A Rosa: nació, vivió y murió en las barricadas luchando contra el capitalismo.

¿Alguna mujer diputada, senadora, gobernadora, líder sindical, ha sido honesta y sin comportarse como los hombres?

1. La lucha de la mujer por su liberación dentro el sistema capitalista no sólo es difícil sino además imposible si de lograr sus objetivos de igualdad se trata. Puede alcanzar muchos avances –que luego son aparentes- para evitar su supeditación en la casa, la escuela, la oficina, el trabajo, etcétera, pero mientras el sistema capitalista: su economía, su política, sus instituciones clasistas, la familia jerárquica, la escuela y la iglesia, sus leyes y sus reglas persistan, la liberación de la mujer seguirá siendo una ilusión o un privilegio de unas cuantas universitarias y de clases medias que han logrado rechazar algo. Este mundo ha sido construido durante más de dos mil años con la concepción masculina y para acabar realmente con ella en busca de la igualdad, tendríamos que acabar primero con la sociedad capitalista que llena todos los poros y la cabeza de mujeres y hombres.

2. A principios de los sesenta militantes de izquierda creímos que habían países socialistas (URSS, China, el Bloque europeo oriental, Cuba); sin embargo veíamos que también allí las mujeres –aunque habían logrado algunas cosas- cumplían esencialmente con los roles capitalistas de sumisión al varón, pero esencialmente con las costumbres y formas feudales/capitalistas del matrimonio, la familia, la iglesia; se habló incluso, tontamente, de “bodas socialistas” , con vestidos, fiestas y todo los que las costumbres capitalistas imponen. ¿Cómo no seguir esa tradición si la sociedad, el gobierno, el Estado, continuaban siendo organizaciones piramidales en las que mujeres y hombres tenían que continuar con las jerarquías? La lucha por la liberación de la mujer tiene que ser la lucha contra el capitalismo y todo su significado; lo demás sería sólo ponerse un uniforme para enseñar su brillo.

3. La mujer, para liberarse de la opresión de la sociedad “machista”, tendrá que adquirir una conciencia social anticapitalista. El hombre despótico, autoritario o que manda con sutileza es el “enemigo” inmediato de la mujer, el más cercano a sus narices, el causante de muchos males que tiene muy a la vista; pero se olvida que también esos hombres son pobres autómatas víctimas de los valores que ha impuesto la sociedad de explotación burguesa. Todo lo que circula en la mente del hombre es cultura aprendida y heredada que en parte le ha dado mucha comodidad, pero vista en perspectiva no es más que una cultura que también lo oprime junto a la mujer. ¿Por qué no investigar las diferencias y coincidencias reales entre el hombre y la mujer, los orígenes de todos nuestras acciones y comportamientos, así como los valores que corresponden a cada quien en su vida social? Ninguna batalla se gana por decreto.

4.  Me pregunto: ¿Esther Gordillo, funesta cacique sindical del SNTE; la Martha Sahagún, de la familia presidencial corrupta; la Beatriz Paredes, figura principal durante décadas del PRI derechista; Margarita Zavala, esposa del ilegítimo; la Rosario Robles, vergüenza del PRD y los socialdemócratas; la Josefina Vázquez, parecida a una beata seguidora de Calderón; las mujeres gobernadoras, senadoras, diputadas y demás políticas, son personas liberadas o políticas igual o más autoritarias que los hombres?  No conozco a personalidad femenina alguna (Josefa Ortiz, Elvia Carrillo y no se cuantas miles de mujeres como la Thatcher, la Gandi, la Meir, la Aquino, la Bhutto, Moscoso, Chamorro, Clinton o Napolitano, que no hayan gobernado como hombres o se hayan comportado como tales. Me sigo preguntando si los reclamos políticos de mayor proporción de mujeres en el gobierno no es el más absoluto oportunismo.

5. Lo que he visto que los indígenas, campesinos, obreros o pobres que han llegado a cualquier cargo de gobierno han obedecido a sus partidos según el poder capitalista. Siempre ha valido un carajo que llegue un campesino, una mujer, un negro o un homosexual al gobierno. Nada cambia ni nada se transforma si no hay movimientos de masas en las calles, de mujeres, hombres y homosexuales, que busquen destruir la sociedad capitalista de la desigualdad y la opresión. Tienen que haber movimientos por sectores de pobres y explotados, de seres oprimidos y marginados, por la defensa de sus intereses particulares inmediatos; pero la única lucha verdadera por la liberación real sólo será aquella lucha de clases de los oprimidos contra los opresores. Por eso brindo todo mi apoyo a las luchas de las mujeres en día mundial (8 de marzo), es una batalla importantísima, pero no puedo silenciar que es una lucha muy limitada y sin posibilidades de triunfo se no se convierta en batalla general y mundial anticapitalista.

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Pedro Echeverría V


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