En Europa, en África, en el Medio Oriente, en América Latina y el Caribe, en Asia, en EEUU, el descontento va creciendo. No estamos a las puertas de una revolución mundial, pero si ante un cierto proceso de deslegitimación de los actuales poderes mundiales. Los paquetes neoliberales están causando estragos en todos los continentes. El desempleo, la pobreza, la exclusión, la discriminación social, religiosa y étnica, las más graves formas de violencia y discriminación, el avance del totalitarismo, el racismo y diversas formas de intolerancia, se van constituyendo en estos tiempos en el modo de existencia del Capital.
El FMI, el Pentágono y la OTAN son los jinetes que lanza en ristre cargan contra los pueblos.
Una peculiaridad del actual momento es que este proceso aparece vinculado en el tiempo a la causa de la liberación del pueblo palestino, con el acuerdo de unidad firmado por los representantes del pueblo palestino, con la propuesta para que la Asamblea General de las Naciones Unidas, cumpla con una seria deuda histórica, la proclamación de un Estado Palestino soberano, con la preparación de una nueva flotilla por la libertad que se dirigirá hacia Gaza llevando ayuda humanitaria, con los bombardeos de la OTAN en Libia y los diversos y complejos movimientos de protesta que ocurren en el Medio Oriente. Cada lucha tiene sus propias peculiaridades y caminos y unirlas artificialmente no es recomendable. Pero no debe ser casual que el creciente movimiento de los Indignados y los demás procesos señalados, coincidan en el tiempo. Un tiempo cuando la globalización neoliberal, empujada por el capital financiero, va extendiendo su dominación y multiplicando ganancias, mientras crece la pobreza de la gente y de la naturaleza, que es lo que está en la raíz de todo este proceso.
Estamos ante un proceso de grave impunidad frente a violaciones del derecho internacional
La resolución 1973 del Consejo de Seguridad, que actuando en nombre de los intereses imperiales, acordó los bombardeos contra Libia, ha acentuado la crisis humanitaria y va provocando la destrucción sistemática de un país, mientras simultáneamente se va desarrollando un modelo para desestabilizar y recolonizar a cualquier país que intente romper la dependencia y la dominación imperial. Todo esto se va realizando, de hecho, bajo el amparo de las Naciones Unidas y particularmente con la complicidad de su Secretario General, Ban Ki Moon, quien sin recato alguno deja correr las violaciones a las resoluciones de las Naciones Unidas y se coloca al lado de los agresores.
Es también muy grave el uso indebido de la autoridad de Naciones Unidas, que ha hecho su Secretario General, a través de una nota que ha enviado a varios países, llamándolos a respetar los “canales legales del gobierno israelí relacionados con el flujo de bienes y ayuda a la Franja de Gaza” (nota del Secretario General del 27-05-11). El Sr. Ban Ki Moon sabe que esos canales son ilegales, que esos “canales” se llaman bloqueo, que ha sido ampliamente condenado por Estados, organizaciones humanitarias, por distintos órganos internacionales y que consistentemente las Naciones Unidas han llamado a que sea suspendido.
Esto pone con fuerza sobre la mesa la propuesta del Presidente Chávez para la refundación de la ONU.
Ese bloqueo es causante de numerosos crímenes de lesa humanidad, que han sido ampliamente documentados, cuestión que el Sr. Ban Ki Moon conoce muy bien. Cuando él llama a respetar el bloqueo, considerándolo legal, se aparta claramente de resoluciones de Naciones Unidas, del cumplimiento de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario. Su conducta se está convirtiendo en impunidad.
Una vez más alto al fuego
Los movimientos sociales y los gobiernos progresistas deben levantar un movimiento mundial por un alto al fuego.
Alto al fuego en Libia, alto al fuego ante la destrucción sistemática de un país para que luego las transnacionales encargadas de reconstruir las ciudades y pueblos, sigan lucrando con la guerra, se roben el petróleo y el agua; alto al fuego en Afganistán, en Pakistán y en Irak; alto al fuego al FMI, para que no siga disparando contra los “Indignados” de Europa y de todos los pueblos del mundo, con los recortes a los gastos sociales, el desmantelamiento del Estado social y la extensión sin límites de la pobreza; alto al fuego de los monopolios financieros internacionales, que continúan especulando con los alimentos, con la energía y diversos bienes esenciales que van incrementando el número de hambrientos en el mundo.
Paz, justicia, democracia participativa, integración de los pueblos y cerco de paz contra el Pentágono, la OTAN y el Sionismo.
Alto al fuego
contra la nueva flotilla de solidaridad con Gaza. Debemos profundizar
la organización de una jornada mundial de solidaridad con esa flotilla,
para tratar de que no sea atacada por los comandos sionistas y si es
atacada, los israelíes y sus aliados paguen un alto costo político,
que entre otras cosas, fortalezca la petición para que la Asamblea
General de las Naciones Unidas reconozca, en septiembre próximo, al
Estado Palestino. Esta será una manera de romper el bloqueo de Gaza,
la ocupación de Cisjordania y de Jerusalén Oriental, que será la
capital del Estado Palestino.