y engañosas para regresar a la Monarquía autoritaria, “constitucional” y, en muchos aspectos hereditaria”, donde decide uno con su corte de consejeros. Se diría: ¿Y qué es lo que se ha vivido en México sino una falsa democracia representativa que degeneró en una forma de monarquía –oligarquía si se quiere- en la que el presidente, el legislativo y el judicial sólo han funcionado como una corte que decide todo bajo la apariencia de una democracia?
6. Además, ¿para qué sirven gran cantidad de secretarías, de altos funcionarios de Estado, un gigantesco aparato burocrático, enorme número de legisladores, etcétera, que dilapidan un alto porcentaje presupuestal, si son los acuerdos entre partidos y el presidente los que deciden sin consultar más que a sus huestes? Si los legisladores fueran realmente representantes del pueblo y sólo defendieran los intereses de sus representados después de consultarlos habría que exigir muchos más legisladores; y si éstos en vez de ganar 200 salarios mínimos sólo se les pagaran 20, con la obligación de consultar e informar, el poder legislativo sería un real representación. ¿Por qué un cargo político o una representación “popular” pueden costar hasta diez millones de pesos si con el salario normal apenas pueden reunirse en seis años? ¿Por qué los políticos de todos los partidos se pasan más de 30 o 40 años brincando de un cargo a otro?
7. La realidad es que nadie puede negar la enorme corrupción que existe en el país, pero no es por el gran número de legisladores y sus exagerados salarios. Es esencialmente porque los gobiernos nunca han servido a los intereses de la mayoría de la población. La realidad es que fastidia al pueblo que en nombre de la democracia vivamos una oligarquía (gobierno de pocos) que determina todo en perjuicio de la mayoría de la población. Dicen: ¿Para qué queremos 500 diputados, 120 senadores, que sólo acuden a levantar su dedo, después que tres partidos –como siempre sucede-se han puesto de acuerdo? Si los legisladores representaran realmente al pueblo y no cobraran como empresarios podrían ser hasta mil, el pueblo tendría mejor representado sus intereses; pero el asunto es contra los tres poderes que sólo sirven a los millonarios y, más aún, es el sistema capitalista que con su estructura bien organizada para la explotación sigue oprimiendo al pueblo.