En estos tiempos convulsos, los industriales de la manipulación y la mentira que pretenden gobernar a la Humanidad mediante sus poderos empresas mediáticas fueron sorprendidos en sus madrigueras por un hábil operador informático que les propuso suministrarle miles de correo confidenciales o secretos procedentes del Departamento de Estados del gobierno de los Estados Unidos, en los cuales se informaba de las más delicadas operaciones de injerencias políticas e, incluso, de espionaje, realizada por los diplomáticos norteamericanos en la ONU y en la todas las Misiones Diplomáticas y Representaciones Permanentes en el planeta.
Ya el atrevido “hacker” australiano, Julian Assange,portavoz del grupo comunicacional on line Wikileack, había estremecido los cimientos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos y la misma Oficina Oval de la Casa Blanca, con la divulgación en la Web, de miles correos no autorizados sobre las operaciones militares de la fuerzas invasoras de los Estados Unidos de América y sus aliados subalternos de la OTAN en la República de Irak y la República de Afganistán, en donde se demostraba, “más allá de toda duda razonable”, como gustan decir los leguleyos usamericanos, la implicación de tales fuerzas en masacre de civiles, la aplicación de torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes contra combatientes talibanes, la desaparición forzada y el secuestro de combatientes islámicos internacionalistas, el uso de operaciones terroristas con agentes encubiertos y mercenarios, los conflictos entre los altos mandos militares por los fracasos en la dirección de la guerra y las conductas corruptas de sus aliados afganos.
Por ello, ante el acoso del Estado norteamericano para evitar que Wikileack publicara otras informaciones comprometedoras, este medio alternativo decidió poner a la disposición de grandes corporaciones mediáticas globales, como The Guardian, El País, Spiegel y Le Monde, 250.000 correos con informaciones sensibles de las cuestionadas actividades de la diplomacia norteamericana, con el compromiso la garantía de que serían divulgados al “gran” público mediático internacional y como un “escudo” dirigido a neutralizar las posibles represalias judiciales, administrativas y de otra naturaleza, que el gobierno usamericano pudiera intentar.
Sin embargo, estos campeones de la “Libertad de expresión”, protegiendo sus inmensos intereses crematísticos por encima de sus declaraciones a favor de la libre circulación de las informaciones, no solo sometieron los cables diplomáticos suministrados por Wikileacks a una extensa auto-censura que disolvió mucho del efecto mediático y político que motivo la iniciativa del grupo liderizado por Julian Assange,, sino que además, utilizaron parte del material disponible para manipularlo como medio de propaganda y ataque contra gobiernos progresistas y grupos radicales del mundo.
De la misma manera, en la medida en que la señora Hillary Clinton-Rodas y el señor Robert Gate, Secretarios de Estado y de Defensa del gobierno de los Estados Unidos, respectivamente y, el Fiscal General de ese país, Holder, lanzaban una “cacería de brujas” en todo el planeta contra Wikileacks y su portavoz, Julian Assange, las corporaciones mediáticas que aceptaron participar en la difusión del material sensible, fueron reduciendo los espacios e importancia de sus publicaciones hasta prácticamente cerrar ese incomodo capitulo sin comentarios ni conclusiones, como si se hubiese tratado de chismes de periodismo rosa o intrigas de palacio.
Pero más grave aún es que, al anunciarse la descarada operación de criminalización de la relaciones sexuales solicitadas y consentidas por las dos damas suecas, que luego denunciaron supuestas violaciones, que la Fiscalía del Reino de Suecia – tan reaccionaria como el Comité del Premio Nobel que otorgó el galardón al “malinche” Vargas Llosa - abriera causa criminal en contra de Julian Assange y que un juez inglés decidiera extraditar a Assange para ser procesado en Suecia; las corporaciones mediáticas globales han asumido discreto silencio, reseñando escuetamente los hechos y haciendo distancia de sus públicas relaciones con el comunicador alternativo, dejando en la mayor orfandad a quien confió - ilusamente – que saldrían en su defensa y del Derecho de Información, establecido en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 19 del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos.
También, en este escenario de la confrontación entre la verdad histórica y la manipulación de la realidad, no hay espacio para las distancias acomodaticias y los falsos pretextos por parte de quienes están en contra del imperio mediático global que sirve al imperialismo norteamericano y a sus aliados de la OTAN y el sionismo internacional en su perverso propósito de mantener a la Humanidad con su industria de mentiras en contra de las luchas de los pueblos por la Paz, la Libertad, la Democracia y el Progreso Social; por lo que la defensa de Julian Assange y de Wikileacks debe asumirse como parte de la lucha de los pueblos por derrotar al enemigo histórico de la Humanidad: el Imperialismo.