1. En México –dicen los gobiernos, los medios de información y demás seguidores- la educación es igual para todos porque cada niño o joven siempre tiene las mismas oportunidades para asistir a la escuela y para estudiar si quiere. El que no estudia es porque no quiere, porque es indolente o de plano no tiene capacidad la hacerlo. Lo que sucede es que hay por lo menos tres tipos de escuelas: las escuelas particulares para hijos de grandes empresarios y políticos; las escuelas públicas de las ciudades para sectores medios, y las escuelas del campo para los hijos de los campesinos y clase media baja. De pronto a todos ellos los vemos compitiendo “de igual a igual” para ganar una plaza en alguna preparatoria, una beca en el extranjero o una plaza de trabajo; y como se aplica un examen para todos, “casualmente” siempre ganan los de clases ricas y clases medias altas, los de papitos con hogares bien comidos, escuelas bien atendidas y relaciones efectivas.
2. Todo en el sistema capitalista –obviamente- beneficia a la clase social que tiene poder económico o político: en la vivienda, el transporte, la alimentación, la salud, la educación, no tiene ni comparación. Y no es un asunto de suerte, de inteligencia o viveza, de ninguna manera; los privilegios son sólo producto del sistema capitalista y el lugar social que ocupa cada ser humano. ¿Sabías que en México durante más de 50 años de cada 100 niños que ingresó a la primaria sólo la terminó el 50%, y que en la secundaria de esos 50 sólo egresó el 20% y de éstos solo terminaron 10 % la Prepa y cuatro o cinco por ciento la licenciatura? Si investigas a los niños que no terminan la primaria y la secundaria, te encontrarás que son millones de pobres y miserables y si investigas quienes terminan la Prepa y la licenciatura te encontrarás a clases medias y clases altas. Gobierno y empresarios buscan silenciar que el fracaso educativo es determinantemente económico.
3. Para decir que la educación en México ha estado muy mal y que a partir de 1982, su situación ha empeorado, debo también decirles que durante 42 años fui profesor, investigador, crítico y activista en todos los niveles escolares y, jubilado desde hace 10 años, continúo por el mismo camino. En México, a pesar de la recomendación de la UNESCO de invertir por lo menos el ocho por ciento del PIB, nunca se ha invertido más del 4.1; a pesar de que siempre luchamos contra la privatización educativa, hoy es de casi el 40 por ciento cuando hasta los años 70 era sólo del 10 por ciento. Hasta la década de los 60 aún fue fuerte la orientación agraria de educación y los profesores estaban muy comprometidos en los pueblos; el proceso de urbanización y los cambios de programas distanciaron a profesores y sus comunidades; desde entonces la SEP fue desentendiéndose de todo, los alumnos son más miserables y los profesores sin unidad y sin lucha.
4. La situación del país –por lo menos desde 1982- ha empeorado para las clases pobres y clases medias bajas que representan un 60 por ciento de la población. Con el TLC puesto en práctica en 1994, se ha agrandado el comercio exterior, se han introducido enormes cantidades de mercancía, los números globales o estadísticas del comercio se han multiplicado; pero los que han ganado a manos llenas son los ricos que se hicieron multimillonarios; los que perdieron son las clases medias que se hicieron más pobres y desesperadas, así como las clases bajas que ahora son más miserables y están al borde del hambre y la desnutrición. Ante esa realidad innegable, de qué educación o igualdad educativa se puede hablar si son decenas de millones de niños y jóvenes que han abandonado las escuelas por no contar con medios económicos y por ser rechazados? Pienso que no hay más argumentos del fracaso educativo que el económico, veamos este reporte de La Jornada del día de hoy:
5. “Decenas de miles de padres de familia acuden a tianguis y puestos callejeros donde se ofrecen útiles y uniformes usados. Con presupuestos que no superan los 150 pesos adquieren pantalones y faldas por 20 pesos, suéteres y camisas en 10, zapatos en 40, cuadernos incompletos en tres por 10, y plumas y colores entre 50 centavos y un peso; estos productos, que suelen ser recolectados en tiraderos u ofertados por ropavejeros, son la única opción para madres de familia como Virginia, quien con 140 pesos, obtenidos de la venta de cartón y botellas, compró uniformes, cuadernos y mochilas para sus dos hijas. ¿Cuánto quiere por el suéter? –pregunta Virginia con voz tímida. “¡Déme 15 pesos!” –responde del otro lado una comerciante de la tercera edad. Empero, la madre de familia saca de entre su ropa una moneda de 10 pesos argumentando que es todo lo que trae, no sin antes medirle la prenda a una de sus hijas, que estudia en una secundaria del estado de México. “Ande, lléveselo antes de que se lo ganen”.
6. “Aída Hernández, profesora de primaria, quien trabaja frente a grupo con niños en situación de vulnerabilidad, comentó que de 16 alumnos a los que imparte clases, “si bien tres o cuatro traen completa su lista de útiles escolares”, el resto acude sólo con un par de cuadernos. “Aquí donde trabajo es una zona urbana marginal, y es imposible que los alumnos traigan todos los artículos escolares, pues sus padres no tienen un trabajo estable o, en su caso, están muy mal pagados. Las familias se dedican a cualquier actividad para poder solventar sus gastos de supervivencia; tenemos gente que se dedica al comercio, que esos ya serían los más favorecidos, pero otros son empleados de los comerciantes o el trabajador del trabajador; a ellos les dan 50 o 60 pesos por limpiar cebolla o tomates, esas son las economías subterráneas que tenemos por estos lugares”, y ese es uno de los principales obstáculos para que los niños lleven completos sus materiales a la escuela”. (Ver César Arellano de La Jornada)
7. Los sectores derechistas y tontitos, por gozar de privilegios o sin meditar un poquito porque les da flojera, no se cansan de señalar que el atraso educativo se debe a los profesores, a los sindicatos y a los padres de familia que no ven por sus hijos. No quieren darse cuenta que los profesores responden a una institución y obedecen programas, métodos de enseñanza, calendarios y que, por otra parte, sus salarios son tan bajos como los de muchos trabajadores. No quieren entender que las luchas sindicales son la única defensa de los trabajadores y si no exigen y se organizan nadie les hará caso. Por último hablan de los padres como si estos siempre tuvieran empleo, buenos ingresos, magnífica cultura y tuvieran el tiempo y la capacidad para atender a sus hijos. ¿Serán tan tontos esos críticos de los profesores y de los padres de familia que no entiendan que en el sistema capitalista la educación, la salud y todo está siempre al servicio de los ricos?