En términos del desarrollo, la sociología política burguesa – especialmente la identificada con la socialdemocracia - y las corporaciones globales de la comunicación acuñaron la concepción de que el planeta Tierra estaba dividido, atendiendo a los niveles de desarrollo, entre el Norte y el Sur, correspondiendo los primeros, a los países que habían podido desarrollar mayores capacidades científicas y tecnológicas, lo que les permitió altos niveles de desarrollo económico, que hicieron posible que sus sociedades fueran satisfechas en sus necesidades fundamentales Por el contrario, como países del Sur, se identificaban aquellos países de atrasado o mediano desarrollo, con inexistente o escaso adelanto científico técnico, productores-vendedores de materiales primas e importadores-consumidores de productos industriales, en cuyas sociedades se evidenciaban baja calidad y esperanza de vida, sin posibilidades de cambios estructurales en su realidad.
Partiendo de ello, en las sociedades de los países del Norte, aún cuando existían abismales diferencias entre los niveles de vida de la clase obrera y demás sectores explotados y oprimidos respecto a las insultantes condiciones de vida de la burguesía y sectores de las capas medias, se dibujaba un mapa social generalizado y homogéneo, con le cual se pretendía presentar a tales sociedades como cohesionadas, satisfechas y llenas de oportunidades de alcanzar el sueño de la riqueza fácil y, en donde la pobreza era un dato marginal e intrascendente de la sociedad, lo cual no daba motivo a ser considerada en la valoración general del desarrollo del país.
En cambio, en los países del Sur, estaba caracrterizado por la pobreza, el sub-desarrollo y las insuperables dificultades para producir cambios que hicieran posible alcanzar los niveles de vida del Norte, tanto por la brecha científico-técnica que históricamente habían acumulado, como porque sus reqalidades de violencia, drogadicción, inestabilidad política y corrupción de sus elites, impedían cualquier cambio fundamental en la calidad y esperanza de vida de su población; ello sin considerar, por supuesto, que parte fundamental del nivel de riqueza de los países capitalistas del Norte y de las condiciones estructurales de pobreza y atraso científico-técnico del Sur, son la consecuencia de 500 años de piratería, conquista, colonización, explotación e imposición imperialistas sobre los gobiernos, recursos y las economías de estos países, por parte de los grandes países capitalista del Norte.
Hoy, sin embargo, tan esquemática y colonialista visión de la división del planeta se ve confrontada con una realidad de crisis generalizada en los principales países capitalistas, que ha descubierto, no solo el estado de pobreza y miseria en que viven cientos de millones de habitantes de las principales ciudades del Norte sino, también, el acelerado proceso de empobrecimiento y miseralización que amenaza a millones de personas, a causa de la reducción drásticas de sus condiciones de trabajo, la pérdidas de sus empleos, el aumento del tiempo de jubilación, el recorte de sus pensiones, la eliminación de la asistencia social a los desempleados, mujeres con hijo, a los ancianos, inmigrantes y discapacitados, el encarecimiento del acceso a la vivienda de alquiler o propia y el aumento de la matricula en las universidades.
Lo que en los años 70’s del siglo XX eran apenas algunos sectores de las grandes ciudades de Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, Grecia, Francia, Italia, España, Alemania, Portugal, Bélgica y los países de la llamada “Europa del Este”, hoy son verdaderos espacios poblacionales con iguales o peores condiciones de vida que muchas de las ciudades de América Latina, Asia y Africa del Norte, en donde el narcotráfico, la violencia mafiosa y social, el tráfico humano, la prostitución, la corrupción de los agentes del Estado y las crispación socio-política permite afirmar que estamos en presencia de espacios “Sures” en medio de países “Nortes”.
Tales procesos de pauperización de las condiciones de vida y pérdida de la esperanza de mejoramiento social, no es la consecuencia de la actual caída en las Bolsas de Valores, ni los graves problemas financieros en los países del centro y la periferia capitalista mundial, sino el fruto de la imposición de las políticas neoliberales y el desarrollo del proyecto global de reconquista Capitalista del planeta, dirigido a la acumulación concentrada y acelerada de la riqueza de los pueblos y la restricción de su distribución hacia los trabajadores y demás sectores explotados y oprimidos; agravado por sus aventuras militares imperialistas en países del Sur, el abandono del esfuerzo productivo real de bienes y servicios en cada país del centro capitalistas, transfiriendo sus negocios a países periféricos con mayores niveles de rentabilidad del Capital y utilizando el ahorro nacional y la plusvalía obtenida en los negocios en el extranjero, para el desarrollo de operaciones especulativas financieras globales, altamente riesgosas y de poco impacto en el circuito económico nacional.
El Centro Capitalista Mundial ha engendrado sus propios "Sures” y con ello, han contribuido a cavar sus propias tumbas, confirmando, como lo dice la canción de la folclorista bolivariana Lilia Vera: “El Norte es una quimera”.