Revuelta árabe: ¿Cambiar para que siga igual?

Las noticias sobre las rebeliones en los países árabes tienen un “no se que” de hollywoodiano. La trama dicha por la prensa es casi la misma. Gente joven se comunica por Internet, van a protestar en las plazas, se combate con la policía, el tirano huye y se asume que la tiranía colapsa. El villano es un personaje con décadas de poder y pocos años o meses de vida. La fuga del villano, según veredicto de la gran prensa, abre la senda hacia la democracia. La trama se le llama “revolución de jazmines”, una versión árabe de las revoluciones coloreadas en Europa Oriental. La única revuelta en que el villano no parece conocer el guión es la de Libia y es en la única en que Estados Unidos e Inglaterra hablan de invasión “humanitaria”. 

La sombra de la CIA

La prensa cuenta que las revueltas en países árabes tomaron por sorpresa al gobierno de Washington y que ahora tratan de influir para que sean lo menos cruentas posible. Todos sabemos cuanto preocupa al gobierno norteamericano la sangre de los inocentes. Las revueltas según la prensa alternativa – no la otra- no parece que hayan sido una sorpresa. Se viene diciendo que tanto Ben Ali como Hosni Mubarak están enfermos y que en Washington hace un rato que se sabe. El ingreso de Ben Ali en un hospital saudita poco después de su llegada, parece confirmarlo.  

Otros indicios de algún vínculo de las revueltas con Washington es que el director de la CIA, Leon Panetta, admitió en testimonio ante el Congreso norteamericano, que la CIA trataba de identificar los posibles “gatillos” (triggers) para alzamientos en países como Egipto1. La misma nota nos informa que el Presidente Obama ordenó en agosto 2010 investigar las posibilidades de alzamientos en el mundo árabe y concretamente en Egipto. El resultado fue un informe de 18 páginas.  

También es conocido que el Departamento de Estado, Freedom House y National Endowment for Democracy –NED- desde 20082 vienen invitando grupos de jóvenes egipcios opositores, para impregnarlos de “valores norteamericanos” y entrenarlos en crear redes utilizando medios sociales de comunicación como twitter y facebook, que según proclama la prensa han servido para articular las revueltas.       

Algo se anticipaba también en Francia. Justo antes de las revueltas en Egipto, Libia y Túnez hubo visitas de miembros del gabinete francés. El Primer Ministro Francois Fillon se fue a pasar navidades con su esposa …en Egipto. El Consejero Especial del Eliseo, Henri Guaino, hizo lo mismo…en Libia. El caso de más ruido fue el de la Ministro de Relaciones Exteriores de Sarkozy, Michelle Alliot-Marie. La veterana de tres gabinetes viajo a Túnez a fines de diciembre con su compañero Patrik Ollier, Ministro de Relaciones con el Parlamento. Llegó para comprar a nombre de sus padres – 94 años ella y 92 él-  una parte en las empresas de Aziz Miled, un magnate tunecino socio del cuñado de Ben Ali. La noticia la publicó en febrero Le Canard Enchaîné y el escándalo la sacó del gabinete. Su compañero sigue.  

¿Que cambió en Egipto?

“El Ejercito continua al mando, el General Mubarak se retira” es la verdad que hubiesen debido decir los titulares. En lugar de eso, dijeron cosas que fingen un cambio político, como “Mubarak renuncia y el ejercito asume el mando”. Pero señores, ¡El ejercito está al mando desde el golpe de julio de 1952! ¡Desde el golpe de los “oficiales libres” contra el rey Faruk!  

Al rey Faruk lo sustituyó el General Muhammad Naguib, jefe formal del alzamiento. Le siguió su ideólogo y caudillo, el Comandante Gamal Abdel Nasser. Desde entonces los presidentes y gobiernos de Egipto los escogen y dirigen sus fuerzas armadas. Cuando el General Mubarak se retira y asume formalmente una junta militar, no hay novedad política sino continuidad.  

Soldados de Fortuna

En 1979, el acuerdo de paz con Israel dejo a los militares egipcios con poco quehacer militar y mucho dinero. Reciben de Estados Unidos un tributo directo anual de 1.300 millones, para que se ocupen de otra cosa que no sea Israel. Eso desarrolló en 30 años un imperio mercantil que es propiedad de las fuerzas armadas de Egipto.  

Según el San Francisco Chronicle3 ese imperio abarca actividades en negocios diversas que van de la venta de estinguidores y equipos médicos a venta de computadoras, televisores, máquinas de coser, refrigeradores, hoyas y sartenes, gas butano, agua mineral y aceite de oliva. Según un cable filtrado, en 2008 el Embajador norteamericano en Egipto decía que “el gran papel de los militares en la economía egipcia generalmente obstaculiza las reformas para liberalizar mercados, porque hacen intervenir directamente el gobierno en la economía”. Añadía el Embajador que esas empresas suelen estar dirigidas por militares en retiro.

Las actividades estrictamente militares suman 2.440 millones y son el 3,4% del PIB egipcio. Sin embargo, muchas fuentes4 estiman que los militares controlan un tercio de la economía egipcia y como sus empresas están exentas de impuestos, no revelan sus ingresos, que se presumen estratosféricos. Se sabe con certeza que hay 14 empresas bajo el Ministerio de Producción Militar (www.momp.gov.eg/Ar/Facts.aspx) cuyas páginas en la red ofrecen producto civiles5.

Hay otras empresas fuera del ministerio que desempeñan actividades inesperadas en un origen marcial, como “El Nasr Company for Services and Maintenance”, con 7.750 empleados, que en 365 localidades ofrece 18 tipos de servicios, entre ellos cuidado de niños y hospedaje de personal militar extranjero. Tiene ingresos por 40 millones de Libras Egipcias (€4,9 millones), según dice su pagina web ( www.queenserviceegypt.com). Como los militares egipcios prefieren la autonomía en la alimentación, pues tienen establecimientos agrícolas de toda índole y, naturalmente, hasta sus propias panaderías.  

Esta multiplicidad de negocios hace pensar que a los militares egipcios les será difícil someterse a una autoridad civil surgida de unas elecciones. Es presumible que prefieren dejar las cosas como están. 

¿Qué cambio en Túnez?

En Túnez tampoco se vislumbran cambios. Ben Ali se fue el 14 de enero 2011 y hasta el 27 de febrero siguió gobernando su primer ministro, Mohamed Gahnnouci. Ghannouci recién renunció, pero los cargos importantes del “gobierno provisional” siguen en manos de viejos ministros de Ben Ali. Cuando ese gobierno hace cambios, como el de remplazar al viejo gobernador del Banco Central de Túnez, es por  Mustafa Kamel Nabli ¡Vaya augurio! Kamel es el antiguo jefe del departamento del Medio Oriente del Banco Mundial.  

No parece ser un cambio que valga los 78 muertos – según el conteo oficial – asesinados por el gobierno durante las manifestaciones. No es algo que se pueda llamar una revolución; es que ni siquiera hubo un cambio de partido en el gobierno. Los instrumentos de control de los últimos 50 años siguen allí: la policía tunecina, el sistema de justicia y el partido RCD.  

Con un gesto tardío, el RCD expulsó al fugitivo Ben Ali y alguno de sus socios más en vista, para marcar distancias. Una especie de coartada para los miembros del partido que aún ocupan las principales carteras ministeriales del “gobierno provisional”. El parlamento sigue con los misma mayoría integrada por miembros del RCD. La clase media parece alarmada ante la perspectiva de cambios radicales. La oposición está dividida y fracturada por años de represión e infiltración; hasta el grupo islámico Ennahda – cuyo lider Raschid Ghannouchi regresó de 22 años de exilio- respalda el gobierno provisional. Ya se habla de postergar las elecciones prometidas para julio.  

Bahrain y Yemen

Poco espacio se dá en la prensa visual o escrita a las revueltas en Bahrain y Yemen, que parecen incitadas por los ejemplos televisados de Túnez y Egipto. En ambas protestas parece que el efecto será que los gobernantes tengan más conciencia de su dependencia de Estados Unidos para mantenerse en el poder. 

Bahrain – sede de la V flota norteamericana - es una monarquía absoluta, con un millón de súbditos, cuya oligarquía es musulmana sunni y la mayoría del pueblo es musulmana shiita. No parece probable que suceda allí algún cambio trascendental.  

Yemen sufre otra vieja dictadura -32 años- sostenida por Estados Unidos. Es un país de mucha importancia estratégica por su posición en el Mar Rojo y su vecindad con Arabia Saudita. Allí la represión de las manifestaciones puede que sea muy cruenta, como lo es la guerra civil que sigue en el norte, pero no será un caso que lleven al Consejo de Seguridad.   

Libia

Desde que comenzaron las revueltas gattopardeanas en los países árabes, la movilización de los medios, la retórica del cambio y los pronósticos de contagio, me dejaron la sospecha de que el objetivo último del show era acabar con el Coronel Mouammar Kadafi en Libia.

El procedimiento para sacar a Kadafi recuerda el seguido para desintegrar Yugoslavia, sacar a Slovodan Milosevic y amputar Kosovo. La guerra yugoslava la iniciaron grupos separatistas organizados, entrenados, financiados por Estados Unidos. Hubo una campaña mediática contra Serbia y se habló de ataques aéreos, nunca confirmados, contra la población civil. La NATO decretó la exclusión de vuelos en el cielo serbio, como en Irak. Exclusión para serbios, porque la OTAN, con 600 aviones, entre el 24 de marzo y el 10 de junio, 1999, realizó unos 3000 ataques “humanitarios” con centenares de miles de toneladas de explosivos, en un ejercicio superfluo de matanza de civiles y destrucción de infraestructura civil. 

Libia es de gran importancia energética y está gobernada desde hace 42 años por el Coronel Kadafi, un personaje pintoresco e imprevisible, que además gobierna sin cargo alguno. Aunque fue domesticado hace diez años, es más independiente que un Ben Ali o un Mubarak. Los europeos necesitan el petróleo libio y preferirían sustituir a Kadafi por un servidor joven y más obediente. Washington preferiría un títere del cartel petrolero, un Hamid Karzai, para controlar mejor el flujo energético hacia Europa. Por eso hay discrepancias sobre Libia.

El designio para Libia es crear una guerra civil, que sirva de pretexto para una ocupación. Una prueba es el anuncio a Kadafi de que será juzgado en el Tribunal Penal Internacional de la Haya, a la Milosevic. Eso lo obliga a luchar hasta vencer o morir. Las escuelas diplomáticas europeas enseñan la máxima romana “Al enemigo que huye, puentes de oro6” y es probable que en Washington la conozcan también. Ese anuncio incita a lo contrario, a morir matando. 

Kadafi es una personalidad romántica: vive en una carpa beduina, tiene guardaespaldas femeninas7, exhibe un discurso socialista y son notorios sus regaños a los colegas dictadores en las reuniones de la Liga Árabe. Para alguien así, es coherente morir con las armas en la mano y evitar un final bochornoso. Las declaraciones del anterior Canciller Británico, William Hague, sobre la falsa fuga de Kadafi a Venezuela, además de hechas para atizar la revuelta en Libia, dejan entrever que Kadafi no tiene una larga lista de países dispuestos a recibirlo.  

Los Estados Unidos y la Unión Europea saben que Kadafi dicta desde hace 42 años, montado en un entramado de lealtades tribales y personales, mejoras sociales y crecimiento económico, pero plagado de nepotismo, corrupción, declamación teatral y política exterior oportunista. Solo los cuatro últimos rasgos coinciden con los usos de las democracias oligárquicas.  

Unas democracias acostumbradas a buenos negocios con Kadafi, como la venta de armas. Armas que - dicen ahora en el Consejo de Seguridad - puede que Kadafi use para reprimir la revuelta. Se habla en especial de ataques aéreos a la población civil; lo reporta Al Jazeera, pero no lo confirma con imágenes. Fuentes diplomáticas, en Libia, comentan que las noticias de Al-Jazeera son distintas en su versión árabe y su versión inglesa. La versión árabe no menciona ataques aéreos contra civiles, tal vez porque los libios hablan árabe. Los que hablan inglés tienen una flota en Bahrain, junto a Quatar, donde Al-Jazeera tiene la sede.  

Los libios deberían reflexionar en la experiencia de las liberaciones humanitarias y las siembras de la democracia por obra de Estados Unidos y sus socios. Los sufrimientos, las muertes y la destrucción sucedidos en Irak y Afganistán hace que viejos enemigos se reconcilien con la memoria de Saddam Hussein y los talibanes.

Pensamiento final

El mundo se convencerá de que hay algún cambio democrático en Egipto cuando cese su complicidad en el lento genocidio de Gaza, se abra definitivamente la frontera en Rafah y su política exterior refleje la conocida solidaridad fraterna del pueblo egipcio con el pueblo palestino.

umberto.mazzei@sfr.fr

Ginebra, 04/03/2011 



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Umberto Mazzei

Doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Florencia (Italia ) y Profesor Emérito de Relaciones Económicas Internacionales del Instituto Sismondi de Ginebra (Suiza)

 umbertomazzei2@mail.com

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