La agitada e intensa oposición proimperialista contra Chávez también estuvo condicionada por factores externos de la geopolítica mundial, entre ellos, el crecimiento del liderazgo de Luiz Inacio Lula Da Silva en el panorama político brasileño que llegó a fines del 2002 a alcanzar la victoria presidencial y meses después ofreció respaldo incondicional y creciente a las necesidades del gobierno venezolano.
Proveniente del lejano oriente, se iniciaba por ese tiempo una mayor presencia exterior de la República Popular China en América Latina facilitada al producirse los cambios antimperialistas en Venezuela y de cierta forma en Brasil y luego en el 2003 en Argentina a raíz de la debacle socioeconómica generada por el neoliberalismo de Carlos Menem y el ascenso del nuevo peronismo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.
De manera que los cambios internos ocurridos en otros países pueden afectar positiva o negativamente la política exterior de otros países, en dependencia de la cercanía, el nivel de las relaciones bilaterales, el grado del potencial estatal de uno y de otro, los intereses de sus clases dominantes, para dar matices propios a la acción internacional de ellos.
De la misma forma podría ser analizado el impacto que ha tenido la guerra de agresión y de ocupación de Irak y Afganistán por parte de EEUU en su economía y en su capacidad competitiva frente a la impetuosa China socialista con todas sus particularidades. Coincide en el tiempo el ascenso del gigante asiático, sobrepasando a Alemania y a Japón, y acercándose cada vez más a EEUU, con la guerra de las potencias occidentales en Iraq y Afganistán. Recientemente China desplazó en producción industrial a EEUU y le desplazó de ser el primer socio comercial de América Latina. Mientras EEUU se agota en las guerras, China se fortalece en lo económico y lo social. Hoy es uno de los mayores socios de Venezuela.
Por tales motivos es muy relevante para la comprensión de la polìtica exterior de Venezuela recordar algunas relaciones comenzadas a manifestarse a inicios de esta década.
Luego del fracasado golpe de Estado del 11 de abril del 2002 (del cual el gobierno de Bush trató de distanciarse públicamente, dada la dependencia estadounidense del petróleo venezolano, pero autorizando secretamente el apoyo a los golpistas) la burguesía venezolana y su segmento más parásito se lanzó a la paralización de la industria petrolera a fines de ese año, y volvió a fracasar en su intento por derrotar a la Revolución Venezolana. Los principales cabecillas derrotados terminaron fijando su residencia en Miami u otras ciudades estadounidenses bajo la complacencia del gobierno norteño.
Los impactos negativos sobre la economía del país, acumulados desde que se iniciaron los intentos de paros del 2001, antecedidos por la auto freno de las inversiones privadas, hasta el deterioro económico provocado por el sabotaje de la industria del petróleo concluido en el 2003, constituyeron factores de peso para las decisiones urgentes en la política interna y exterior del gobierno bolivariano y factores negativos para el poderío económico de la burguesía como clase, pues políticamente la fragmentó al quedar arruinadas muchas de ellas, pequeñas y medianas empresas, aunque las más grandes no fueron vencidas económicamente, dadas sus grandes acumulaciones de capital, depositadas en bancos de EEUU y de Europa.
El 2001 y el 2002 fueron dos años donde las acciones de la política exterior de la Revolución Venezolana se concentraron en fijar las posiciones bolivarianas en foros multilaterales y acciones bolivarianas de forma bilateral, sobre todo cuando las condiciones de receptividad e identificación se lo aconsejaban, como fue el caso de Cuba con el Convenio Integral de Cooperación bilateral que se firmó el 30 de octubre del 2000, algo que también inquietó a Washington y le hizo acelerar sus planes desestabilizadores contra la patria de Simón Bolívar.
En contraste, los acontecimientos internos de Venezuela para 2003, a lo que se debe sumar la mayor organización y gestión popular durante todo ese año a través de masivas Misiones Sociales para resolver los problemas sociales del pueblo, también propiciaron las condiciones para que se produjeran ciertas definiciones en materia de política exterior asumidas por el nuevo gobierno de Brasil, presidido por Lula (1/1/2003), y por el también nuevo gobierno de Argentina presidido por Néstor Kirchner (25/5/2003).
Las relaciones del gobierno de Venezuela con esos dos países latinoamericanos comenzarían a cambiar sustancialmente, con fuerte impacto suramericano y también mundial. Todo, en medio de la desencadenada guerra de ocupación de Iraq iniciada por George W. Bush el 20 de marzo del 2003, precisamente cuando ya la opción de EEUU de apropiarse del petróleo venezolano fue postergada ante el triunfo bolivariano en el golpe de Estado y en el paro petrolero.
La guerra de Irak se convirtió en todo un catalizador de los procesos de transformaciones sociales y económicas en Venezuela, aunque también en otras partes del mundo donde, como en el país andino, se ejerce activamente el derecho internacional de la soberanía, la defensa de la integridad territorial y la autodeterminación de los pueblos, debido a que la guerra implicó recursos y alianzas entre los invasores que provocaron rechazos de los pueblos, al mismo tiempo que provocaba serias consecuencias en la geopolítica, la economía y las finanzas mundiales.
De manera que el año 2004 vendría a ser -como veremos en la siguiente parte- un período de tiempo crucial en la consolidación de toda una etapa de desestructuración y reestructuración del caótico sistema político venezolano, período donde la formulación y ejecución de una política exterior más independiente comenzó a encontrar mayor receptividad en Suramérica para, a partir de ahí, con mayores capacidades, diseñar con mayor objetividad y eficacia la política integracionista que comenzara a hacer realidad el anhelado sueño de Simón Bolìvar sintetizado en su apotegma: La Patria es la América.
wongmaestre@gmail.com