La crisis de gobernabilidad, que pudiera transformarse en crisis revolucionaria, en la República de Egipto, viene demostrando la inutilidad del aparato represivo de los Estados para controlar la insurgencia civil no armada del pueblo, dado que el mortífero poder de fuego de los armamentos de sus fuerzas armadas y de policía, acaso si han servido para disuadir a la mayoría del pueblo a lanzarse frontalmente a derrocar al gobierno, tomando los edificios del gobierno y desafiando en las calles a su ejército, pero no han podido ser utilizadas para cumplir su razón de existencia: reprimir para garantizar el viejo orden en extinción.
En los años 80's y 90’s del siglo XX, esa misma fuerza militar y policial, armada y orientada por los intereses geopolíticos del imperialismo norteamericanos en el Medio Oriente, fueron utilizadas para reprimir brutalmente el auge islamista y el desarrollo de las luchas democráticas del pueblo egipcio contra la autocracia murakabista; acciones que causaron un elevado número de muertes, heridos y detenidos, sin que los gobiernos de la alianza imperialista-otanista-sionista, hubiesen reaccionado frente a tales crímenes contra los derechos humanos y, las empresas capitalistas de la comunicación, hubiesen realizado tal despliegue comunicacional.
No se trata entonces de una modificación del carácter reaccionario y anti-popular del aparato militar y policial de la larga “dictadura perfecta” del general Hosni Mubarak y la burocracia militar traidora al ideario del Padre de la Patria Egipcia, Gamal Abdel Nasser, sino, en primer lugar, que las dimensiones del disenso social y político del pueblo egipcio es tan mayoritario, que las élites corruptas y represivas gobernantes y sus financistas extranjeros, están convencidos, no solo de la inutilidad, sino también de de lo contraproducente, de utilizar la fuerza criminal del gobierno egipcio para derrotar una revuelta demostradamente pacífica y legitimada por sus ideario democrático.
Y, en segundo lugar, el desarrollo de la conciencia de Paz, Democracia, y de defensa de los Derechos Humanos, presentes en los pueblos y el uso de los novedosos medios de información, comunicación y difusión personal virtual de que dispone la sociedad mundial, hacen hoy menos posible que tan brutales acciones represivas puedan ser justificadas y ocultadas, y que sus autores y beneficiarios puedan permanecer impunes ante el juicio de los tribunales internacionales y de la historia.
El uso en los últimos días de la revuelta de bandas armadas de mercenarios y agentes encubiertos del aparato policial y político del gobierno mubarakista, contra los manifestantes concentrados desde hace más de una semana en la Plaza de la Liberación de El Cairo, son más que demostrativos de la frustrante incapacidad del aparato gubernamental de hacer uso de sus propios órganos represivos quizás, también, por el fundado temor de que su despliegue y accionar represivo produzca una pérdida del control de parte de sus unidades operativas en el terreno y se generen procesos de rebeldía e insubordinación entre la tropa y la oficialidad baja y media, que haría imposible la recuperación del control subvertido.
Esta relativa imposibilidad del uso generalizado y brutal de la fuerza ante la resistencia moral y no armada de un pueblo egipcio en revuelta y desobediencia generalizada, es una lección no aprendida por los agentes imperialistas diseñadores de las “Revoluciones de Colores” y “Golpes Blandos”, (utilizados en contra de gobiernos contrarios a las políticas del imperialismo como Serbia, Venezuela, Ucrania, Bolivia, dixit), quienes no tienen respuesta a tales procesos políticos cuando estos son el fruto de las luchas de los pueblos contra los gobiernos que sirven a los intereses del imperialismo, como el caso del general Hosni Mubarak, el “Rais”.
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