1. Marcelo Ebrard, con todo el apoyo empresarial, de los medios de información, de panistas y priístas, del gobierno, sobre todo del “los chuchos” del PRD, dice que está compitiendo con López Obrador por la candidatura presidencial “de la izquierda” y, al mismo tiempo culpa a López Obrador porque –al torpedear la alianza con el PAN en el Estado de México- “es culpable de la derrota”. Pensé que la candidatura de Ebrard era de “mentiritas” porque a la buena hora renunciaría a ella para que AMLO sea el único candidato; sin embargo, sin vergüenza, con un terrible cinismo, hoy dice (como Juanito) que tiene muchos apoyos y que “ojalá” no hayan dos candidatos de la izquierda: él por el PRD y AMLO por PT-Convergencia. Ebrard es un político empresarial más; toda su carrera se la debe a Camacho y a López Obrador. No tiene el menor ápice que lo identifique con los explotados y oprimidos mexicanos; pero es buena carta para eliminar a AMLO.
2. Lo que sucede es que López Obrador está jugando en el campo burgués. La política y las elecciones burguesas nada tienen que ver con la justicia; pero si te metes en su campo tienes que cumplir con todas las leyes, reglas y exigencias redactadas para someter cualquier rebeldía. Por eso la izquierda radical –los rebeldes- nada tienen que hacer allí, para no estarse quejando o lloriqueando que les hicieron fraude, que los engañaron o que les imponen las cosas. ¿Puedo yo acaso quejarme porque no me publican en la prensa comercial, porque no me entrevistan, porque no me invitan a conferencias, porque no cobro un cinco por mis artículos diarios, porque debo viajar como mochilero o porque no me premian? Parece que la única alternativa es: o te metes en serio en la sociedad capitalista para chupar lo que te den o luchas en serio por su destrucción. Los términos medios resultan muy vergonzosos, frustrantes y, lo peor, hasta cínicos.
3. Al rato las encuestas van a decir que Ebrard supera a AMLO para la candidatura del PRD y que Peña Nieto –sin ninguna gira en el país, sin que nadie lo conozca- está muy arriba de cualquier competidor a la Presidencia. Yo repetiría con López Obrador: en este sistema de opresión capitalista “cualquier vaca puede ser” candidato del PRD, presidente de la República o ocupar cualquier cargo de poder; nunca ha importado la honestidad, las relaciones con las clases explotadas y su identidad en las luchas. Aunque recuerdo que en algún lugar Nietzche decía que mientras las abejas se pasaban todo el tiempo trabajando, las vacas eran más felices porque se pasaban la vida rumiando (o pensando) En las sociedades capitalistas quienes producen toda la riqueza son los indígenas, obreros, campesinos, empleados, trabajadores; en tanto los capitalistas e “intelectuales” se pasan la vida pensando cómo joder, cómo explotar y cómo acumular riquezas.
4. A pesar de que yo debería mandar al carajo a todos los partidos, a sus candidatos, a las elecciones y –en serio- a todas las instituciones, pienso que en lugar que el PAN, el PRI, el PRD, nos impongan a sus personajes, se debería luchar por darle un chance a López Obrador en la Presidencia porque es 100 veces superior a cualquier personaje de la política oficial. Chance no quiere decir entregarse a él sino observar y ayudar a levantar un movimiento de masas que lo apoye contra la burguesía o lo repudie cuando haga políticas contra el pueblo. Mis amigos anarquistas tienen razón: la lucha es contra todo poder, donde éste saque la cabeza; pero no hay duda que hay que buscar las mejores condiciones, los espacios más libres, para poder avanzar en nuestras batallas. Aunque llegue al gobierno López Obrador con pies y manos atadas por los yanquis y empresarios, es menos malo que permitir que PRI, PAN, PRD sigan haciendo de las suyas.
5. Hay una idea interesante expresada por López Obrador: “Lucho por la Presidencia, pero no estoy casado con esa idea porque si no se logra la batalla tiene que continuar por transformar el país”. Es decir, si el PRI o el PAN vuelven a imponerse en la Presidencia en 2012, hay que continuar luchando –quizá con otras formas- hasta consolidar más fuerzas. Y lo importante es que AMLO ha demostrado en los últimos seis años que cumple lo prometido. ¿Puede descartarse que como en 1910, luego de campañas y lecciones fraudulentas, surjan levantamientos indígenas, campesinos, guerrillas en la ciudad y huelgas de trabajadores? No puede negarse ningún hecho posible; pero lo que no podemos hacer es sentarnos en nuestra casita esperando “que pase el cadáver” de la clase dominante. Los mexicanos tenemos de luchar en nuestro frente y en todos los lugares donde podamos, para ayudar a los trabajadores a lograr su liberación.
6. No permitir el regreso del PRI no debería significar alianzas con el PAN que es exactamente lo mismo, tal como lo ha demostrado la evidencia. Ningún importante significado tiene que en Oaxaca, Puebla y Sinaloa estén los gobiernos en manos del PAN, de la Gordillo o de una alianza de partidos si son igualitos a los del PRI. Pregúnteles a los habitantes de esos lugares, en particular a los maestros de Oaxaca de la sección 22, si las cosas han cambiado o continúan más o menos como en los tiempos de Ulises Ruiz. Seguramente se harán algunos cambios de fachada pero sólo aquellos que garanticen que el sistema siga igual. A pesar de todo no queda más que López Obrador, algunas personas honestas que lo rodean y muchas que buscan asaltar los cargos políticos para resolver su vida y la de sus parientes. Pero en el capitalismo –donde no hay educación ideológica- es lo único que existe.
7. López Obrador, como las hormigas o las avejas, no descansa de sus giras por todos los municipios y pueblos del país; mientras tanto las vacas rumian, piensan, acumulan los miles de millones que usarán en sus campañas. Pienso que por merecimiento y por justicia, López Obrador hace mucho que debería ser presidente de este país, pero como en el capitalismo existen leyes, reglamentos, normas, hechas para conservar el sistema de explotación y opresión no puede caber ninguna rebeldía. Espero que AMLO no se quiebre y comience a someterse a las reglas establecidas: visitar al embajador yanqui, reconocer a los medios de información, supeditarse a las organizaciones empresarias, alejarse de la influencias de la izquierda radical y, en síntesis, irse acomodando a los que los grupos de poder le exigen. No puede olvidarse que los medios funestos no pueden llevar a buenos fines.