2. Se ha dicho que la decisión de Carlos Slim de no publicitar a sus empresas en la televisora ocurrió en la misma semana en que Televisa solicitó a la Comisión Federal de Competencia (CFC) que investigue una posible violación por parte de Teléfonos de México a su título de concesión emitido en 1991, que no considera la posibilidad de que preste servicios de televisión restringida. Pero Azcárraga inmediatamente reaccionó y en la demanda ante el organismo (la CFC) antimonopolio, Televisa cuestionó la asociación entre Telmex y Dish, empresa proveedora de servicios de televisión por cable, propiedad en parte del empresario Joaquín Vargas, presidente de Multivisión (MVS) que también acaba de salir del conflicto con la periodista Aristegui. En esa asociación, Telmex participa –según se ha publicado- sólo como intermediario para que los usuarios de Dish puedan pagar la suscripción por medio del recibo telefónico. ¡Que con su pan se lo coman!
3. La realidad es que el pueblo –tan explotado y miserable como está- exigiría que desaparezcan esas empresas como monopolios a fin de que reduzcan el precio de sus servicios y puedan ofrecer alguna calidad. ¿Cómo permitir que la televisión mexicana, en vez de ayudar a elevar la capacidad reflexiva y crítica, siga siendo un medio de embrutecimiento, de enajenación y mediatización de nuestro pueblo que educativamente se encuentra en los últimos lugares del mundo, precisamente por ello? En cuando al servicio telefónico, que es un poderosa monopolio, ¿cómo seguir aceptando la extensión de la imbecilidad y la enajenación de teléfonos móviles carísimos en cada uno de los miembros de las familias provocando gigantescos gastos que les impiden muchas veces comer, mientras la empresa se llena las bolsas de dinero? Esas dos empresas nos han saqueado a su gusto.
4. No se puede negar que las súper poderosas empresas Televisa de Azcárraga y Grupo Carso de Slim (los dos hombres con más millones de pesos en México) tienen intereses económicos encontrados, pero sus confrontaciones –que yo aplaudiría que fueran en serio- son de risa. Llevan por lo menos 15 años compitiendo por más poder y dinero para controlar la TV, el Internet y los teléfonos, que hasta la fecha no se enfrentan en serio. Lo que más se observa es que de día discuten y por la noche duermen juntos. ¿Cómo pensar o tener esperanzas en que los capitalistas se destruyan solos –para que se debiliten- y así esperar que los trabajadores puedan asaltar el poder y transformarlo en su beneficio? Estos personajes ganan cada año los miles de millones que México pierde por tener gobiernos corruptos y entreguistas. La TV de Azcárraga es un gran negocio-basura y el servicio telefónico de Slim parece ser el más caro del mundo.
5. No se puede tomar partido, decir que una empresa o su dueño es menos funesto que otro. La realidad es que en la práctica los dos magnates son los reyes de México que registran alrededor de 50 poderosas empresas cada uno y manejan a su gusto a todos los partidos y políticos. Tienen tanto capital que hábilmente han despojado a la sociedad, que se dan el lujo de repartir dinero y servicios a los distintos partidos que buscan el gobierno; de tal manera que siempre quedan bien para seguir con sus negocios. El dueño de Televisa un día declaró con el mayor cinismo: “Hemos sido siempre soldados del presidente y del PRI” y por su parte Slim –menos tonto- no ha dejado de aconsejar a sus compinches empresarios que deben invertir porque los gobiernos de México son patriotas. ¿Pero es que algún poderoso empresarios con ganancias multimillonarias, puede alguna vez pelearse con su clase social y con los gobiernos que lo apoyan?
6. El gobierno de Calderón, según su discurso, apoya por igual a todos los capitalistas; sin embargo el poder de los televisivos lo tiene atrapado. “Todos son iguales, pero unos son más iguales que otros”. En las campañas políticas Slim reparte dinero a montones en todos los partidos y políticos, pero Televisa recibe el 70 por ciento de los miles que todos los partidos gastan en publicidad televisiva. Con excepción de López Obrador que se niega a vender su alma a Televisa, todos los políticos electoreros inclinan la cerviz ante ese monopolio de la llamada pantalla chica. La historia de Slim se inicia apenas en los noventa, pero la de la Televisión y Azcárraga lleva más de seis décadas. La de Slim y su saqueo telefónico parece menos lesiva que la de las tres generaciones Azcárraga que han usado a la televisión y a los medios a su antojo, siempre en beneficio de ellos, el gobierno y el sistema de dominación.
7. Seguramente, dado que los empresarios son “muy pacíficos y muy civilizados”, Slim no se atreverá a ponerle una bomba a Televisa ni Azcárraga a Teléfonos. El pleito que se traen por el llamado “triple play” podrá arreglarse de otra manera. Aquí no se trata de ganar unos cuantos millones de pesos en publicidad, sino de lograr mucho más poder en el país y en el mundo. Esta disputa de 15 años entre dos poderosos capitalistas no podrá “llevar la sangre al río” porque la clase empresarial y política lo impedirán. El pueblo –cansado de tanto sufrimiento- quizá desee que se partan a su progenitora si es que acaso tienen, para ver si así se acaban los monopolios que tanto han dañado al país. Pero lo que sucederá es que el gobierno entreguista, de derecha de Calderón, buscará otras concesiones para tener contentos a los dos; al fin el capitalismo transnacional o global da para todo. Al ratito ya veremos a esos grandes magnates haciendo –asociados- fuertes negocios.