Con la rapiña que desató el Gran Capital en los fenecidos Estados obreros deformados de Europa Oriental, después de 1989, se detuvo por unos lustros la ineludible hecatombe de hoy en día: se privatizaron miles de empresas públicas, se destruyeron millones de puestos de trabajo, se arrasó con el vasto parque industrial de países como la República Democrática Alemana (RDA) y se lanzó a millones de personas a la pobreza más extrema. Un nuevo “mercado” de esclavos del Gran Capital había nacido. Luego de chupar la sangre a Europa del Este durante el decenio de 1990, el siguiente paso era obrar en ídem dirección con el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA); la nuez del ALCA era someter a América Latina a un intercambio comercial desigual con el fin de desmontar su aparato productivo, ahondar la dependencia económica y logística del dólar estadounidense, y eliminar la iconografía autóctona de los diversos países suramericanos mediante la supresión de las monedas locales, entre otros aspectos. El apuro de Washington en sancionar el ALCA era, en gran medida, para evadir el inminente declive del Imperio estadounidense y el fin del predominio del dólar como divisa de reserva. El surgimiento, en América Latina, de líderes revolucionarios o progresistas, como Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, abortó la ola expansionista del Imperio hacia nuestras latitudes, por lo cual el descalabro del presente arribó más rápido –y de manera más dramática- de lo que se imaginaba
ESTADOS UNIDOS EN “DEFAULT” TÉCNICO Y LA ZONA EURO QUE SÓLO DURÓ DIEZ AÑOS
El “affaire” del techo de la deuda en Estados Unidos fue un virtual Golpe de Estado republicano en contra de Barack Obama y su pretendida reelección para 2012; la dilación y el sabotaje de la bancada conservadora con respecto al delicado asunto de marras fue una estratagema muy bien calculada para hacer mella en el vapuleado prestigio del Presidente afro-estadounidense. Los republicanos pretenden torcerle el brazo a Washington y pavimentar así su camino de retorno a la “Maison Blanche”: el capitalismo yanqui necesita de más conflagraciones a escala planetaria para reactivar la deprimida economía. La burbuja inmobiliaria, las ejecuciones de hipotecas (más de dos millones de personas se han quedado sin casa) y las altas tasas de desempleo (9-10%), han provocado una catástrofe humanitaria de dimensiones incalculables en el territorio continental de Estados Unidos, sin hablar de las periferias coloniales como Puerto Rico, verbigracia.
La destrucción sistemática del motor de desarrollo del Imperio, la clase media, ha sido otro de los elementos que ha hundido al Tío Sam en la fosa de la Segunda Depresión Capitalista. La burbuja inmobiliaria que creó la ilusión del bienestar económico, el consumismo frenético y la reiteración de la fábula del “American Way of Life”, fue la perdición de la clase media estadounidense. Según datos estadísticos, los propietarios de viviendas en el Imperio han perdido el 55% de su patrimonio o riqueza, debido al desplome de los precios de las casas (*). Ya que la economía capitalista se basa en la producción indiscriminada y el consumo desmedido, con el fin de obtener cada vez más plusvalía a través de la explotación, si el consumo disminuye debido a la crisis crediticia y los altos niveles de desocupación laboral, entonces el sistema se queda sin su principal aliciente: el poder de compra. Si la producción no se vende, no se completa un ciclo vital del capitalismo.
Otro de los elementos que ha llevado a Estados Unidos a la bancarrota, es la política belicista de “policía mundial” que se intensificó después de la caída de la extinta URSS. Por lo visto, los “halcones” no aprendieron de los soviéticos y cometieron los mismos yerros que condujeron a la otrora nación más grande del orbe a la ruina: oneroso gasto militar, intervencionismo desmedido en zonas de conflicto y astronómicas sumas de dinero en “ayuda al desarrollo” o fomento a la democracia (eufemismo para disfrazar la subvención económica a grupos desestabilizadores en enclaves geográficos “rebeldes”).
Desde luego, el Imperio estadounidense ha contado con una fuente de “liquidez” casi infinita para sus planes de dominación global: la Reserva Federal y el papel moneda que ésta imprime. Gracias al dólar inorgánico y su condición de divisa por excelencia en el mercado capitalista a escala internacional, Estados Unidos se ha provisto de una máquina de “hacer efectivo” ¡de la nada!, sin respaldo alguno en metales preciosos como el oro o la plata. De hecho, la Reserva Federal ha alentado su propia burbuja de billetes verdes desde Washington hasta Tokio, desde Ciudad del Cabo hasta Reykiavik. C’est-á-dire, Estados Unidos ha producido más billetes verdes de los que puede sustentar en metales preciosos y ha propiciado la estafa más descarada de la Historia.
Ahora bien, la tragicomedia del “default” ha sido la gota que ha derramado el vaso del déficit fiscal, que es de más de 14 mil millones de dólares en 2011. A pesar de haber alcanzado Obama un acuerdo a contrarreloj sobre el “debt ceiling” (techo de la deuda), la reputación de Estados Unidos para honrar sus compromisos con los acreedores ha quedado –irremediablemente- hecha trizas. Ya no hay confianza en la economía yanqui y –por tal razón- la hegemonía del dólar pende cada vez más de un hilo. Verbigracia, la calificadora de riesgo estadounidense, Standard & Poor’s, puso el dedo en la llaga el pasado 5 de agosto y rebajó al Imperio, por vez primera desde 1917, a la categoría AA (**). Lo más preocupante no es sólo la degradación de la deuda gringa, sino que ésta haya sido avalada por una agencia ubicada dentro de Estados Unidos y de fuertes lazos con Wall Street, epicentro financiero mundial. El dramático tema del “techo de la deuda” es extender la agonía del enfermo moribundo: imprimir más billetes verdes inorgánicos hasta que sea imposible sostener la falacia de la economía estadounidense. Como se diría en perfecto anglosajón: “Here today, gone tomorrow” (Pan para hoy y hambre para mañana).
Como fiel pupila, la Unión Europea ha aprendido del capitalismo al estilo Wall Street y ha copiado al carbón los paradigmas especulativos de las ganancias súbitas. Por ello, el Viejo Continente no escapó de los efectos lapidarios de la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis financiera. En Atenas, Roma o Madrid, se reproduce ídem tragedia “griega”: colapso fiscal, defunción del Estado de Bienestar y desempleo galopante. La aventura de la moneda única, el euro, que entró oficialmente en circulación en 2002, es una verdadera quimera que se estrella ante la cruda realidad de miembros tan divergentes como Italia, Portugal, Francia o Alemania. Antes del euro, por ejemplo, las monedas más devaluadas del Viejo Continente eran: el dracma (Grecia), la lira (Italia), el escudo (Portugal) y la peseta (España), ya que éstas servían de “colchón” al abultadísimo déficit fiscal de estos países. Al aparecer en escena el euro, el abanico de asimetrías económicas debió ajustarse “artificialmente” a la disciplina del Banco Central Europeo, lo cual no podía perdurar en demasía. En efecto, la mayor prueba de lo anterior es que en la Zona Euro la soga ha comenzado a reventarse por lo más delgado: Grecia, Portugal, Italia y España.
Al igual que el pacto estadounidense del “debt ceiling” (techo de la deuda), su contraparte europeo, el “rescate” griego, es un pañito caliente para estirarle la vida útil al adefesio burocrático de la Unión Europea. El señuelo de Libia y la despiadada agresión de la OTAN en contra de una nación soberana, deja sobre el tapete la estrechez política y humana de un conglomerado de “hienas” ávidas de recursos energéticos como el petróleo. ¿Cómo es que se congelan pensiones o se recortan salarios en Atenas o Madrid, pero sí hay millones de euros para bombardear a Trípoli? ¿Alguien en su sano juicio lo entiende? ¡No!
Claramente, Estados Unidos y Europa están pagando las amargas consecuencias del “salvataje” multimillonario otorgado a los banqueros e instituciones especulativas delincuenciales que desataron el “tsunami” financiero de 2008. A cada contribuyente, a ambos lados del Atlántico, se le robó –en el estricto sentido literal- dinero del bolsillo para amortizar una deuda que había contraído un bandido de cuello blanco. Otra vergonzosa tropelía del Gran Capital en desmedro de los trabajadores.
La Zona Euro irá cayendo poco a poco, como las piezas de un dominó, a medida que los socios prófugos estén en la necesidad insoslayable de devaluar los tipos de cambio y “equilibrar” las cuentas en casa. Típica receta “prêt-á-porter” del glosario neoliberal. Evidentemente, con o sin “salvavidas”, el primero en hundirse sería Grecia y hasta allí habría llegado la trasnochada utopía de una Europa aglutinada en torno al Gran Capital.
DE LA ATOMIZACIÓN SOVIÉTICA A LA DESINTEGRACIÓN YANQUI
Estados Unidos y Europa Occidental siempre apostaron a la división de la extinta Unión Soviética y de los componentes del bloque socialista de Europa Oriental. La desinformación, la propaganda y la sublevación interna, eran recursos consagrados a quebrar la unidad en el seno del “socialismo real”. Por desgracia, el objetivo se cumplió: la eclosión de repúblicas en el ámbito geopolítico de Europa Oriental no se hizo esperar. El imperialismo se engulló casi la totalidad de los “derivados” territoriales forjados por el desmembramiento soviético.
En la actualidad, no sólo en Europa Occidental han renacido los movimientos autonomistas o separatistas, sino que también en Estados Unidos hay expresiones secesionistas bastante inquietantes. En principio, están las leyes migratorias que desafían al poder central y elevan a su máxima potencia la xenofobia yanqui. Más adelante, podemos palpar opiniones relacionadas –incluso- con la pérdida de credibilidad del dólar estadounidense en lugares como Carolina del Sur (***). Allí, el legislador estatal, Lee Bright, ha propuesto que la entidad emita su propia moneda con respaldo en oro y plata, ya que teme por la estabilidad de la Reserva Federal y que ello genere una espiral hiperinflacionaria. También hay propuestas similares de acuñación de monedas en estados como Utah y Virginia, y el representante republicano de Texas ante el Congreso de la Unión, Ron Paul, se ha declarado enemigo de la Reserva Federal. Ron Paul la ha acusado de devaluar el dólar y propone que Estados Unidos vuelva –de manera gradual- a una moneda de curso legal que esté sustentada por el oro.
La Segunda Depresión Capitalista está exacerbando las profundas contradicciones sociales existentes en el Imperio y el fantasma de la fragmentación territorial ronda de costa a costa. Ni siquiera el escenario de una guerra civil se puede descartar en un futuro no lejano.
LA REVOLUCIÓN MARXISTA MUNDIAL: ÚNICA SALIDA A LA SEGUNDA DEPRESIÓN CAPITALISTA
La Segunda Depresión Capitalista está desplegando un panorama inédito en más de 70 años: la disfunción evidente y estructural del sistema a escala global. El desplome del modelo desarrollista manufacturado en Wall Street, ha hecho despertar el espíritu contestatario de las masas en los cuatro puntos cardinales de la “esfera azul”; la única alternativa científica al capitalismo depredador es la Revolución Marxista Mundial y su consolidación permanente. El objetivo, en primera instancia, sería acabar con la perversa simbología imperialista representada por el dólar y su abyecto esquema de expoliación universal. Una de las propuestas para pulverizar la dictadura del billete verde sería eliminar la cotización del crudo en esa divisa y establecer una cesta de monedas de los países OPEP-BRICS, donde se incluiría el bolívar fuerte, además del yuan (China), la rupia (India), el rublo (Rusia) y el real (Brasil). De inmediato, el dólar estadounidense dejaría de ser la referencia en las transacciones internacionales. Otra vía, sería la del comercio bilateral utilizando las monedas de los actores involucrados, tal como lo están haciendo algunos países de América Latina. Incluso, podríamos volver al trueque como método de negociación en el ámbito terráqueo: no sólo se canjearían bienes y servicios equiparables en costos, sino también se compartiría el conocimiento liberador. Un ejemplo palpable de esto último, son los afamados “bancos de tiempo” que pululan en internet y que utilizan el tiempo como “moneda”: gente que intercambia clases de inglés por masajes, cursos de computación por talleres de manualidades o clases de natación por lecciones de guitarra. Esta última alternativa sería una de las más populares en tiempos de catástrofe económica y falta de liquidez. Además, sería la más ajustada a los principios de humanismo y equidad de la revolución socialista.
Los proletarios del orbe deben cohesionar criterios de lucha, cerrar filas a favor de las fuerzas internas de ruptura y establecer una red planetaria de apoyo valiéndose de las nuevas tecnologías; la toma del poder debe ser contundente y los espacios de la reacción deben ser neutralizados. La Segunda Depresión Capitalista sienta las bases de la Revolución Marxista Mundial y abre las puertas a un novel estadio de conciencia de la Humanidad. ¡Viva el socialismo!
(*) How the Bubble Destroyed the Middle Class: http://www.marketwatch.com/story/how-the-bubble-destroyed-the-middle-class-2011-07-08?link=home_carousel
(**) Standard & Poor’s degrada calificación de deuda de EEUU: http://www.vocero.com/negocios-es/standard-poors-degrada-calificacion-de-deuda-de-eeuu
(***) South Carolina Lawmaker Wants Separate Currency for State: http://news.yahoo.com/blogs/lookout/south-carolina-lawmaker-wants-separate-currency-state-20110214-095252-500.html
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