“Que el fraude electoral jamás se olvide”
En Egipto la movilización popular está logrando derrocar a un régimen espurio y a un sistema generador de miseria y malestar. El mundo entero está atento a lo que ahí suceda en los próximos días. La diplomacia imperial maniobra, ya no tanto para mantener a su pelele en el poder, sino para tratar de controlar los daños a su hegemonía en el Medio Oriente, particularmente a la seguridad de su entrañable socio sionista. El descontento popular se salió de madre ante el anquilosamiento de un régimen represor y, sobretodo, ante los ajustes de la economía que, como de costumbre, se ensañan en castigar y golpear a la economía de la mayoría de la población y en beneficio de una minoría privilegiada. Ojalá que logren construir un nuevo orden de justicia y libertad, no sólo el derrocamiento de un tirano; el riesgo es el de caer en el garlito de los cambios cosméticos made in usa para que todo siga igual.
Lo interesante es que, con sus propias características, en varios países se registran movimientos similares con la posibilidad de extenderse de manera universal. Es un común denominador el rechazo de los pueblos ante la brutal descomposición social, económica, cultural y ambiental que caracteriza al mundo de hoy. Junto con los egipcios, se registran movilizaciones populares en Túnez, Jordania y Arabia Saudita, en los que a la inexistente democracia formal se agrega la insoportable condición de empobrecimiento del pueblo. Están latentes las cosas en la Europa Mediterránea, con las protestas en Grecia, Italia, España y Portugal, principalmente originadas por las afectaciones a los niveles de bienestar. En América Latina se han vivido procesos similares, con casos ejemplares que han derivado en la implantación de regímenes de gobierno populares, como son los casos de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Argentina, Uruguay, Nicaragua y El Salvador, pero donde todavía quedan en el caldero México, Costa Rica, Colombia, Perú, el resto de Centroamérica y, con sus variantes, Chile y Paraguay. África toda es un polvorín.
Hasta en Davós, en la reunión anual de la crema del neoliberalismo, se levantaron voces de advertencia por el descontento mundial provocado por el comportamiento de la economía que sólo ha producido desempleo, alza de los precios de los alimentos, miseria y destrucción del medio ambiente. El propio Secretario General de la ONU se manifestó en el sentido del suicidio universal que significa el modelo de consumismo imperante, urgiendo por su eliminación.
Hoy el mundo se mueve a ritmo de pop, no sólo por la música que así se denomina como apócope de popular, sino por la onomatopeya del sonido de las burbujas que revientan en un caldero en que comienza a hacer ebullición un líquido espeso. Pop, pop, pop se oye por todas partes. Es el pop de la masa social a punto de estallar y, como la moda musical, es el pop de lo popular y, por tanto, de la verdadera democracia.
En México el estruendo alcanza niveles insoportables, sumido entre el pop pop de las burbujas que revientan y el bang bang de la violencia callejera. El régimen dice combatir la violencia con más violencia, pero lo que realmente busca es acallar el ruido de las innumerables burbujas de descontento que revientan por todo el territorio. Este lunes un importante conjunto de organizaciones sindicales y campesinas, en un frente amplio que incluye a las independientes pero también a la CNC, CROC y la CROM de corte priísta, se manifestaron y colmaron el Zócalo de la Ciudad de México en demanda de cambiar el modelo de desarrollo e, incluso, de defenestración del espurio Calderón; la prensa oficial y la televisión sólo destacan las molestias que tales expresiones de descontento provocan a los automovilistas, pero nada dicen respecto de las causas de la protesta; para ellos lo único que se oye es el tableteo de las metralletas y la indicación subliminar del encierro casero.
Me pregunto qué es lo que se tiene que hacer para que el mundo, que en el caso de Egipto se solidarizó, registre lo que sucede aquí. Cómo es que la manifestación multitudinaria por el fraude electoral no mereció la atención prestada a casos menores que suceden en otras partes. Me queda claro que la prensa mundial atiende de manera especial los casos de protestas contra regímenes que no se apegan a los dictados del imperio, como es el de las elecciones en Irán o de las minúsculas manifestaciones en Cuba o Venezuela. Habría que valorar el significado de la televisora Al Jazera y su capacidad de difusión en el Oriente Medio, como un factor positivo en el asunto egipcio y, en consecuencia, la importancia de que Tele Sur sea robustecida por los gobiernos y los pueblos latinoamericanos en vías de emancipación, para contar con una voz propia.
Insisto en que el Movimiento de Regeneración Nacional necesita desarrollar una vigorosa política internacional para proveer a la solidaridad de los pueblos del mundo. No propongo ni aceptaría que de fuera vengan a resolver lo que a nosotros nos toca en exclusiva, sino solamente que la atención internacional dificulte el atropello a la voluntad de los mexicanos.