Una conclusión descabellada

Se me ocurrió  pensar que con Osama Bin Laden pasó lo mismo que con Lee Harvey Oswald, “el que asesinó a Jhon F. Kennedy” en 1963. A Oswald se le recluta, presumo que se le hace pensar que participará en algo importante, tal vez sin saber el objetivo real de la operación. Pero él es sólo el señuelo desviatorio de la atención, es la coartada. Los asesinos son otros, dentro del mismo aparato del Estado. Oswald está efectivamente en una ventana el 22 de noviembre de 1963 con un rifle, pero los actuantes están más cerca del presidente. Se asesina a Kennedy e inmediatamente se captura al asesino. Todas las conexiones se eliminan. Oswald es asesinado, por alguien que fue inducido a ello, creyendo vengar al presidente. Toda la atención se dirige a Oswald, los asesinos quedan fuera del foco. Se hace imposible llegar a la verdad.

A fines del Siglo XX, el Imperio necesita renovar sus fuerzas. El capitalismo, en su apetencia insatisfacible de crecimiento, ya abarcó todo el mundo, dos guerras mundiales y las guerras regionales posteriores reacomodaron los mercados. Saturado el mercado, externalizó todo, creó nuevas necesidades, inventó la obsolescencia tecnológica (o moral), montó la “economía” financiera especulativa sobre la real. Abarcó todo, privatizó todo, pero su ansia de crecimiento es incontenible, sin ella perece. Las crisis inherentes al capitalismo se suceden continuamente. Las guerras se convierten en un elemento dinamizador indispensable para el capitalismo imperialista.

Pero el enemigo mundial, el “comunismo” soviético  dejó de existir, el Complejo Industrial Militar necesita un nuevo enemigo para justificar las guerras. Allí surge la estrategia de crear el terrorismo como enemigo mundial. El terrorismo existe, como una de las respuestas de los pueblos y razas oprimidos por el imperio, pero no es una amenaza mundial. ¿Cómo convertirlo en amenaza mundial? ¿Cómo ganar a la opinión pública?

Es necesario un evento que marque emotivamente al mundo, principalmente a los norteamericanos.

Primero. Se identifica el campo hacia donde se dirigirá la emoción del público norteamericano: serán los ”árabes”, hacia los que ya existe tanta predisposición en el pueblo de ese país. Así se “matarán dos pájaros de un tiro”, pues también se atacará la causa Palestina y la Pan Árabe. Se activa a un grupo de militantes fundamentalistas que ya había sido financiado y asesorado previamente por los EE.UU. Lo llamaremos “Grupo Coartada”. Se les incentiva a cometer otros actos de terrorismo (ya lo habían venido haciendo, incluso en las mismas torres gemelas). El gran plan consiste en golpear al imperio en su seno, utilizando aviones comerciales para impactar edificaciones gringas. Se les hace pensar al Grupo Coartada que el plan es autónomo de ellos, pero se sabe que no tienen la capacidad operativa para llevarlo a cabo; no importa, se trata de crear un culpable ante la opinión pública. El Grupo Coartada obtiene planos, informaciones, aprende a pilotear aviones, se prepara.

Segundo. Se monta la operación secreta más grande de la historia. Expertos en misiles, en vuelo automático de aviones, en explosivos, en demolición controlada, en propaganda, en finanzas, trabajan durante meses en el control remoto de aeronaves, en la demolición controlada de edificaciones, en la teledirección de misiles, en la creación de una imagen negativa de los árabes, en operaciones financieras especulativas. A este lo llamamos, con razón, el Grupo Terrorista, aunque ninguno de ellos sabe con certeza para qué y para quién trabaja, ni tiene la visión completa del asunto. Todos saben que trabajan en algo secreto e importante, pero desconocen el objetivo real y el plan completo; incluso manejan información tergiversada. Al final, el Complejo Industrial Militar arma la operación integral de la siguiente manera: Al menos 4 aviones comerciales serán “tomados” por comandos del Grupo Coartada. Pero el control lo tendrá el Grupo Terrorista, los aviones serán piloteados automáticamente.

Tercero. Se procede. La operación resultó así:

  • Tres aviones son “tomados” por el Grupo Coartada. Aviones que ya han sido preparados por el Grupo Terrorista con un mecanismo de teledirección. El Grupo Coartada actúa, son identificados por los pasajeros, que “logran” (muy ventajosa esa jugada) comunicarse telefónicamente con sus familiares. El Grupo Coartada dirige los aviones a las cercanías del blanco: dos a las torres gemelas y uno a la Casa Blanca, pero el control lo tiene en realidad el Grupo Terrorista desde un centro de comando distribuido, ubicado en varios sitios del país para que ninguno de sus integrantes sepa lo que sucede. Con precisión de computadora dos aviones dan en las Torres Gemelas, exactitud que aún sería difícil para un piloto experto. El otro avión es tomado por los pasajeros, que logran abortar la misión de la única forma posible, estrellándolo.
  • El impacto de un avión, eso ya lo saben, puede no ser suficiente para derribar las torres. No basta con que ardan, para despertar el patriotismo es necesario que sean derribadas. Así que se activan los dispositivos de demolición controlada en las dos torres que ya han sido implantados con anterioridad, y también en el edificio número 7, al que no lo impactó ningún avión, pero se necesita por razones financieras.
  • Un misil es dirigido al Pentágono, que impacta en un área “afortunadamente” en remodelación y desocupada. Sólo un misil podría dejar la pequeña abertura necesaria para esta operación.
  • Un cuarto avión, en el que han sido abordados todos los profesionales que diseñaron el plan, el Grupo Terrorista, a los que sorpresivamente se les asigna ese día una falsa misión secreta y urgente, es también estrellado o destruido en una zona desconocida. Ese día, todas esas personas mueren misteriosamente. Al igual que con Oswald, se borra toda posibilidad de delación posterior.
  • Con el fin de garantizar la recuperación de los gastos a corto plazo (a mediano plazo lo lograrán con creces con las invasiones que esta acción justificará), se aseguraron los edificios con anterioridad, contra actos terroristas, por cuantiosas sumas de dólares.

A las tres horas del atentado ya el Presidente Bush identifica públicamente con precisión la autoría material e intelectual de los atentados. Se acusa a Al Qaeda y a Osama Bin Laden. Los familiares de éste, socios del Presidente Bush, abandonan EE.UU. en el único avión comercial al que se le autoriza despegue. A los pocos días se inicia la invasión de Afganistán.

¿Existe Osama Bin Laden?, me pregunto. Tal vez existió como persona y posiblemente haya sido el Jeque de Al Qaeda. Pero, ¿planificó el atentado del 11 de septiembre de 2001? ¿El Grupo Coartada tendría conexión con Al Qaeda? ¿Fue asesinado Bin Laden ahora en 2011, o ya murió en 2001 ó 2007, como afirman algunos indicios? Las respuestas no se conocen, y tal vez nunca se conozcan, pero su importancia no es tal, ante otras preguntas como ¿Existe el Complejo Militar Industrial?, ¿Planificó esta instancia el atentado del 11 de septiembre de 2011? ¿El Grupo Terrorista tendría conexión con la Casa Blanca? Sus respuestas no las sabemos, y tal vez tampoco sean aclaradas. Pero el estudio de los signos de los tiempos, y de la sociología del Imperio, nos hacen realmente parcializarnos hacia buscar responder el primer grupo de preguntas con un NO promedio, y al segundo grupo de preguntas con un SI rotundo.

leopoldocook@gmail.com



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Leopoldo Alberto Cook Antonorsi


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