Los 135 mil rechazados de la UNAM, más millones de NI-NIS, ¿se integrarán a la guerra asesina?

1. En la UNAM presentaron examen de admisión esta semana 150 mil estudiantes y sólo será admitido un 10 por ciento, es decir, no estudiarán 135 mil jóvenes. Por lo menos durante los últimos 30 años la UNAM, la UAM, el Poli, las tres instituciones de educación superior más grandes y representativas, han venido rechazando a cientos de miles de estudiantes. Los millones de estudiantes rechazados –porque el gobierno no aplica el dinero necesario al presupuesto educativo- mas la falta de empleo, hacen más grande el número de los llamados NINIS (ni trabajan ni estudian) que ponen al país al borde de un estallido social. Un pequeño porcentaje de esos jóvenes, los que cuentan con algunos medios económicos, se inscriben en escuelas particulares (que hacen verdaderos negocios), pero la gran mayoría se decide por el comercio informal o a la busca de ingresos por cualquier vía.

2. Pero esos jóvenes ninis podrán entrar al ejército –sea por opción u obligación- para perseguir o matar “delincuentes” y para que a falta de empleo no sigan siendo “una amenaza latente para la estabilidad social del país”. Según la fascista propuesta del gobernador de Chihuahua, enviada a su aprobación al Congreso local, con posibilidades a convertirse en proyecto nacional, “Se les encaminará a esos jóvenes a prepararse en el ejército pagándoles un salario y, al estar en la reserva, se les usará en el ejército para cuando se les necesite”. Harían los jóvenes su servicio militar obligatorio de un año, pero podrían estar dos años preparándose militarmente y en oficios varios. Me parece estar escuchando a Hitler, Musoline, Franco Pinochet o a Videla. Y aunque muchos “socialistas” han estado ligados a los militares, los principios del igualitarismo, del humanismo y del socialismo auténtico, no pueden aceptar el militarismo.

3. Los funestos gobiernos derechistas del PRI y del PAN, montándose de manera irresponsable y racista en la ola privatizadora, nunca han superado el miserable 4 por ciento del PIB aplicado a educación, en tanto otros países destinan el 8, 10 o 12 por ciento. Además, de ese miserable 4 por ciento, los altos funcionarios de educación, con salarios 20 veces superiores a los de los profesores, y muchos negocios que ellos mismos hacen, se quedan con un altísimo porcentaje. Es la causa por la que la educación en México ocupa –según estadísticas mundiales- los últimos lugares en el orbe desde preescolar hasta posgrado e investigación: bajas inversiones en educación, bajos salarios a profesores, funcionarios incapaces que usan a la SEP como trampolín político y académico, estudiantes pobres, sin alimentos y con padres desempleados, escuelas sin recursos y abandonadas, sindicalismo corrupto.

4. No he entendido porque los estudiantes rechazados no se organizan, tal como lo hicieron los estudiantes que en 1967-68 crearon las Prepas Populares y luego lucharon abiertamente en cada escuela o facultad porque sean inscritos. Recuerdo que durante varios años, por lo menos hasta 1976, los estudiantes rechazados bloqueaban calles, tomaban escuelas, hacían uso de los mimeógrafos e imprentas de la escuela, expulsaban autoridades, organizaban brigadas para volantear y pedir apoyos económicos, realizaban mítines en los mercados, etcétera; todo con el apoyo de muchos profesores que, con esas movilizaciones logramos instalar cogobiernos y autogobiernos en planteles del CCH, en Arquitectura, Economía, la nacional de Antropología, en los estados de Guerrero, Sinaloa, Puebla y Michoacán, así como en escuelas Normales Rurales. Con 135 mil rechazados en la UNAM, sumados a los de otras escuelas, se pueden lograr muchas cosas.

5. El rector de la UNAM, con sus declaraciones recientes en defensa de la educación pública, ha demostrado que no es tonto y que su voz puede trascender; pero resulta que sí es tonto al estar en la reunión empresarial televisiva de “Iniciativa México” que ha demostrado apoyar todos los procesos privatizadores, entre ellos los grandes negocios de la educación privada. Es por eso que los estudiantes jamás caen en las trampas demagógicas de los rectores que en sus discursos dicen una cosa para agradar y en su práctica hacen otra para estar bien con el sistema dominante. Los rectores, docentes, investigadores de las instituciones de educación superior deberían estar codo con codo en las calles con los estudiantes exigiendo al gobierno que invierta en educación a fin de que ningún niño o joven sea rechazado en escuelas y universidades, así como para que tengan buena eficacia en su funcionamiento; pero prefieren discursear sin dar ningún paso real.

6. Hubo en los años setenta mucha participación de académicos en las luchas, sobre todo del CCH, estudiantiles que hoy brilla por su total ausencia. Por influjo del poderoso movimiento estudiantil de 1968, surgieron en la UNAM dos fuertes organizaciones que estuvieron muy presente en la década de los setenta: el STEUNAM de trabajadores administrativos y técnicos a partir de 1970-71 y el SPAUNAM, de docentes e investigadores, en 1973-74. En sus inicios, a pesar que nacieron como sindicatos de hecho y no de derecho, dieron (dimos) batallas importantes en la UNAM, pero después –a partir de 1976 comenzaron a declinar hasta desaparecer y convertirse en STUNAM ya muy domesticado por el gobierno de López Portillo, sobre todo a partir de la reforma política reyesheroliana que convirtió a muchos dirigentes universitarios en funcionarios y diputados. Lo que queda ahora es un cascarón de los setenta.

7. La realidad es que pensé que 2010 y 2011 –para destejar los 200 y 100 de grandes cambios radicales en México- serían años de fuertes movilizaciones que pondrían en jaque al gobierno empresarial de Calderón. Sumé el gigantesco desempleo, los salarios miserables, la enorme migración, la inseguridad pública, el narcotráfico y las decenas de miles de muertos en ese campo, el desplome de los servicios de salud y educación, el reclamo de las universidades por más presupuesto, pero sobre todo, los millones de “ninis” que aparecían en todos los estados de la república. Pensé, sin saber por donde ni cuando, que aquella caldera que se había calentando desde hace 25 estallaría en mil pedazos y que durante meses el país estaría fuera de control por la burguesía. Nada pasó y no se vislumbra que pudiera conjuntarse mejores condiciones para sumar la rebeldía. ¿Qué pasará con los ninis? ¿Ni se organizarán, ni lucharán, ni nada de nada?

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Pedro Echeverría V


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